Costumbrismo eléctrico. Foto: Alfredo Arias
Costumbrismo eléctrico. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Emilia, Pardo y Bazán: conciencia de clase y sentimientos

Electricidad, costumbrismo urbano y una acertada mezcla de comentario social y sentimental son los principales ingredientes en las canciones del cuarteto manchego. En su segundo álbum, “La fiesta que me prometiste”, añaden la guinda de un sonido contundente y unitario que suma enteros al global de su personalísima propuesta.

Reunión plenaria en el centro de Madrid con los cuatro integrantes de Emilia, Pardo y Bazán, que han viajado desde Talavera de la Reina para hablar con Rockdelux. Antes de poner en marcha la grabadora, Sergio Sanguino (voz), Ada Martínez (batería), Paula García (voz y bajo) y Pepe Sánchez (guitarra) posan frente al objetivo de Alfredo Arias. Nuestro fotógrafo les muestra el resultado a través del pequeño visor de su cámara y ellos no dudan en hacerle notar su entusiasmo.

Después, durante la distendida conversación, se muestran igual de naturales y comunicativos. Todos aportan y comentan, sin ocultar la alegría que les produce hablar de “La fiesta que me prometiste” (Lunar, 2024), álbum que confirma su condición de ente creativo con voz propia y que mejora lo conseguido en el notable “El mal de la juventud” (2021). En este nuevo disco, apuestan por un discurso menos explícito en lo político, cuajan un sonido más potente y abren sin complejos su abanico estilístico, sin dejar de mantenerse en el carril del indie rock de genoma noventero.

La principal novedad estética es que ahora las voces de Sergio y Paula están presentes en todas las canciones, con idéntico protagonismo en la mezcla, turnándose en las estrofas o protagonizando unísonos que multiplican el impacto de unas canciones producidas por el veterano Carlos Hernández, cuya participación se intuye clave en los resultados obtenidos: “Siempre pensé que Paula tenía que cantar más”, explica Pepe. “Y cuando llegamos a la grabación, Carlos dijo que sí, que iba a cantar siempre. Pasamos de que tenía que cantar más a que cantara siempre; él lo tenía clarísimo. Es un acierto, esas son las decisiones creativas que debe tomar un productor”.

“Preocúpate mañana”, uno de los temas de “La fiesta que me prometiste” (2024).

Aparte de esta idea, la del idéntico protagonismo para las dos voces, ¿qué otras cosas teníais claro antes de empezar a grabar?

Sergio: Queríamos que fuera muy ecléctico. La maqueta de hecho tiene cada canción en una orilla, va cambiando. Había una canción con aire de reguetón traído a nuestra zona, otra era más rumba… Queríamos que fuera como un viaje y cada canción diferente. Era muy juguetón. No hubiera tenido la unidad que tiene, que ahora sí es una cosa muy compacta. Y que fuera muy emocional. “Preocúpate mañana” es la que a lo mejor se sale un poco, pero al principio se titulaba “Estoy loco por ti”. Así la empecé a escribir; era un reguetón chungo. Las guitarras desde los ensayos eran muy emocionales también…

Ada: Muy bonitas, me gustan mucho las melodías de la guitarra, no me canso de decírselo a Pepe…

Pepe: A mí me gusta el indie típico, el britpop, Los Planetas, pero quería huir un poco de eso y Carlos Hernández me metió de lleno ahí otra vez… El trabajo de guitarras es espectacular, luego entiendes por qué suena potente: grabas ocho guitarras para que luego suenen como una… Él con las guitarras lo tiene superclaro, entiende mucho de eso y yo me dejé llevar.

Sergio: Veníamos de un disco en el que las canciones apenas tenían momentos instrumentales.

Ada: Porque tampoco lo queríamos, acuérdate. Estábamos un poco en contra de lo típico, y al final parece que lo típico, aunque sea un poquito de ello, está bien. Soy muy fan de las melodías bonitas, necesitamos melodías bonitas que te emocionen o que te muevan algo por dentro. Creo que estamos un poco carentes de eso en general, sobre todo en lo comercial, donde no hay melodías, es todo en tonos menores…

Pepe: Las canciones de Sergio –él siempre nos las manda en un audio de WhatsApp– son como un puñetazo en la cara. Realmente es un chorizo cantado de dos minutos y a mí siempre me moló eso. Es que no hay hueco para… De hecho, las partes instrumentales existen porque tú has querido más esas partes…

Sergio: Sí, tarareo o pongo algo… En la de “Nube Kinton” ponía “aquí punteo Laurel Canyon”, porque vi un documental y pensé “qué guay sería eso”, pero no tengo ni puta idea, solo me sé cuatro acordes…

Pepe: Está claro que las canciones son el golpe de lo que él cuenta con sus letras y yo no veía hueco para hacer intros o riffs… La música ahora mismo pide mucha inmediatez. Escucho maquetas mías antiguas con un minuto de intro de guitarra y cosas así y pienso “¡qué coñazo!”… Sergio hace canciones inmediatas.

Paula: Es la era de Spotify, que a los diez segundos lo quitas o no dependiendo de si te atrapa o no. Es como los reels de Instagram…

“Hay un punto muy guay en el momento de la fiesta, de bajada, que luego remonta pero al día siguiente es el destrozo, la hecatombe. Hay un momento en que el avión entra en barrena y es horrible y a la par bello porque sabes que se va a acabar. Y eso lo tienen las canciones un poco”

Sergio Sanguino

En el disco hay canciones sobre parejas que viven en silencio la inercia de su propia relación, sobre personas que viven precariamente pero echan de menos la relación que tenían, sobre parejas que parece que no logran pasar página, sobre personas que tienen claro que fueron felices pero ya no lo son… No me da mal rollo, pero el tono general es de estamos fatal de lo nuestro y lo pasamos mal.

Paula: Es lo que hay…

Sergio: Lo cierto es que nosotros somos bastante jacarandosos. Un antropólogo brasileño decía que el mundo se divide entre los que no duermen y los que no comen. Nosotros estamos en el lado de no dormir, nos podemos permitir no dormir nada o dormir con Orfidal… Lo de la emocionalidad… a mí me encanta el concepto de que la gente llore escuchando música o en las discotecas. Había un blog o una página de Facebook de Guillermo Alonso, hace mil años, que era “Gente llorando en las discotecas”. No me acuerdo de lo que decía, pero el título me flipaba, me lo leía, el tío escribe muy guay, pero el concepto me encantaba. Esa tristeza. Hay un punto muy guay en el momento de la fiesta, sobre todo si te apoyas en las trampas y en los aditivos, de bajada, que luego remonta pero al día siguiente es el destrozo, la hecatombe. Hay un momento en que el avión entra en barrena y es horrible y a la par bello porque sabes que se va a acabar. Y eso lo tienen las canciones un poco.

Os lo digo porque parece que hay una asincronía entre vuestro carácter y las canciones. Este disco lo veo más sentimental que el primero, que era más explícito en lo político, además.

Sergio: El primero era más irónico, porque a la hora de concebir las primeras canciones era exponerme sin ser músico, y la ironía es una armadura de puta madre. En este estaba más relajado, también porque nos conocemos más, aunque hay algunas que todavía no se las mando porque son muy cursis o muy destroyer. Es una cuestión de confianza, en mi caso. Me interesa lo irónico mucho, pero la ironía en la música, si no eres Jarvis Cocker, es un poco de saldo.

“Nube Kinton” es una de las canciones más tristes que he escuchado últimamente y, salvando todas las distancias que queráis en cuanto a sonido, me encajaría en esa tradición de grandes compositores de música melódica española…

Sergio: Sí, Rafael de León para mí es un referente. Le hacía canciones a Lola Flores, a Bambino… A la hora de escribir lo busco, lo copio directamente o lo parafraseo… No tengo ningún prejuicio en decir que parafraseo a los más grandes. Sí, tiene un concepto muy español… Rafael de León, Manuel Alejandro, José Alfredo Jiménez, que para mí es de los mejores y de quien han bebido muchos… El otro día nos dijeron que estábamos influenciados por los Pixies, pero era alguien que no sabía hablar español. La primera referencia en la escritura es esa. Y en el primer disco había mucha referencia anglosajona, de canción traducida, pero aquí la demagogia es culpa de los autores en castellano.

Sergio Sanguino, Ada Martínez, Paula García y Pepe Sánchez. Foto: Alfredo Arias
Sergio Sanguino, Ada Martínez, Paula García y Pepe Sánchez. Foto: Alfredo Arias

Es menos habitual en el rollo del rock independiente, y sí se ve en algunas canciones del disco como “Nube Kinton”.

Ada: Es algo que está a la orden del día, cosas que casi todo el mundo ha experimentado. Tampoco vamos a volverle la espalda a la realidad.

Pepe: Creo que uno de los puntos fuertes del grupo es ese, toda esa tradición lírica que no sé repetir mezclada con música indie al uso, porque a nivel musical no estamos inventando la rueda ni mucho menos. Sergio tiene muchas referencias, pero quizá el indie es en lo que menos se apoya.

Sergio: Es que no sabría hacerlo. Veníamos escuchando a Los Planetas en el coche y lo venía pensando: qué letras tan ambiguas, yo no sabría hacerlo, necesito ser más literal. Me gustaría no serlo muchas veces, hay veces que lo he intentado y no me motiva tanto. Necesito reproducir la imagen. “Nube Kinton” mezcla varias historias, pero tengo la imagen, el final es una imagen en el Ciriaco. Una imagen muy concreta, necesito ser literal. Está la tradición de las cosas tan literales y tan josealfredas y tan mejicanas, y luego la cosa rockera, que yo no tengo ni puta idea de una guitarra eléctrica, que nunca la he tocado.

Una de las canciones que más me recuerda a Los Planetas, ya que los habéis citado, es “No merece la pena”. Hablo de la música en este caso.

Ada: Sí, puede ser por la batería. Ya me gustaría, porque soy superfan de Eric Jiménez, pero sí, las cajas van con esa contra, pero no me sale igual que a él.

En el primer disco también había alguna que me recordaba a ellos. ¿Así de importante es el grupo para vosotros?

Ada: A mí me rompió el coco cuando salieron, sí, me parecía maravilloso, éramos todos superfans, menos Paula, que la pobre es la joven…

Paula: A mí no me gustan mucho…

Ada: Con los primeros discos, que coincidieron con mi época maravillosa universitaria, me dan la vuelta las tripas; me siguen gustando…

Pepe: Es inevitable. He sido muy fan y a veces es difícil no hacer cosas parecidas, sobre todo las guitarras, esos arreglos muy sencillos pero muy presentes de Florent. Y Carlos Hernández, que quitando el todopoderoso “Una semana en el motor de un autobús” (1998), ha producido “Unidad de desplazamiento” (2000) y “Encuentros con entidades” (2002), que me parecen dos discazos tremendos. Lo que más me ponía de trabajar con él era eso. Otra cosa que me gusta del grupo es que ellos tres tienen una cultura musical acojonante, son auténticas enciclopedias. Yo soy un poco básico, a mí me gustó el britpop, Los Planetas y poco más. Sergio me descubrió todo el mundo de la guitarra africana, Fela Kuti… Yo empecé a tocar la guitarra porque me molaba mucho Oasis y me decía “con tocar el ‘Wonderwall’ y alguna más, me vale”, no tenía más ambición. A Paula a lo mejor no le gustan Los Planetas, pero tiene una cultura musical y un eclecticismo bestial. Cuando voy con ella en el coche, canción que suena canción que conoce, las canta, se sabe las letras… Aunque acabamos sonando a indie planetero, hay una cultura musical bestial de los tres. A lo que quería ir es a que si tocas en un grupo indie o en un grupo heavy parece que hay unas vallas, que tu estilo es ese. Y yo me he sentido muy liberado al trabajar con ellos. Eso me gusta mucho de ellos tres, que cuando estamos componiendo las canciones no se habla siempre de lo mismo, de “nos gustan Los Planetas, somos indies y esto suena así”.

“Ahora me parece difícil hacer una canción política, quizá porque los enemigos que veo ahora son más grandes, son gigantes. Hacer una canción contra Netanyahu me parece incluso de mal gusto. Me puedo meter con Aznar o con Martínez Almeida, pero con Netanyahu se me eriza el vello de los brazos”

Sergio Sanguino

En este disco lo político quizá está más disimulado que en el primero, que tenía canciones como “No Logo”, “Madrid Central” o “12 de octubre”.

Sergio: Sí, cuando hago las canciones a veces me suenan demasiado panfletarias. Tengo que reconocer que una influencia fuerte también es La Polla Records, que me calaron porque el Evaristo muchas veces no buscaba nada, solo ser incisivo. Pero me acuerdo que de adolescente, cuando escuchaba un disco de Reincidentes o de La Polla Records, tenía la canción de la mili, la canción contra el clero… Era una paleta de colores en contra de ciertas cosas y todos los discos eran muy parecidos. Ahora me cuesta mucho, me parece difícil hacer una canción política, quizá porque los enemigos que veo ahora son más grandes, son gigantes. Hacer una canción contra Netanyahu me parece incluso de mal gusto. Me puedo meter con Aznar o con Martínez Almeida, pero con Netanyahu se me eriza el vello de los brazos. No me atrevería a hacer una canción contra Netanyahu o contra Trump o contra esta suerte de hijos de puta que hacen que el mundo sea tan hostil. Está más disimulado, pero siempre hay una cosa social. Somos admiradores de Bruce Springsteen y lo hemos plagiado. De hecho, “No Logo” es un plagio de “Out In The Street”. Bruce Springsteen habla de su novia y de su Chevrolet del 72, pero siempre con una conciencia de clase muy guay.

Paula: Como en “Treinta metros”… hay una conciencia de clase, es un amor de treinta metros.

Sergio: Una canción que me mola mucho es aquella en la que sale la conciencia de clase. Nacho Vegas tiene “Brujita”, que es de amor total, pero incluye el momento en que dice lo de esa gente mala que te jode. Se supone que habla de los jefes de la chorba con que estaba entonces, está hablando del capitalismo salvaje, de cómo una chica está currando en la capital y jodida. Se lo escuché a él: la canción guay es aquella en que la conciencia de clase está implícita. Y está influenciado por José Alfredo, al menos en algunas canciones.

En “Treinta metros” y “Qatar 2022” aparece algo concreto que nos afecta a muchos y cada vez a más personas, que es la imposibilidad de tener una vivienda en condiciones económicas razonables. Son asuntos que no salen demasiado en las canciones pop españolas contemporáneas aunque afecten a tantas personas. ¿No os parece conservador, en ese sentido, el pop español?

Sergio: A mí me gusta que las canciones me lleguen. Pero sí es verdad que echo de menos muchas veces la sinceridad. A veces escucho grupos que son de aquí y parece que viven en Malasaña, donde un café cuesta cinco pavos. ¿Cómo es esto? ¿Vives en un parque temático donde los cafés cuestan cinco euros, las cervezas cuatro y para entrar en los garitos como Club Malasaña tienes que pagar 20 pavos? La cocaína son 60 pavos, eso no ha subido mucho, a lo mejor es que te echan menos. Sí que es cierto que los grupos reflejan una realidad un poco como los reguetoneros y los traperos que habla de “cojo el Lambo y voy a mi casa”. Pues aquí, igual: “Voy por Malasaña no sé qué…”… ¿Cómo coño lo haces? Porque “Treinta metros” nació en un piso en la calle San Hermenegildo que medía 25 y vivíamos fatal. Vivía con mi chica y su compañera, que las dos tenían curros de puta madre y pagaban un pastizal, y bajábamos y olía a pis. Carolina Durante es un grupo que en muchas canciones refleja muy bien la cochambre que hay, cómo vivimos aquí a pesar nuestro. Con esa romantización de lo que se supone que es cool hay veces que me digo “pues chico, no sé cómo lo haces”. ∎

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