Hay cancioneros que se vulgarizan de tanto usarlos. Pienso en las bandas de rock clásico en gira perpetua, y también en temas machacados y aplanados por apariciones obvias en películas y anuncios. Otros se revalorizan con el paso de los años. Es el caso del legado de Big Star, banda fundamental del rock estadounidense setentero y mito fundacional del power pop. A los 51 años de la publicación de “#1 Record” (1972), el misterio no yace en explicar su falta de éxito comercial, sino en la resistencia sobrenatural de su música al paso del tiempo. Himnos como “Thirteen” o “Feel” son cimas de la melodía pop, el sonido cristalino y la concisión instrumental. En su excelencia sonora y compositiva, eluden contextos y épocas. Afrontémoslo: puedes amar a The Lords Of The New Church o a Green On Red, pero sus discos suenan como si la década de los ochenta hubiera sucedido dentro de una caja de poliestireno.
Vamos a por un aniversario (casi) redondo. La promotora catalana Houston Party celebra veinticinco años de vida con una gira de ensueño. Bajo el nombre The Music Of Big Star –quinteto formado por el batería Jody Stephens (único miembro fundador vivo de Big Star), Mike Mills (bajista de R.E.M.), Chris Stamey (cantante y guitarrista en The dB’s), Jon Auer (voz y guitarra de The Posies) y Pat Sansone (multinstrumentista de Wilco)–, revivirá esta semana el legado de Big Star en una gira de cuatro fechas españolas que pasará por Barcelona (15), Madrid (16), Gijón (18) y Valencia (19).
Estos prohombres de la melodía guitarrera picotearán en la trilogía magistral que completan los álbumes “Radio City” (1974) y “3rd” (1978), un caudal de canciones que década tras década ha sido reivindicadas por lo mejor de la quinta rock de cada generación, de Epic Soundtracks a The Lemon Twigs. Todavía más desde la muerte de Alex Chilton en 2010, una figura que pasó de culto a mito. Hablamos con Chris Stamey, Jody Stephens y Jon Auer. Este último –con su (antaño) compañero en The Posies, Ken Stringfellow– formó parte de Big Star en la encarnación de la banda entre 1993 y 2010.
En 2012, el festival Primavera Sound ofreció una memorable reinterpretación comunitaria del tercer disco de la banda fundada en Memphis, que bajo el nombre de Big Star’s Third incluyó la alineación mencionada más fans como Norman Blake (Teenage Fanclub), Ira Kaplan (Yo La Tengo), Jeff Tweedy (Wilco), Alexis Taylor (Hot Chip), Ken Stringfellow (Posies), Ira Kaplan (Yo La Tengo) y Sharon Van Etten. Antes de cualquier preámbulo, Auer quiere dejar claro que “después de la muerte de Alex Chilton, Chris Stamey ha sido el principal responsable de mantener con vida el legado de Big Star. Aparte de Jody, claro está”.
Stamey, cantante de los exquisitos The dB’s, banda que bajo un barniz new wave cogió el relevo de melodía efervescente chiltoniana cuando Big Star declinó en 1978, acompañó a Alex Chilton a finales de los setenta. “Era mi banda favorita cuando iba al instituto. Era maravilloso poner la radio y escuchar a alguien del sur, como yo, que comunicara los sentimientos de una manera tan limpia y clara. Y comprobé que el tópico de ‘jamás conozcas a tus héroes’ está equivocado la mayoría de las veces. Fue genial. Alex era todo lo bueno y más que pudieras suponer. Conecté muy fuerte con esas canciones a partir de tocarlas con él, antes de hacerlo con Jon o con Jody”, recuerda emocionado.
La recreación del legado musical de Big Star ha pasado de una experiencia comunal estilo “The Last Waltz” (1978) –disco en directo que recogía el concierto de despedida de The Band– a una banda de cinco músicos, todos multinstrumentistas. ¿Ha sido muy diferente pasar de un formato a otro, sobre todo teniendo en cuenta claro el calado emotivo de un cancionero que, como la gran música americana, a veces suena como una oración musicada? Para Jody Stephens, “una de las alegrías de Big Star’s Third era la faceta comunitaria, sentarte detrás y compartir ese espíritu con una multitud de músicos y el público”. Pero el haber reducido el formato a una banda de cinco tiene sus ventajas: “Destilar la experiencia a cinco músicos es algo más personal. La gente percibe a individuos, no una multitud en el escenario, y la dependencia que crea proyectar este caudal musical solo entre cinco establece un vínculo muy poderoso entre nosotros”, explica.
Stamey precisa que no se ponen “a improvisar encima de las canciones”. Y amplía: “Somos concienzudos y detallistas, porque intentamos hacer entre cinco el trabajo de diez personas”. Auer añade que “Chris y Jody son los que hacen que prestemos atención a cada canción al milímetro. Porque no se trata solo de ser fieles al espíritu de la música, sino al de las grabaciones originales. Recrearlas en directo no sería la palabra; estamos tratando más bien de revivirlas”.
Cabe preguntar si el batería, en su calidad de único miembro original, tiene, además de voto, capacidad de veto a la hora de escoger el repertorio. “Tengo mis preferencias y hago sugerencias y contribuyo, pero para mí es mucho más importante tocar con gente que escoja y toque el material por lo que significa para ellos” es la respuesta. Stamey añade que “quizá picoteamos un poco más en el primer disco. En la última reunión por desgracia no recurrimos al álbum de 2005 –se refiere a “In Space”, el cuarto disco de Big Star, lanzado con la formación integrada por Chilton y Stephens, más Auer y Stringfellow, fruto del período de reencuentro que transcurrió entre 1993 y 2010–, y a lo mejor lo rectificamos”. Fuera de Big Star, los cinco integrantes de este combo suman un saco de temazos que podrían hacer temblar estadios: “Black And White” (The dB’s), por poner un solo ejemplo, es una de las mejores canciones pop de finales de los setenta. ¿Habrá derivación festiva? “¡No!”, responde Stamey, seco pero divertido.
Auer lo expande: “Apenas tenemos tiempo para poner todas las canciones que querríamos de Big Star en el show. Hay mucho buen material y es muy divertido de hacer, porque somos una banda de cinco y cambiamos los instrumentos, nos turnamos cantando. Jody se pone al frente y canta muchas canciones sin estar en la batería… ¡Es como una especie de espectáculo rotatorio de Big Star! Podríamos estar mucho más rato en el escenario si pusiéramos todas las canciones de Big Star que querríamos tocar. Pero si haces un listado de las canciones que no son de Big Star susceptibles de entrar y que se quedan fuera, te deprimirías. Porque tampoco vamos a tocar nada de Those Pretty Wrongs, ese gran río de canciones que creó Jody con Luther Russell”.
Hablando de caudal de canciones, debe ser reconfortante que, pese a no haber conocido el éxito comercial en su día, la lista de artistas que ha reivindicado el legado de Big Star hasta hoy hiela la sangre: The Replacements, Epic Soundtracks, R.E.M, Matthew Sweet, Wilco... “Básicamente estamos aquí por el boca a boca”, explica satisfecho Stephens, que celebra “lo que dijo Robyn Hitchcock sobre nosotros en su día, que descubrir a Big Star era como recibir un apretón de manos secreto. En su momento, periodistas icónicos como Lester Bangs nos ayudaron a cultivar una audiencia, y esa información se ha seguido pasando. Para mí esta es la manera más creíble de encontrar tu camino y de tener éxito”.
Con la gorra de fan puesta, Auer es categórico: “El tipo de éxito que tiene Big Star es del que no se puede comprar con dinero. Su música es tan buena que, pese a que poca gente pudo escucharla en los setenta por lo que sea, mira lo que pasa ahora. Es tan buena que nada ha podido impedir que la haya descubierto toneladas de gente. Y aquí estamos, con más fans que nunca. ¡Y las canciones! No pueden ser mejores. Puedes hacer canciones diferentes, pero no se pueden hacer canciones mejores que las que hay en esos discos pioneros”.
Power de mí, caigo en la cuenta de que tengo sentados en la misma habitación –virtual– a un tío de Big Star, a otro de The dB’s y otro de The Posies. Básicamente, a tres generaciones distintas pero conectadas del mejor power pop de la historia. Es tentador preguntarles qué opinan del término “power pop” y si se han sentido identificados con él alguna vez.
“Me lo han preguntado muchas veces. Y al menos puedo decir que la definición nos acota. No somos country, no somos rap, no somos heavy metal… Al menos el término nos acota y le puede dar una pista a alguien que no nos haya escuchado” es la diplomática aunque risueña respuesta de Stephens. “A un marciano todos los discos de power pop le sonarían iguales, pero puedo distinguir a quien quiere expresar algo que sucede en su interior de la manera más articulada posible, contrapuesto a otro que lo intenta y le salen... The Rutles”, dispara Stamey. “Oye, ¡me encantan The Rutles!”, se parte de risa Stephens. “A lo mejor me llegan cartas de gente cabreada”, prosigue Stamey, “pero solo porque el guitarrista toque alto y cante afinado no es así como decido si algo es relevante musicalmente o no”, zanja el decibelio mayor.
Auer no tiene nada contra el término power pop, “pero puede ser limitador para una banda como Big Star. Si los llamas así, ¿cómo describirías ‘3rd’? No encaja en esta definición, si es que define algo. Puedes decir que ‘I Can’t Explain’ es una canción de power pop, pero vas a una tienda y no verás a The Who en la sección de power pop. Creo que el término no describe a Big Star, The Posies o The dB’s en toda su amplitud, si miras la profundidad de sus catálogos. Si te basas en lo superficial, en lo pegadizo de las melodías, quizá pueda colar que ‘September Gurls’ es una canción de power pop. ¿Pero ‘Holocaust’? Ni de coña”.
En los últimos minutos de la entrevista, el cantante de The Posies no quiere acabar sin agradecer a Houston Party la gira española. “Se trata de una manera muy especial de traernos a España, porque no estamos haciendo una sola fecha, sino cuatro shows. Es su vigesimoquinto aniversario y Jaime Hernández –el responsable de Houston Party– nos llamó y nos lo explicó. Nos dijo: ‘¿creéis que esto sería posible?’. Y pusieron todos sus esfuerzos para que fuera una realidad. O sea que… ¡muchas gracias, Jaime!”. ¿Habrá más celebraciones de Big Star por el mundo? Stephens: “Si alguien lee Rockdelux en Japón y tiene poder… ¡Llámame!”. La revista es más influyente en el mercado latinoamericano que en el asiático, me temo. “¡También nos vale!”, remata Stephens, resplandeciente y optimista, embutido en una sudadera del número uno de Big Star. ∎