Batería expansiva. Foto: Louise Mason
Batería expansiva. Foto: Louise Mason

Entrevista

Valentina Magaletti: “¡¿Quién dijo que la batería no es para mujeres?!”

La baterista y multinstrumentista italiana emerge como una de las compositoras de avanzada de la actualidad. Inquieta y atrevida en la creación, poseedora de una técnica tan depurada como versátil y enraizada en su formación jazzística, Magaletti hace de la percusión un vehículo para la exploración artística y el activismo social.

Una mujer y una batería. El sol comienza a despuntar y bañará de oro el muro de piedra caliza que se alza de fondo en el imponente parque natural de las Cuevas de Fantiano, en Grottaglie. Es una de esas localidades “secretas” del sur de Italia, donde la península comienza a cerrar su forma de bota.

“Secreta”, como gusta llamar a los agentes turísticos con el imán clavado en la palabra, pero no para Valentina Magaletti, la mujer tras la batería. La aclamada percusionista y compositora, cuyo crédito está registrado en trabajos en solitario y otros asociados a una larga y variada lista de bandas y proyectos como Vanishing Twin, Holy Tongue, Tomaga o Moin, entre otros, nació a una hora de Grottaglie, en Bari, capital de la región de Apulia.

Aun así, la propuesta le fue imposible de rechazar: tocar en medio de un escenario natural como el que ofrecen las Cuevas de Fantiano, una antigua mina rescatada del olvido y de convertirse en un vertedero ilegal, no se consigue todos los días. Aun cuando implicase madrugar en uno de los pocos días libres que le va quedando a una abarrotada agenda que en las últimas jornadas la ha tenido entre Londres, París, Tokio y Sicilia. Y aun cuando la alta producción no derivase en nada más que un breve clip de redes sociales.

El vídeo colgado en la cuenta de Instagram de Magaletti da cuenta de la “surreal” experiencia, como ella misma la catalogó. El encuadre y la fotografía traen a la memoria al maestro del cine armenio Sergei Parajanov. Son solo 20 segundos en loop, en los que se la ve experimentando sobre un reducido kit de batería complementado por un modulador electrónico, un vibráfono y un altavoz: una de las muchas configuraciones que suele utilizar, dependiendo de la circunstancia y con quién ha de tocar.

Magaletti, provocadora, le da el título de “Madame The Sun”. No es trivial: el sexismo y la discriminación sexual son parte de la columna vertebral discursiva en la obra de la multinstrumentista. Queda de manifiesto en álbumes como “A Queer Anthology Of Drums” (Takuroku, 2022) y en el EP “Lucha libre” (Permanent Draft, 2024), por nombrar algunos ejemplos.

Música, arte y discurso en una obra en la que las palabras se suelen ausentar y no se echan en falta. En cambio aparecen el ritmo, el pulso, las texturas y la vibración de las percusiones. Un lenguaje que toma de base el free jazz y la inquietud exploratoria del avant-garde.

Esto último se ve en “Particle”, la pieza audiovisual realizada en colaboración con la artista sonora María Chávez. Magaletti aprovecha literalmente todo lo que encuentra en una fábrica abandonada para generar sonido: desde fierros y la superficie de una piscina vacía que golpea con ahínco a escombros que toma y arroja para hacerlos estallar. Todo es percusión. Y así queda en claro en la mezcla, donde los juegos de Magaletti se unen a las atmósferas electromagnéticas de los platos de Chávez. Surrealismo, dadaísmo, art brut.

Por alguna razón, los 20 segundos de “Madame The Sun” resultan tan sustantivos como cualquiera de esas menciones. Quizá porque ofrecen una síntesis del imaginario de Magaletti: la obsesión audiovisual, la relevancia de lo conceptual, el feminismo y –lo más importante– la batería como centro de su universo.

Electromagnética. Foto: Louise Mason
Electromagnética. Foto: Louise Mason

Cuestión de beats

Viernes 23 de agosto. Día de estrenos en la industria musical y, entre las novedades, hay dos en las que resalta un denominador común: el nombre de Valentina Magaletti.

Holy Tongue, la banda conformada inicialmente por la italiana y el DJ inglés Al Wooton a la que luego se uniría el bajista japonés Susumu Mukai –más conocido como Zongamin, compañero de Magaletti en Vanishing Twin–, presentó su segundo álbum, “The Tumbling Psychic Joy Of Now” (AD 93, 2024), en el que cuentan con la colaboración del productor inglés Sam Shackleton, alias Shackleton.

En “The Tumbling…”, Holy Tongue expande el universo sonoro que, desde 2020, ha creado tomando la base rítmica del dub y las posibilidades de la electrónica, ofreciendo seis pistas que asemejan junglas llenas de polirritmias, experimentación y motivos que van desde la psicodelia al cosmopolitismo.

El estreno de Holy Tongue coincidió con el de “Rápido”, el segundo adelanto de “Estradas” (Latency, 2024), álbum que se publicará este viernes 13 de septiembre y que une por primera vez a Magaletti y a la artista afroportuguesa de electrodance Nídia. Un combo que, según la propia italiana, no se vio frenado ni por la barrera lingüística ni la brecha generacional: “Nos comunicamos a través de los ‘beats’”, explica Magaletti.

“Soy una persona muy espiritual. No soy buena meditando, pero siento que la batería es mi manera de liberarme de las ataduras del mundo moderno”

La conexión entre ambas queda de manifiesto en “Rápido”. También en “Mata”, el primer sencillo que presentó el dúo. Ambos destacan por su pulso urgente y una evocación furtiva en la que se despliegan polirritmos análogos y digitales en clave afrolatina. Bien podrían musicalizar la escena de una fuga a toda velocidad. “Mata”, de hecho, es un tema de supervivencia frente al femicidio, en el que Nídia repite “Que me mata” una y otra vez sobre el beat, con un tino rítmico inapelable y una frialdad que estremece.

“Estradas” y “The Tumbling Psychic Joy Of Now” se suman a otros estrenos de Magaletti en lo que va del año. En marzo, la italiana publicó el EP “Lucha libre” –parte de su proyecto solitario– y, en mayo, “A Drink With The Queen Of Wands”, un sencillo en colaboración con el colectivo de percusionistas ávidos de exploración Hiiit.

Al extender la vista a 2023, aparecen “Afternoon X”, el cuarto disco de Vanishing Twin, trío que ata la psicodelia y el avant-pop con la ciencia ficción. También “Deliverance And Spiritual Warfare”, el álbum debut de Holy Tongue, además de “Continuous Miracles”, segundo volumen del drone cósmico y experimental de Better Corners y el fenomenal “Suono assente” (AD 93, 2023), álbum de Magaletti con Zongamin. El trabajo de la italiana es tan versátil como prolífico.

Experiencias y colaboraciones. Foto: Louise Mason
Experiencias y colaboraciones. Foto: Louise Mason

De Bari a Londres

Magaletti habla sentada frente al ordenador desde su habitación en Londres, rodeada por muros en los que apila una colección cercana a los seis mil discos de vinilo. Por allí se encuentran álbumes de Elvin Jones, el “Heavier Than Death In The Family” (2002) de los japoneses de culto Les Rallizes Dénudés o su más reciente adquisición, “Il banditore” (1974), del percusionista y performer italiano Enzo Del Re, quien solía cantar acompañado nada más que de una silla de madera a la que golpeaba rítmicamente con sus manos. “Ya no me puedo mover de aquí”, dice Magaletti entre risas.

A la capital inglesa llegó hace tantos años que prefiere no contarlos –así como tampoco su edad–. Dice que su traslado desde Bari fue un paso natural en su crecimiento musical. En Italia, asegura, tocó con todos con quienes podría haberlo hecho. Comenzando por Agostino Marangolo, baterista reconocido por su trabajo en Goblin, banda prog-rock que consiguió amplia notoriedad en los setenta tras componer las bandas sonoras de las principales películas de Dario Argento, como “Rojo profundo” (1975).

Marangolo fue su profesor y maestro cuando la joven Magaletti se formaba como percusionista en el conservatorio. Con él aprendió la técnica, se hartó del rock progresivo y descubrió el jazz: primero fue el bebop –las referencias a Elvin Jones y Art Bakley son ineludibles para ella–, luego el espiritual y finalmente el free jazz. “Es lo que más escucho actualmente”, afirma.

“Para mí la música es como la pintura: se trata de crear texturas que van y vienen, donde nada prevalece sobre el otro. No hay egos entre los instrumentos. Todos se buscan en pos del todo. La batería es simplemente parte de eso. Por eso amo a Maureen Tucker, de The Velvet Underground”

En “La tempesta colorata” (A Colourful Storm, 2022) se aprecia la depuración de los recursos de los que Magaletti dispone en su lenguaje musical: una atmósfera etérea envuelve las delicadas texturas que consigue redoblando sobre bordes de tambores y platillos; a ello añade la modulación de unos golpes a mano abierta sobre su cuerpo y unos gritos primitivos que surgen espontáneos en medio de la performance, muy al estilo de Milford Graves. Ritualismo, free jazz y dadaísmo. “Soy una persona muy espiritual. No soy buena meditando, pero siento que la batería es mi manera de liberarme de las ataduras del mundo moderno”, explica Magaletti.

Desde que reside en Londres, la italiana formó Vanishing Twin, Holy Tongue, Better Corners, Moin, UUUU –junto a Graham Lewis, de Wire, y Thighpaulsandra, de Coil–, y se anotó colaboraciones con artistas tan variados como Malcolm Catto (The Heliocentrics), Charles Hayward, Nicolas Jaar, Mica Levi, Sampha, Bat For Lashes y Gruff Rhys, entre otros. “Acá las posibilidades son ilimitadas”, apunta.

En 2017, por ejemplo, fue invitada a participar en The CAN Project, un evento que celebró los 50 años de CAN, la legendaria banda krautrock, y que estuvo encabezado por su propio miembro fundador, Irmin Schmidt. En aquella ocasión, Magaletti tuvo la oportunidad de ponerse en el papel de una de sus grandes influencias, Jaki Liebezeit, y de tocar en un supergrupo conformado por Thurston Moore, Deb Googe, Steve Shelley, Tom Relleen, James Sedwards, Pat Thomas y el vocalista original del conjunto alemán, Malcolm Mooney. “Si mantienes tu integridad, terminarás en el mundo que te corresponde. Así es como han surgido las colaboraciones para mí. La gran mayoría se dieron de forma muy natural”, comenta.

Esa integridad se puede identificar en su aproximación a la batería. Teniendo todos los recursos técnicos para entregarse al maximalismo virtuoso, opta por el minimalismo. “Odio todo ese exhibicionismo técnico, como el del ‘gravity blast’, es jodidamente aburrido. No es lo que me interesa. Para mí la música es como la pintura: se trata de crear texturas que van y vienen, donde nada prevalece sobre el otro. No hay egos entre los instrumentos. Todos se buscan en pos del todo. La batería es simplemente parte de eso. Por eso amo a Maureen Tucker, de The Velvet Underground”, dice.

Batería abierta. Foto: Louise Mason
Batería abierta. Foto: Louise Mason

La batería frágil

En 2017, Magaletti recibió una propuesta desde el Museo de Bellas Artes de Tours, en Francia. El artista local Yves Chaudoue͏̈t había creado un kit de batería hecho completamente de porcelana. ¿Quería Magaletti ser el conejillo de indias encargado de probarla frente a la audiencia del establecimiento? Claro que sí. “Solo tuve un par de horas para estudiar el material y su fricción. Probé usando baquetas de goma, plumillas de metal, cañas de madera, para conseguir alguna sonoridad particular de la cerámica”, cuenta. Así nació “Batterie fragile”, un experimento que devino EP y que se ha replicado en festivales y otras instancias, transformándose en un sello de la italiana. “Me abrió un mundo conceptualmente. La batería siempre ha sido concebida como un instrumento para hombres, algo supermacho; así que fue muy inspirador utilizar un kit de un material tan frágil como la cerámica. Por eso la llamamos ‘Batterie fragile’: la batería puede ser gentil, sinfónica, o lo que quieras que sea. ¡¿Quién decidió que no puede ser un instrumento para mujeres?! No lo entiendo”, expone.

La experiencia de “Batterie fragile”.

Esa misma inquietud la llevó a involucrarse con el proyecto “Basta Now. Women, Trans & Non-binary In Experimental Music” (2024), ensayo de la poetisa francesa Fanny Chiarello que recoge la historia de 2371 mujeres trans y no binarias asociadas a la música experimental. El libro y el EP “Lucha libre” –que se desprende del primero– fueron editados este año por Permanent Draft, el sello discográfico y editorial fundado por Magaletti y su compañera, la artista sonora Marta Salogni, ingeniera de sonido y mezcladora del más reciente álbum de Depeche Mode, “Memento Mori” (2023). Magaletti cuenta que el libro ha tenido gran éxito, aunque también algunas críticas de quienes no parecen haberlo entendido. “Un día recibí un email de un tipo diciendo: ‘¿Y desde cuándo es importante de qué sexo es quien hace música?’. ‘Exactamente’, le respondí. Ese siempre fue mi maldito punto. ¿Por qué el sexo debería ser importante? ¿Y por qué, entonces, son solo los hombres los que reciben reconocimiento?”.

Tras “Basta Now…”, Permanent Draft prepara el lanzamiento del disco debut de Irene Bianco, percusionista danesa que sigue la línea experimental que interesa a Magaletti. Ella, mientras tanto, no baja el pulso y se apresta para una tanda de estrenos: pronto con Nídia y Moin; nuevos trabajos en desarrollo con Shackleton, Fanny Chiarello y la banda japonesa Goat, a la que conoció en una reciente visita a Tokio. La temporada festivalera de 2025 también aparece en el horizonte: su participación en las próximas ediciones de Roskilde y Sónar ya está asegurada. ∎

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