Guerrillera electrónica.
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Nídia

Ritmo de batalla

Fotos: Marta Pina

16.01.2024

Nídia es uno de los puntales sonoros de la diáspora africana en Portugal. En “95 MINDJERES” ha vuelto a los ritmos bailables, actualizando el legado de la batida para rendir homenaje a una guerrilla formada únicamente por mujeres que contribuyó a la lucha por la independencia de Guinea-Bisáu y Cabo Verde.

N

o es casual que el título del tercer álbum de Nídia“95 MINDJERES” (Príncipe, 2023)– lleve la palabra “mujeres” escrita en la lengua criolla de Guinea-Bisáu (“mindjeres”) en vez de en portugués (“mulheres”). Tampoco que esté estilizado en mayúsculas. La joven productora portuguesa que debutó siendo aún una adolescente como Nídia Minaj –sigue declarándose fan de Nicki, pero hace años que es simplemente Nídia– cree en la intención de cada gesto y en la dimensión política de su música.

“Nídia é má, Nídia é fudida” (Príncipe, 2017), su primer álbum, se sintió como un reventón en toda la cara: un cóctel sonoro desde el gueto que remitía a la constelación de ritmos como el kuduro angoleño, la funaná caboverdiana o el tarraxo que llevaba diez años bullendo en los barrios mayoritariamente negros de las afueras de Lisboa. El ya legendario sello Príncipe –fundado por un grupo de amigos blancos junto a DJ Marfox como plataforma para la escena– llevaba tiempo registrando aquellos sonidos con sus lanzamientos y con una fiesta mensual en Musicbox, un club del centro de Lisboa, ganando reconocimiento dentro y fuera de Portugal. Pero tanto aquel primer disco como el segundo, “Não fales nela que a mentes” (Príncipe, 2020; entre los mejores discos del año para Rockdelux), de tempos más lentos y tonos más oscuros, hacían evidente una imperiosa necesidad de libertad, de plasmar un estilo propio que la llevó a producir para Fever Ray y a remezclar a Elza Soares, Kelela, Sudan Archives o Perfume Genius.

Nídia pasó su niñez en un barrio al sur de Lisboa, pero se mudó a Burdeos con su madre cuando tenía 14 años. La distancia y el desarraigo la empujaron a aprender a hacer música en Maschine y FL Studio para tratar de armar los ritmos que recordaba haber bailado con sus amigas en la calle. Cuando hablamos por FaceTime en portuñol, saltando a alguna que otra frase socorrida en inglés, Nídia cuenta que sigue utilizando los mismos programas de software para producir, además de las cajas de ritmos Impact, que se han convertido en una herramienta fundamental en su sonido.

Liberación femenina.
Liberación femenina.


Es la primera vez que tu música tiene connotaciones políticas tan claras.

El título surgió cuando el disco ya estaba terminado. Buscaba un nombre para el álbum y mi mánager me dio la idea de empezar a investigar la historia de los movimientos de liberación de Guinea-Bisáu y Cabo Verde, los países de donde vienen mis padres. Lo primero en lo que pensamos fue en el PAIGC, el Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde. Pero no quería ponerle el nombre de un partido político al disco. Luego encontramos la historia del ejército de las 95 mujeres y me pareció perfecta para la música.

Yo ya había oído hablar de Teodora Gomes y de Titina Silá, que lideraron a todas estas guerrilleras y activistas, pero hay muchas otras historias, muchas otras mujeres que lucharon por la independencia de Guinea-Bisáu y de Cabo Verde. Me pareció bonito celebrarlas a través de este disco. Aunque yo no he vivido nada parecido a una guerra, siento que al final hay algo que me une a esas 95 mujeres, además de mis orígenes. Como ellas, yo también soy una mujer luchando en un mundo de hombres.

¿Cómo afrontaste el proceso de creación de “95 MINDJERES”?

Trabajé a la vez en todos los temas. Ni siquiera puedo recordar cuál de las pistas terminé primero, porque suelo avanzar en todos los archivos al mismo tiempo. Pero llega un momento en el que todo empieza a cobrar sentido. La gente de Príncipe me ayudó a seleccionar los temas que irían en el disco, porque yo hago demasiadas pistas. Tengo carpetas llenas de temas…


“Buscaba un nombre para el álbum y mi mánager me dio la idea de empezar a investigar la historia de los movimientos de liberación de Guinea-Bisáu y Cabo Verde, los países de donde vienen mis padres. Luego encontramos la historia del ejército de las 95 mujeres y me pareció perfecta para la música”



¿Hay algo que te haga sentir especialmente orgullosa de esta remesa de temas?

Siento que en lo que más he crecido es en mi habilidad para crear melodías. Siempre empiezo a trabajar a partir de los ritmos. Construir los ritmos es lo que me sale de forma más natural. Tengo cientos de carpetas con cualquier ritmo que puedas imaginar, de tarraxo, salsa, techno… ¡Cualquier cosa!

Una vez que tengo un ritmo montado, me toca sentarme al teclado y empezar a probar progresiones melódicas. Mis melodías están totalmente basadas en la improvisación. No tengo ninguna base de teoría musical, así que es cuestión de ir probando acordes hasta dar con algo que funciona. Creo que cada vez se me da mejor.

¿Cuál fue el mayor reto al trabajar en el álbum?

Si te dijera que hay algo en estos temas que se me hizo difícil, te mentiría. No suelo bloquearme. A veces me toca saltar de un archivo a otro, según lo inspirada que esté. Pero hago música porque me divierto. La música me sale sola. Por eso disfruto tanto lo que hago.

Tu música transmite esa sensación. Todo se siente fácil y natural.

Este disco está muy marcado por mi experiencia como DJ en los últimos años. Soy una DJ muy intuitiva. No me interesan las transiciones. No me preocupan las mezclas perfectas. No quiero respetar la energía de ciertos momentos si mi impulso es saltar a otra cosa después, porque ahí es donde me lleva la música. Sé lo que me pide el cuerpo cuando estoy pinchando un tema, y eso es justo lo que me transporta al siguiente. No suelo preparar demasiado mis sesiones. No me lo pienso mucho.

Supongo que al formar parte de la comunidad afroportuguesa, estuviste expuesta a la batida desde pequeña.

No recuerdo cuando escuché esos ritmos por primera vez, pero seguro que fue de niña. Esa música siempre ha formado parte de mi vida. Sonaba desde las ventanas de los bloques, en los coches que cruzaban por el barrio. Estaba por todas partes. Mis amigas y yo nos inventábamos bailes en la calle cuando éramos pequeñas.

¿Cómo fue crecer en Vale da Amoreira, el barrio a las afueras de Lisboa donde te criaste?

Mi infancia en Vale da Amoreira fue feliz. Lo pasaba genial. Siempre estaba jugando en la calle y tenía muchas amigas y muchos amigos. El barrio estaba lleno de niños. Jugábamos al fútbol, al baloncesto y al béisbol. No parábamos por casa. Siento que cada vez quedan menos barrios sociales. Esa parte de Lisboa está desapareciendo.

Música para el cambio.
Música para el cambio.


Como muchas otras ciudades del sur de Europa, Lisboa lleva años atravesando un proceso de gentrificación brutal.

Me cuesta mucho reconocer la ciudad donde yo crecí en la Lisboa de ahora. Se ha convertido en un destino para extranjeros ricos. Es imposible pagar el alquiler para cualquier persona normal, no ya de un piso, sino de una habitación. Hay muchos treintañeros que están teniendo que volver a vivir con sus padres. Están echando a la gente normal de Lisboa. Y la situación cada vez está peor.

La sanidad cada vez está peor. La educación cada vez está peor. Hace meses, una vecina mía acabó muriéndose antes de que la llamaran del hospital. Era una señora mayor que llevaba muchos meses en lista de espera para operarse. El país entero se ha convertido en un patio de recreo para turistas y jubilados ricos. Y la dimisión de António Costa va a hacer que las cosas se pongan todavía más difíciles.

¿Crees que la vida de los portugueses y las portuguesas negras ha mejorado en los últimos años?

Portugal sigue siendo un país racista. Aún hay mucha gente blanca que no quiere que sus hijos jueguen con niños negros o que acaben casándose con gente negra. Pero es cierto que las cosas han cambiado, que el racismo ya no es tan fuerte como antes. Es un país más abierto. Pero aún falta mucho por hacer.

La música también puede ayudar a acercar a la gente; sobre todo la música de baile.

Totalmente. La música puede empujar el cambio. Por un lado, es diversión pura y dura y sirve para evadirse. Pero también puede ser una forma de protesta. Cuando pienso en Portugal y en la convivencia entre gente como yo, portugueses negros que provenimos de las antiguas colonias portuguesas, y los portugueses blancos, siento que la música y la cultura han sido fundamentales para acercarnos.

Puede que tú seas blanco y yo negra, que vengamos de sitios completamente distintos, de familias que no tienen nada que ver. Pero los dos amamos la música. Y seguramente los dos vayamos al mismo club a escuchar la misma música y nos encontremos allí. La música también es un punto de encuentro y puede acercarnos. ¡Tú y yo ni siquiera estaríamos hablando si no fuera por la música!


“Es que yo soy europea. Nací y crecí aquí. Esa mezcla está dentro de mí. Además, el techno, el house y el hip hop también tienen su origen en África. También son músicas negras. Por eso funcionan tan bien al fundirse con los ritmos y las melodías del kuduro, el tarraxo y todo eso”



Tu sonido también se alimenta de ese intercambio. Tiene la herencia africana, pero también una influencia muy marcada del techno, el house o el hip hop, músicas predominantes en los clubes de Europa y Estados Unidos.

Claro, pero es que yo soy europea. Nací y crecí aquí. Esa mezcla está dentro de mí. Además, el techno, el house y el hip hop también tienen su origen en África. También son músicas negras. Por eso funcionan tan bien al fundirse con los ritmos y las melodías del kuduro, el tarraxo y todo eso.

Has vuelto a trabajar con Fever Ray, con quien has coproducido “Looking For A Ghost” para su último álbum.

Disfruté más trabajando con Karin esta vez porque hablamos bastante antes de meternos en faena. Yo ya había hecho un tema de su anterior álbum (se refiere a “Plunge”, de 2017) y en aquel momento no nos conocíamos. Fue algo mucho más fortuito e improvisado. Pero esta vez las dos teníamos una idea muy clara de hacia dónde había que ir. Me encanta lo que hicimos.

¿Con qué otros artistas te gustaría trabajar?

Bueno, estoy obsesionada con Nicki Minaj desde que era pequeña. También me gustaría hacer algo con Black Coffee. Y últimamente estoy escuchando mucho a Mansur Brown.

¿Qué sueles hacer cuando no estás produciendo?

Me encanta estar con mi familia y salir con mis amigas. Bueno, y me gusta mucho la PlayStation. Paso horas con la consola. ¡Pero solamente juego al Apex Legends! ∎

Lisboa también es negra: el sello Príncipe en siete discos

NÍDIA
“95 MINDJERES”
(2023)

Con Nídia en el apogeo de su destreza como productora, “95 MINDJERES” la lleva de vuelta a los confines del club tras explorar los contornos del hip hop y el trap más apesadumbrado en “Não fales nela que a mentes” (2020). La energía de este tercer álbum es diametralmente opuesta a la de aquel disco, algo que queda claro desde que “É COMO?” abre los fastos con un revolcón de percusiones enlatadas y un bombo imparable. El dominio del ritmo es algo innato en Nídia: las secuencias de percusión siguen sonando tan eufóricas e imperiosas como en “Nídia é má, Nídia é fudida” (2017). Pero su música ha ganado en profundidad, dinámicas, detalle y riqueza melódica (las guitarras oníricas de “To La”, las flautas serpenteantes de “Mindjeres” o esas líneas sintéticas como de fibra de vidrio que lo recubren todo).

XEXA
“Vibrações de prata”
(2023)

Lo más experimental que jamás haya editado Príncipe, el debut de XEXA se abre con un espejismo de dos minutos que intenta reproducir el sonido del aleteo incesante de una libélula con un sintetizador. Desmarcada del legado del kuduro y la batida que siempre ha sido santo y seña del sello, la joven de Lisboa con orígenes en Santo Tomé y Príncipe parte de la herencia tribal africana para diseñar hábitats sonoros que bañan en texturas y ambientes futuristas la asfixia del gótico tropical y el trance de los rituales ancestrales. Algunas de estas pistas son composiciones que XEXA presentó como parte de sus estudios en Guildhall, la reputada escuela de música y arte dramático de Londres. Pero lejos de dejarse tentar por el virtuosismo o las pretensiones, esta música abstracta hace prevalecer el instinto, lo primario y lo sensorial, entendiendo el sonido como un espacio en el que adentrarse.

DJ DANIFOX
“Ansiedade”
(2023)

El disco más elegante que ha publicado Príncipe hasta la fecha. Igual que Nídia, DJ Danifox (que formó Tia Maria Produções con DJ Lycox, Puto Márcio y B.Boy) pertenece a la tercera generación de productores de la escena, pero su saber hacer y su talento están muy cerca de superar las habilidades de los padres del género. Como luces en la lejanía, los bajos digitales que parecen tocados, los chasquidos, el siseo de platillos y el zumbido de varas toman todo el protagonismo. Ante la dependencia absoluta del volumen, el efectismo y las sacudidas de graves en la música de club del siglo XXI, DJ Danifox aboga por repensar la incitación al baile desde un sonido orgánico, suave, en constante equilibrio entre la claridad y las sombras, del que ya había dado pistas en el EP previo “Dia não mata dia” (2022) y cuyo misterio alcanza todo su esplendor aquí.

DJ LYCOX
“Kyzas do Ly”
(2020)

La referencia más sensual y dulce de Príncipe. DJ Lycox superó el hito que ya supuso su fenomenal primer álbum, “Sonhos & pesadelos” (2017), con cuatro temas irresistibles (apenas doce minutos en total) que son todo un monumento a la kizomba. Tomando la delicadeza y el vaivén del ritmo surgido en Angola hace décadas, DJ Lycox (que creció en Miratejo, al sur de Lisboa, pero vive en París) combinó las texturas cromadas de las cuerdas y las flautas sintéticas con graves, bajos y percusiones que fijan melodías perfectas, enarboladas como guirnaldas. Verdadera cima de la escudería lisboeta, “Kyzas do Ly” es más, mucho más, que una invitación al baile en las distancias cortas: es pura expresión. El recuerdo mojado del romance de dos cuerpos sudorosos rozándose entre la gente en la fiesta de una noche sofocante. Una ternura inolvidable.

DJ NIGGA FOX
“Cartas na manga”
(2019)

Ningún productor de Príncipe había demostrado una ambición semejante hasta que DJ Nigga Fox lanzó este primer y hasta el momento único álbum, cuyo título no da lugar a equívocos: aquí hay un arsenal de trucos que (tema tras tema, gancho tras gancho) funden la paleta de ritmos de la afrodiáspora lusófona con una visión del sonido única, nítida y completamente avanzada que más tarde expandió el cerco de estilos con los cuatro temas (también formidables) de “Música da Terra” (2022). El festín de “Cartas na manga” se abre con las trompetas simuladas de “Quebas”, una llamada de atención para congregarnos en torno a un espectáculo frenético de ritmos y sensaciones. ¿De qué están hechos los graves que engordan “Nhama”, “Faz a minha” o “Vicio”? ¿Es posible que alguien haya podido sacarse de la cabeza “Talanzele”? ¿De dónde surge el misterio de “Água morna” o “5 violinos”? Sea lo que sea el afrofuturismo, tiene que ser algo muy parecido a esto.

DJ MARFOX
“Chapa quente”
(2016)

El testamento definitivo de DJ Marfox tras su EP “Eu sei quem sou” (2011), la referencia fundacional de Príncipe. Según los rumores, fue él quien acuñó el término “batida” para definir el crisol de ritmos de las fiestas de las comunidades afrodescendientes en los suburbios de Lisboa. Convertido en A&R de Príncipe, su huella en el sello puede sentirse mucho más allá de sus propios temas: sin ir más lejos, fue él quien descubrió a Nídia y a DJ Nigga Fox y los fichó con el sello. La onda expansiva de esta bomba del también miembro de la mítica cuadrilla de productores DJs di Guetto aún perdura hoy: de la ráfaga de flautas que hechiza la frenética “2685” a los gozosos arreglos metálicos que bordan “Tarraxo Everyday” o el ritmo infeccioso de “Cobra preta”. ¡Cuidado con esto que quema!

DJ FIRMEZA
“Alma do meu pai”
(2015)

El corte que abre y titula este primer EP de DJ Firmeza es varias veces más largo que un tema típico de batida. Pero el productor de Lisboa, que tenía veinte años cuando salió esto, necesitaba explayarse para rendir homenaje a la memoria de su padre, que había muerto poco antes. Los más de seis minutos de ritmos en rodillo ofician una elegía más cercana a la celebración que al llanto. En un impresionante despliegue de percusiones y quiebros, estos seis temas evidenciaron que, a diferencia de Nídia y muchos de sus compañeros en Príncipe, DJ Firmeza no estaba tan preocupado por la melodía. Los ritmos gobernaban sus producciones, desatando la locura. ∎

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