Álbum

bar italia

Some Like It HotMatador-Popstock!, 2025

“Five Years”, como la apocalíptica canción de Bowie. Es lo que ha tardado bar italia –escrito en baja, me recuerda un bar de Verona fanático del Duce; nada que ver con la banda, por supuesto– en ser bar italia: casi nada. No solo han lanzado cinco LPs y tres EPs, dando el salto del sello World Music a Matador en tres años, sino que también han contado con el beneplácito de la prensa musical más selecta, afianzando su presencia en festivales como Paredes de Coura, Primavera Sound, Glastonbury o Corona Capital. Si bien su mayor logro es, para mí, que hayan sabido generar tal expectación. Eso, en una liga intermedia ajena a los grandes estrellatos y al underground, valga la redundancia, oculto, vale lo que un buen puñado de diamantes. El trío londinense no es, a estas alturas, un next big thing ni presunto hype. Posmodernos pero abiertamente rockeros, engrasados como nunca, y no por ello menos excitantes, han superado su estatus de grupo de culto para subirse a “su” tren en marcha, evocando el “Fanfare d’amour” en que se inspiró la película de Billy Wilder a la que da título el disco.

Nina Cristante, Jezmi Tarik Fehmi y Sam Fenton se lo han tomado esta vez con una seriedad paradójica, si nos fijamos en dicho título, un tanto inesperado para un proyecto que empezó siendo tan críptico, inquietante y arty: “Some Like It Hot. Como la legendaria comedia de Wilder, sí. Quizá sea la declaración de un estado de ánimo: es evidente que se saben escénicamente potentes y se lo están pasando bárbaro en los shows. Y parecen haber dejado atrás su lado más slacker, lo-fi y shoegaze (que podía pecar de fullero a veces, incluso en un trabajo tan chulo como “The Twits”, 2023) para abrazar definitivamente un sonido rockero con las sumas de electricidad bien colocadas ahí, en cotas de diferente intensidad; a las que se suma el apropiado toque pop gracias a la química vocal, así como el trabajo en las estructuras de canciones, bien confeccionadas. Disponer de tres cantantes/compositores en un grupo es una bendición –los artistas ególatras se lo pierden–; este es de hecho uno de los grandes fuertes de bar italia. No descubro nada. En una entrevista firmada por Ana Dara Peña Giraldo para esta cabecera, dice Cristante: “Cada cual escribe lo suyo con total libertad. Por eso es curioso escuchar lo que la gente interpreta después”. Cierto. La elasticidad de este grupo saca al rock contemporáneo de lugares confortables.

“Cowbella” fue el primer single y el hecho de que los fans ya lo estuviesen pidiendo este verano en sus conciertos –doy fe– era una buena señal. Fehmi es quien comienza con fuerza y estilazo (“I’ve got a lot of friends, got a lot of friends / But not many like you”) para ser replicado por sus compañeros, destacando Nina (ese “ah ah”, pertinente y sensual; acuchillando palabras: “Did she keep on pushing ‘til she got what she want?). El lirismo del tercio italiano de la banda se exhibe en temas como “Marble Arch” y “bad reputation” –una especie de vals envenenado y bellamente arreglado–, capaces de extraer su faceta más dulce. Dulzura engañosa, claro, porque Nina muestra una actitud “Yes, I’m a witch” permanente (y está guay, no hay ni que decirlo). Fenton, por su parte, conmueve especialmente en “Plastered”, balada crepuscular. “Fundraser” fue el segundo sencillo, todo un cañón para empezar el álbum. Dentro del trío Fehmi/Cristante/Fenton, afilado en lo guitarrístico, será el primero el que brille en su clímax, como un Robert Smith en un día de furia. ¿Uno de los mejores temas de toda la discografía del grupo? Io credo di sì. “Lioness” gustará a la sección siniestra pues combina espíritu new wave con acusticidad cáustica.

“I Make My Own Dust” termina con la Cristante más punk, quien, aunque haya mostrado predilección por Lana Del Rey, aquí me evoca a Kim Gordon en modo salvaje. “Eyepatch” atrapa desde el primer riff, es inapelablemente rockera, sin caer en penosos lugares comunes: se va construyendo como varias canciones en una, y eso es lo que la convierte en uno de los momentos más calientes del elepé. Rockista, sexi y convincente es “rooster” –puede decirse lo mismo de “omni shambles”, corte de urgencia muy dos mil–, donde Fenton canta “I was lost to the world from the moment we kissed” y Nina le da una réplica rugosa y perversa (“You can’t resist me”, canta). Fehmi es el contrapunto perfecto para cerrar de nuevo el triángulo. Es su fórmula, y esta vez la bordan. La semana que viene los tenemos de vuelta por aquí: el 23 en La (2) de Apolo (Barcelona) y el 24 en la sala Mon (Madrid). ∎

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