EP

Barry B

INFANCIA MAL CALIBRADAUniversal, 2025

Nunca dejará de sorprenderme que en el epicentro de la escena que ahora mismo está planteando las cosas más interesantes a nivel pop en nuestro país, en la intersección entre los rusia-idk y la casa-estudio El Royale, se libre una especie de contradicción. Y mientras Ralphie Choo, rusowsky, nusar3000 o DRUMMIE apuestan por una deconstrucción propositiva de los preceptos del pop comercial, en el otro extremo Teo Planell, Roy Borland, TRISTÁN! o Barry B se rinden a los clásicos y dan con un sonido vamos a decir recesivo, revivalista, que bebe del pop-rock, del folk, o en general de esa genealogía The Beatles / Oasis / The Strokes / El Canto del Loco que parece ineludible para esta generación, y también relativamente poco ampliable.

El caso de Barry B es especialmente curioso: al principio más vinculado a los rusia y por lo tanto a un sonido más urbano, con el tiempo ha ido reconciliándose con sus referencias más rockeras, pero su forma de enfrentar el clasicismo no es gótica, experimental, glitcheada o desdibujada, como en el caso de otros compañeros, sino más bien macarra, un poco hetero, clásicamente pop-rockera: en sus canciones no cabe la sensibilidad de un Bon Iver, por ejemplo, sino más bien la narrativa cortavenas de las bandas del emo comercial o el lloriqueo estándar de rockero abandonado. Más bien un satélite tanto para rusia-idk como para El Royale, lo sorprendente es que siga manteniendo su discurso artístico, mucho más formulado, aunque sea solo sobrevolando ese universo al mismo tiempo que colabora con Carolina Durante, ídolos del rock alternativo nacional, y con Aitana, la popstar del país, abriéndose poco a poco camino como uno de los artistas más estimulantes para la nueva juventud y la apuesta más clara de Universal en este sentido.

Es inevitable pensar que en esta línea va su nuevo EP, “INFANCIA MAL CALIBRADA”, que sigue casi inmediatamente al éxito de “Yo pensaba que me había tocado Dios” durante un intenso verano de gira por festivales de toda nuestra geografía y de “TRANKIS”, y que, además, aprovecha para abrirse ligeramente hacia otras tendencias aparentemente alternativas pero más o menos mainstream recientes. A lo largo de siete canciones compuestas en general junto con su pareja, la también cantante y compositora Gara Durán, Elías Maro –colaborador de Aitana y responsable de parte de este sonido neo-pop-rock-sonorámico– y St Woods, que también ejerce como coproductor de la mayor parte del trabajo, el arandino pretende reconciliarse con los sonidos de su infancia, pero básicamente lo que hace es interiorizar el libro de estilo de Alizzz: dicción urbana y referencias anglo de los noventa/dos mil.

Con un par de obsesiones recientes, eso sí: el pulso club, reflejado en una “Monster Truck” –inspirada según él mismo ha contado en la experiencia de ver a Charli XCX preestrenar “brat” en el Primavera Sound 2023– que funciona porque Barry es uno de los mejores en el aspecto puramente melódico, pero que tampoco es que diste mucho de los mock-ups cluberos de artistas como Aitana, que se suben al carro sin saber muy bien a qué carro se suben; y Turnstile y su sonido más atmosférico, que emerge en la primera mitad de “Gigante de cristal” antes de rendirse a un groove rítmico o directamente en la homónima “Infancia mal calibrada”, aunque donde los de Baltimore responden con guitarrazos Barry refuerza la parte más evocadora de los sintetizadores indie pop.

A nivel lírico, y en contra de lo que hace pensar el EP, es la única canción, junto a la balada “VICTORIA” –dedicada a su hermana, que vive desde hace años en Australia–, que realmente enfrenta al artista, de nombre real Gabriel Barriuso, con sus traumas infantiles. El resto siguen la misma estructura de desamor, nostalgia y destino que también vehiculaban “CHATO” (2024). Y aunque no sorprenden, sí tocan, y hasta pueden llegar a emocionar. Es quizá el gran punto de Barry, ¿no? Que aunque temáticamente no sorprenda demasiado, y aunque todas las canciones sean en general reconocibles de un modo u otro –unas guitarras que te traen a The Strokes o a The Cure, un sinte full Stone Roses, una melodía a lo Ricchi e Poveri, un aire a Maná…–, no inventen nada y descansen en el poder evocador de la nostalgia, sus letras intensitas, su gran dominio melódico y su carisma hacen que te dé todo un poco igual. La fórmula es sencilla, pero en él también tremendamente efectiva. ∎

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