Desde que dejó The Coral, banda donde fue guitarrista-pirómano principal, Bill Ryder-Jones ha tenido tiempo de publicar bandas sonoras reales y ficticias, discos orquestales y acústicos, originales y regrabados, cubriendo casi todas las posibilidades a disposición de un artista de tan amplio espectro como el suyo. “Iechyd Da” es su quinto álbum y el primero con nuevas canciones desde “Yawn” (2018). En el ínterin, y especialmente desde la pandemia, ha tenido tiempo de producir a músicos como Michael Head (The Pale Fountains, Shack) con su nuevo proyecto, The Elastic Band, en su segundo álbum, “Dear Scott” (2022), o un par de singles para Yard Act.
Dejando aparte “If” (2011), su adaptación de la novela de Italo Calvino “Si una noche de invierno un viajero” (1979), grabado con la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra, “Iechyd Da” es su disco más ambicioso. Grabado en su completo estudio Yawn de West Kirby, pequeña ciudad costera de la Península de Wirral, en la sonora región del Merseyside al noroeste de Inglaterra, su título significa en galés “buena salud” –desde allí se divisa el País de Gales, en cuya isla de Ramsey se mató su hermano mayor Daniel, de 9 años, precipitándose por un acantilado ante sus ojos cuando él tenía 7–. Una predisposición familiar a la enfermedad mental ha inspirado la obra de este músico, también The Beatles, Wu-Tang Clan o The Zombies –bandas cuyos discos enriquecidos no se agotan con la primera escucha–, y la urgencia de exorcizar, partido a partido, los fantasmas del pasado.
“Iechyd Da” comienza con “I Know That It’s Like This (Baby)” y un fantasmal sample de “Baby”, tema compuesto por Caetano Veloso para Gal Costa. Suena a Michael Head por los cuatro costados, y peligrosamente también a Elliott Smith, Nick Drake o incluso Brian Wilson con esa foto promocional del músico rodeado de llamas andinas. Billy, el niño, canta: “though I’m too much, I’m not enough for you to love”. En la estigmatizante “A Bad Wind Blows In My Heart Pt. 3” –cuyas dos primeras partes pueden encontrase en su álbum del mismo título publicado en 2013–, su autor consolida el tono introspectivo de un timbre vocal que lo emparenta con maestros de la reflexión como Randy Newman, el mencionado Michael Head –que recita una parte del “Ulises” de James Joyce en “… And The Sea…”– o Jason Pierce, abarcando con ello casi tres generaciones de artistas de afiladísimo corte.
El góspel épico-fatalista de Ryder-Jones, músico superdotado que empieza a encontrar su sitio en el Olimpo a sus 40 años, alcanza varios cénits en el disco. Uno de ellos es la euforizante “We Don’t Need Them”, donde interviene un coro infantil que repite en “It’s Today Again” –sus acordes recuerdan a “Femme Fatale”, de The Velvet Underground– o en la pulsante “Nothing To Be Done” –que también tiene algo del “All Tomorrow’s Parties”–. “Iechyd Da” no pretende convertirse en experiencia dolorosa, sino predominantemente placentera a pesar de sus vaivenes emocionales y una lírica paradisíaca para cualquier psicoanalista. Es la sensación que transmite su portada: luces y sombras de una calle amplia y en pendiente, perfecta metáfora de una vida onerosa que se ofrece ante los ojos. “This Can’t Go On”, que podría haber salido del “Deserter’s Songs” (1998), de Mercury Rev, refleja un daño que desea ser reparado sin saber muy bien cómo: “I walked all night to The Killing Moon, got to get it right, and soon”. Los influjos benéficos de “Iechyd Da” se extienden incluso hasta Echo & The Bunnymen.
“Christinha”, uno de los temas más acústicos, posee algo de la vivacidad de Belle And Sebastian, aunque la visión vuelve a eclipsarse con “How Beautiful I Am”, formalmente un vals donde piano, guitarra, percusiones, cuerdas y, de nuevo, esos coros infantiles convierten el dolor en belleza. El álbum reitera esquemas con “Thankfully For Anthony” para terminar con otro título en galés, “Nos Da”, traducido “buenas noches”, resumiendo todo lo que nos acaba de ofrecer un autor en estado de gracia –también productor de la criatura con la colaboración estelar en las mezclas de James Ellis Ford, de Simian Mobile Disco– y alumbrado por un clasicismo que se nutre, como siempre se ha hecho, de la tragedia de la existencia tanto como de la búsqueda de la gracia salvadora –salud y amor–. Deseamos que la encuentre. ∎