“The Art Of Forgetting” no sería un disco de Caroline Rose si no pudiésemos describirlo como un giro respecto al inmediatamente anterior. De acuerdo, al inicial “America Religious” (2012) siguió otro tratado de americana,“I Will Not Be Afraid” (2014), pero “Loner” (2018), aunque también editado, como los posteriores, por el sello New West, era indie pop de inesperados brotes satíricos. Y con “Superstar” (2020), Rose se pasó a las herramientas sintéticas para diseñar un estupendo disco de concepto en torno a los vaivenes de la fama.
Este quinto álbum también cuenta una historia, una de amor, tanto por otra persona como quizá, sobre todo, por uno mismo. “Sabes que nunca supiste lo que valía / Honestamente, yo tampoco”, canta en “Miami” una artista que, esta vez, ha preferido dejar las máscaras (irónicas o no). Estamos ante una buena adición al subgénero del disco de ruptura, tanto con otra persona como quizá, sobre todo, con una versión anterior de nosotros mismos.
Como tantos otros notables álbumes recientes (los últimos de Sharon Van Etten y Heather Woods Broderick, el penúltimo de Indigo De Souza), “The Art Of Forgetting” es el resultado de una inmersión interior forzada por el encierro pandémico, en el caso de Rose empeorado por la desintegración de una prometedora gira y de una relación. Las canciones se convirtieron en una forma de salir del hoyo. Rose emergió finalmente a la luz con otro disco sorprendente, seguramente el más denso y dramático de su trayectoria.
De ella cabe esperar lo inesperado, pero aun así sorprende que “Love / Lover / Friend”, arranque sobre las complejidades del compromiso, derive en una expresión de emoción pura con voces guturales en la onda de Le Mystère des Voix Bulgares. La citada “Miami”, que suena simple en principio, con una delicada melodía beatleiana, acaba también en tormenta y desgarro. Lo que no significa que Rose haya perdido el gusto por el más estilizado pop digital: escúchese (una y otra vez) “Rebirth”, con un ritmo entrecortado que hace elucubrar sobre la posible influencia de Rosalía, de la que se ha confesado fan en entrevista con Rockdelux. Asegura no haber escuchado “Motomami” (2022), pero la espaciosidad de la balada sintética “The Kiss” apunta hacia ese minimalista a la vez que maximalista repertorio.
De los (auto)reproches de la primera parte del álbum, Rose pasa poco a poco a una visión más positiva de su situación y, sobre todo, de lo que pueda estar por venir. Al final de la ruidosa “Tell Me What You Want” avisa que se está “convirtiendo en otra persona”, para bien o para mal. Para bien, venga. Lo deja claro en “Love Song For Myself”, con amables fragancias soft pop. Y lo corrobora en la extática “Where Do I Go From Here”, final medio progresivo con algo de kilómetro cero espiritual: “Vas a estar bien / Respira hondo por un momento / Deja de perder el tiempo”.
¿Clásico instantáneo del “breakup álbum”? Bueno, tampoco nos engañemos: hay que admitir que con tres o cuatro temas menos (en su mayoría del tramo central), “The Art Of Forgetting” habría sido un disco aún más inolvidable. ∎