Álbum

Hidrogenesse

Daniela ForeverAustrohúngaro, 2025

En 2022, Nacho Vigalondo contó con Hidrogenesse para poner música a “La alarma”, el episodio que le habían encargado como parte de la segunda temporada de la revisión de las “Historias para no dormir” de Chicho Ibáñez Serrador. Aquella música atmosférica y alienígena no era la primera que el dúo formado por Genís Segarra y Carlos Ballesteros componía para el audiovisual, pues antes habían llegado la versión junto a Single de “No hay nada más triste de lo tuyo” para la película “Distancias cortas” (Alejandro Guzmán, 2015) –contenida originalmente en el primer álbum de Hidrogenesse, “Gimnàstica passiva” (2002)– y, sobre todo, su trabajo para “Stop” (Stanley Sunday, 2021), una bizarra comedia musical dadá protagonizada por la banda barcelonesa Doble Pletina en la que ejercen de productores y compositores. Pero sí era su primera entrega completamente instrumental, y demostraba la capacidad del dúo no solo para la mofa, la sorna, la ironía y el concepto cómico elevado, ideas todas que ellos mismos sublimaron en 2023 con su trabajo para Los Javis en “La Mesías”, haciéndose cargo no solo de la dirección musical de todo lo relacionado con la banda ficticia Stella Maris, sino también de la construcción de emociones y ambientes.

Ahora, el director cántabro vuelve a contar con ellos en los mismos términos, instrumentales, para hacerlos debutar en el largo cinematográfico con “Daniela Forever”, drama romántico hispano-belga con tintes cómicos y fondo de ciencia ficción con reminiscencias de la mítica “¡Olvídate de mí!” (2004) de Michael Gondry. El resultado es un viaje retrotrónico conducido por sintetizadores analógicos a través de la psique del protagonista, y precisamente por suceder casi toda la acción de la cinta en sus sueños –el plot: un chico, Nicolás, pierde a su novia, Daniela, y se enrola en un extraño ensayo clínico para poder controlar sus sueños y rencontrarse con ella cada noche– es esencialmente onírico, evocador y levitante. Lo más interesante, sin embargo, resulta la cualidad disonante que muchas de estas músicas, ligeramente distorsionadas y por momentos demasiado animadas, demasiado upbeat, demuestran cuando se aplican a un contexto de suspense, incluso de terror en “Esto está mal”: una especie de valle inquietante sonoro que recuerda bastante al uso de los calipsos de Harry Belafonte en el “Beetlejuice” (1988) de Tim Burton.

Detrás de todo, además, se oculta una pátina lo-fi que conecta con artistas como Molly Nilsson, y que se lleva temas como “Perdiendo el tiempo” a lo retrodisco de The Knife, o deja destellos como el sencillo “Me encanta el tecno”, un electro filtrado con modulares y sintes analógicos que progresa como un tema de Air. La idea de adaptar un repertorio clásico francés al ecosistema electrónico analógico, de hecho, fue siempre el hilo conductor del ánimo de esta música, como han reconocido los propios Segarra y Ballesteros, como el hecho de que una de sus grandes referencias fueran los trabajos en los que Wendy Carlos reinterpretaba repertorios clásicos en clave electrónica, bien para las bandas sonoras de “La naranja mecánica”, “El resplandor” o “Tron” o para míticos álbumes suyos reformulando a Bach. Composiciones como “¿Qué es todo esto?”, de las más complejas, imitando formas orquestales, son de las más representativas en este sentido.

El tono alienígeno y extraño, en cualquier caso, va a ser una constante pese a que a partir de “Primer paseo”, cuando empieza a desatarse el nudo, el metraje entre en una zona más optimista y luminosa. Y se va a reforzar en los varios momentos de ambient subacuático y suspendido que marcan varios interludios, zambullidas espirales en las escenas oníricas del protagonista como “Formaciones #2” o “Formulaciones”: la influencia de la música de videojuegos va a llegar a su culmen en “Pandemonium #1”, con ese sinte mazmorrero y después, de nuevo, esa ambientación sumergida. Es cierto que hacia este punto el disco ya ha empezado a carecer de sorpresas, y los leit motivs, demasiado sencillos como para ser verdaderamente memorables, reinciden en demasía, así como los fondos sintéticos. Pero el final, con “Revelaciones en el supermercado” funcionando como anticipo del clímax y dos grandes temas como “No quiero esto” y sobre todo la ascendente y ondulante “Los muros grises”, donde unos módem y unos teléfonos analógicos construyen a coro la melodía, officecore al más puro estilo “Drums Of Death”, aumenta el nivel de robotización de la propuesta y deja un gran sabor de boca. Cierra, limpiando el paladar como wasabi, la única canción al uso del largo, “Escolta la tempesta”, con la voz de la actriz protagonista, Beatrice Grannò, Daniela, en lugar de la de los propios Hidrogenesse, que ya la interpretaran desde el Templo de Debod de Madrid en una escena de la película. ∎

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