Antes de pasar unos años inmersa en su faceta como actriz, Janelle Monáe ya mostraba la intención de encontrar un rincón en el que la reivindicación de género y el compromiso racial quedaran a un lado para dejar paso a una versión más lúdica de sí misma como polifacética compositora. Ya había erigido una trilogía conceptual formada por un EP y dos largos cuando en “Dirty Computer” (2018) sonaban canciones como “Make Me Feel” o “Pink” entre medias de los postulados a favor de la liberación sexual y el final de la opresión policial contra la población negra de Estados Unidos.
La portada de la revista ‘Rolling Stone’ del pasado mes de mayo en la que Janelle aparecía desnuda con las manos tapando sus senos o el vídeo de “Lipstick Lover” avanzaban que la estadounidense se encontraba en una etapa de hedonismo pleno entregada al más básico de los instintos, y así queda patente en un disco con un título tan descriptivo como “The Age Of Pleasure”, que contiene unas letras que nunca antes en su catálogo habían sido tan directas. En “The Rush”, junto a Amaarae –que acaba de publicar su segundo álbum– y Nia Long, la metáfora es poco sutil: “Feel your ocean come to my moon / Let our rain become a monsoon”. En otros cortes, como “A Dry Red”, la petición es más explícita: “Now, baby, I'm choosy / But me and you can fuck in that jacuzzi / And we can make a scene / Or bеtter yet, we could makе a movie”.
El desfogue de Janelle desemboca en un trabajo con un mosaico estilístico más reducido que en discos previos. Hay reggae en canciones como “Champagne Shit” o la mencionada “Lipstick Lover”, una capa inevitable de R&B con maravillosos juegos corales en temas como “Only Have Eyes 42”, y la presencia de Seun Kuti & Egypt 80 impulsa las pinceladas afrobeat y promueve el protagonismo de los vientos a lo largo de un disco con una continuidad entre casi todos los cortes a modo de medley. La lista de colaboraciones es tan amplia como habitualmente, con Grace Jones sugiriendo un trío, la presencia de la gran dama jamaicana del dancehall Sister Nancy, la participación en la producción de Stevie Wonder o la irrupción de figuras contemporáneas como el nigeriano CKay o la rapera Doechii.
“The Age Of Pleasure”, el disco más espontáneo de Janelle Monáe, eleva la voz de la comunidad negra y el colectivo LGTBI+. Como hizo David Bowie –al que se menciona en “Haute”– en su época de esplendor, la cantante rompe cualquier tabú referente a la cuestión sexual. Su vasto background permite que en un océano de lujuria puedan aparecer citas camufladas a Mohammad Ali y que su generoso colchón instrumental mantenga el lustre. La voluntad de Janelle de desbordar la libido ajena y exhibir la propia no descuida su tarea compositiva y sigue encabezando, junto con Solange, Jamila Woods o Kali Uchis, la generación de mujeres que ha dado un vuelco a la música negra. ∎