Tres años después de lanzar un debut que se hizo esperar durante otros diez, Lewis Roberts regresa con nuevo EP de Koreless, desvelando nuevos matices en su visión de un tech-house para el futuro, o al menos para un presente inconformista y visionario. Siempre afiliado a la extrañeza y envuelto en un aura ciertamente siniestra en cualquiera de sus diferentes etapas –el post-dubstep de sus inicios, su navegación post-club, su resurgir en brazos del deconstructed club–, ninguna de sus señas de identidad se diluyen demasiado en “Deceltica”, pero del mismo modo podemos afirmar que estas dos producciones –y media– representan un luminismo renovado y reflejan una faceta más corpórea, más rítmica, más bailable y más enfocada al club contemporáneo que cualquier cosa que haya producido el galés.
Repito, no significa que desaparezcan ni las atmósferas perturbadoras ni el lenguaje glitch o ese ánimo en cierta manera proclive al collage, entrecortado y fragmentado, pero aquí la abstracción se convierte en onirismo acercándose más al trance y la psicodelia, a un espectro de productores que va de James Holden a HAAi –no es casualidad que la primera versión de “Drumhell” apareciera en su aportación a la serie “DJ-Kicks”– pasando por DJ Koze. Y mucho más gráfico: aquí escuchamos por primera vez ritmos propiamente dichos, el mayor salto diferencial en un recorrido que viene de abanderar gran parte del drumless contemporáneo.
En “Drumhell”, precisamente, las referencias saltan también a Four Tet o Caribou, músicos siempre abiertos al experimento sobre lo que el house significa y puede significar y con los que se ha relacionado en los últimos años. No extraña que el segundo la esté pinchando habitualmente en sus sesiones como Daphni junto a temas del último Joy Orbison. Pero también podemos compararla con aquel remix de “Never Come Back” en 2021, donde cualquier posibilidad de satisfacción pop era arrastrada por Koreless hacia una angustiosa espiral glitch de plegarias desesperadas: hay muchas semejanzas con el Koreless de “Deceltica”, especialmente en lo emocional, pero también hay más diferencias que nunca, y desde luego hay una ambientación mucho menos apocalíptica.
El tema homónimo, de hecho, podría encajar perfectamente en ese house orgánico y molecular, evidentemente diurno, de un Call Super, siempre con su intención misteriosamente alienígena, su fondo de sutílisimo techno reptante y sus disonancias, pero mucho más cerca de lo animista y de lo espiritual incluso. Si quedan dudas sobre la decidida muscularidad de este proyecto, “Seven” no hace sino concretar “Drumhell”, acercarla curiosamente a los estándares de Joy Orbison e incluso de Jon Hopkins en la época de “Immunity” (2013), cerca del 2-step pero también de un techno abstracto y en cierto modo melódico. Y al final, después de varios giros, subidas y bajadas en la construcción de la tensión, Koreless llega incluso a ofrecernos algo parecido a un drop, tan esquivo siempre a lo largo de todo un “Agor” (2021) que iba más de suspensión que de resoluciones.
El EP se cierra con un remix de “Seven” por parte del productor galés Jorg Kuning, amigo personal de Roberts y nueva estrella en la escena underground de la ciudad, que conecta el tema con el ánimo orgánico y callsuperiano de “Deceltica” pero abrazando fórmulas más acid y derivando hacia una fantasía de glitches cibernéticos y sintetizadores en dilución. Haga lo que haga, e incluso como curator, Koreless parece decidido a alcanzar la precisión quirúrgica de un Pangaea. A reducir a la mínima expresión, como el capo de Hessle Audio, las distancias entre la elevación impostada de algunas corrientes electrónicas derivadas de la IDM y el fuego de la pista de baile. ∎