En su primer disco de material original desde
“Vigila el fuego” (2012),
Lidia Damunt vira hacia los orígenes y la esencia, dejando a un lado el colorido matizado del citado álbum (con producción de Hidrogenesse) para optar por guitarra, voz y poco más. El aparato sonoro puede ser básico, pero las canciones no lo son: la ex Hello Cuca cada vez es mejor en el arte de hacer pop, de escoger las palabras más adecuadas para la historia, así como las mejores, a fin de llevar/elevar la melodía.
“Telepatía” está lleno de canciones inspiradas que nos recuerdan por qué nos enamoramos de la música en un primer momento: por su capacidad para dar forma a nuestra narrativa vital al tiempo que para hacernos disfrutar, bailar como idiotas, de la forma más instintiva.
El disco se abre y se cierra con sendos instrumentales que podrían haberse titulado “Recordemos, Damunt es una gran guitarrista”, partes uno y dos. Es algo que no se comenta lo suficiente. Después empieza la ristra insensata de
hits, empezando por
“Tu teléfono” (
“Quiero ser tu teléfono, quiero escuchar tu voz / Pasar el día metida en el bolsillo de tu pantalón”), todavía no sé si una metáfora amorosa naíf o un comentario subliminal sobre nuestra adicción a las notificaciones; en cualquier caso, un encanto.
“Bolleras como tú”, lamento por un rollo no consumado, huele a éxito popular a la altura de “Echo a correr”.
El amor desesperado también invade
“Quién puede arreglar”, con Teresa Iturrioz (Single) de invitada, pero en “Telepatía” hay espacio igualmente para la reivindicación feminista (
“La caja”, sobre reventar la caja del patriarcado), la oda a la amistad (
“Cambiábamos la historia”, con paisaje gótico-cinéfilo) o el tributo a la bici (
“Rueda conmigo”, candidata perfecta a tema principal de la próxima Vuelta a España). Son en total diez canciones, veinticuatro minutos; todo matador, sin ningún relleno. ∎