Álbum

Modern Nature

The Heat WarpsBella Union-[PIAS] Ibero América, 2025

El nuevo trabajo de Modern Nature, el grupo del guitarrista, cantante y compositor británico Jack Cooper, se aleja del folk, el jazz y la experimentación de los tres álbumes anteriores para entregar una obra mucho más concisa, melódica y pop. Olvidándose, además, de las colaboraciones para centrarse en la función de los cuatro miembros que componen el grupo actualmente, con los incondicionales Jeff Tobias –que, a pesar de ser multinstrumentista, se ocupa en esta ocasión solo del bajo– y Jim Wallis a la batería. La novedad es la incorporación de Tara Cunningham –también miembro de los actuales Red Snapper– doblándole a la guitarra y segunda voz. La única invitada, en algunas armonías vocales, es Brigid Dawson (ex Thee Oh Sees).

Dejando de lado la improvisación, las canciones indagan en una nueva dirección más concisa, estructurada y radiable. Aunque el tema más logrado, el inicial “Pharaoh”, incide en su querencia por los ritmos metronómicos del krautrock, pero lo que adquiere más relevancia es el duelo incruento entre los guitarristas, creando una dinámica que, según reconoce Cooper, está influenciada por las demos que Brian Eno realizó para las fallidas primeras sesiones del “Marquee Moon” (1977) de Televisión. La canción –ilustrada con un vídeo dirigido por Michael Stasiak, autor también del documental posterior– va, según explica Cooper, “sobre los hombres a quienes estamos condicionados a respetar y seguir, y sobre las personas que nos inspiran a pensar de manera diferente”, y añade que “trata tanto de Pharoah Sanders como de los reyes y políticos en quienes se supone que debemos creer, y defiende la búsqueda de una filosofía personal y el intento de vivir una vida que pueda inspirar a otros o, al menos, no hacerles daño”. También explica que otra influencia de la canción, aunque pueda parecer extraño, es Andrew Weatherall y su lema personal, que llevaba tatuado en sus antebrazos, “Fail We May, Sail We Must” (“fallar podemos, navegar debemos”), con el que Cooper se siente plenamente identificado.

El título del disco está inspirado en la web the Heat Warps, centrada en explorar el viaje eléctrico de Miles Davis en los años setenta. Aunque, como hemos dicho antes, el jazz brilla por su ausencia en un trabajo grabado en directo en el estudio, tal como se puede comprobar en “Take Our Chances”, la película documental de veinte minutos que acaban de publicar y que refleja no solo el proceso de grabación –durante cuatro días en el estudio analógico londinense Gizzard Recordings, con el productor Ed Deegan–, sino el de la creación de las canciones el pasado noviembre. Muestra una austeridad que le sienta de maravilla a un disco en el que, tras el ritmo inicial, todo es calma, como la languidez de “Radio”, con unas armonías vocales que parecen deudoras de la edad de oro californiana que representaron CSN&Y.

Pero esa manera de funcionar a cámara lenta no está exenta de tensión, tal como evidencian la seca batería y las estridentes guitarras de “Glance”, contrapunto perfecto a la belleza melódica de la voz. Las canciones de Jack Cooper pueden parecen ensoñaciones, que se desperezan lentamente del letargo, como en “Source”, evolucionando poco a poco hasta los siete minutos para eclosionar en apasionadas estrofas y los punteos ensimismados de una sembrada Tara Cunningham, cuya aportación define de manera decisiva el nuevo sonido del grupo.

El masaje intimista, minimal, reverberante y breve de “Jetty” es la mejor introducción a “Alpenglow”, que sigue la misma tónica de caricias vocales y enhebrados y delicados juegos de guitarras impresionistas, aunque no exentas de distorsión. Es un sonido que absorbe y atrae, con la melancólica languidez de “Zoology”, sin importar que parezca que no sucede gran cosa; pocos detalles son suficientes para meterte en unas ambientaciones de apariencia frágil y resultado consistente que encandilan por el juego vocal y guitarrístico entre los dos protagonistas, que, como en “Takeover”, transitan con naturalidad por una zona entre el pop y el rock. Lo mismo sucede en una despedida, “Totality”, que bien parece la atmosférica banda sonora de la contemplación del eclipse total que se vivió en EE. UU. el año pasado, que serviría de inspiración a Cooper para la canción, impresionado por el sentimiento de comunidad despertado entre los que lo contemplaron. ∎

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