Álbum

Nourished By Time

The Passionate OnesXL-Popstock!, 2025

Realizado entre Baltimore, Nueva York y sobre todo Londres, en agosto salió el esperado segundo disco de Nourished By Time, continuación del EP superlativo “Catching Chickens” (2024), el de la gallina en portada y la crítica del tardocapitalismo “Hell Of A Ride”, precedido por “Erotic Probiotic 2” (2023), primer álbum del proyecto en el que su único responsable, Marcus Brown, apuntaba ya las señas de identidad del refrescante post-R&B que practica en fase avanzada de I+D+i. Es interesante saber que dos temas incluidos en “The Passionate Ones”, el homónimo y “Automatic Love”, son de esa misma época.

Todos los discos de Nourished By Time, al igual que sus directos según algunas opiniones solventes, comparten ese rasgo que siempre suena cursi pero que no es tan común conocido como transversalidad. Su música sabe respirar del synthpop más elegante de los años ochenta –The Blue Nile, con otro barítono como Paul Buchanan, podrían ser una inspiración plausible– y del R&B de los noventa –Jodeci son sus favoritos–. Brown cuenta con ciertas ventajas: su padre toca el bajo y su madre tiene oído para la buena música, está graduado en el prestigioso Berklee College Of Music y sabe tocar instrumentos “reales” como la guitarra (antes de entrar en la universidad) o la trompeta. Condiciones a veces necesarias pero nunca suficientes a la hora de componer como él, ajeno al riesgo, derrochando inconformismo, destilando un sonido novedoso que no teme la imperfección, casi todo “presets” –según confiesa con modestia– procedentes de un sinte Roland Juno 106.

En ese camino de excelencia llega “The Passionate Ones”, casi una declaración de principios subjetivos como su propio nombre artístico: pasión por lo que hace y aprendizaje continuo . Y sí, Nourished By Time es tan ochentero como el primer corte del álbum: sus primeros 40 segundos suenan a The Associates hasta que entra la voz negra de Brown –declaró en algún sitio que odia su apellido– hablando sobre amor, conexiones sobrenaturales y otras cosas raras –please be careful with my organ– a ritmo de disco-funk reminiscente de Chic y un sintetizador atmosférico que le hubiese encantado a Prince. Su post-R&B sería una versión indie o new wave del género. Temas como “Idiot In The Park” recuerdan a Prefab Sprout con melodías menos definidas.

Las letras de Nourished By Time hablan sobre cuestiones profundas. La vida posgrado de Marcus Brown ha estado marcada por la obsesión de abandonar trabajos de poca monta –en la cadena Whole Foods o en la construcción– para dedicarse de pleno a la música (es fan de “Severance”, la fantasía distópica de Ben Stiller sobre alienación laboral), aunque los textos no sean el ingrediente más complicado de unas piezas que resultan más bien instintivas, casi producto de la improvisación. La complejidad, por llamarlo de alguna manera, o el encanto de Nourished By Time, está en un sonido magmático, pegajoso y soñador, decididamente maquetero y espacioso, que engancha por su naturalidad más que por el ineludible artificio. Por otro lado, cortes como “Cult Interlude” podrían marcar una vía de escape a la vertiente más convencional que lo acerca a Barry White y lo aleja de Carl Craig.

“The Passionate Ones” es un disco de pop-soul atmosférico donde la voz de Brown, cantante R&B de rango medio en contexto synthpop, se mantiene en un eficaz equilibrio con la música texturizada que produce a base de sumar capas de sonido. Pasa incluso en los números más tarareables o comerciales como “Max Potential”, donde samplea “Saved” (1972), un tema del cantante y poeta londinense Labri Siffre –autor reverenciado por Eminem y Jay-Z, quienes colaboraron en “Renegade”, corte del álbum de este, “The Blueprint” (2001), otra referencia conceptual y pasional de Brown–, “Crazy People” o “Tossed Away”, cuyos arpegios de guitarra recuerdan a Cocteau Twins, técnica que ya utilizó en “Unbreak My Love” para cerrar su anterior álbum.

Otros como “9 2 5”, single seleccionado aquí hace dos meses como Canción del Día, es un corte definitivamente experimental en estructura y arreglos. Extraño y pegadizo, groovy y melancólico, sensual y reivindicativo, minimalista pero complejo, entre el brillo y el bedroom soul, el pasado y el futuro, el segundo álbum de Nourished By Time maneja con pericia el presente elaborando con todos estos contrastes un sonido propio sin apenas colaboradores. Solo “Jojo” –una de las mejores canciones de Brel se titulaba así– cuenta con el rapero de Birmingham Tony Bontana. El resto del disco lo ha escrito, producido, grabado y mezclado Brown. En esas ambivalencias, incluidas las ideológicas, las de un anticapitalista burgués como él, enemigo del “absurdo” sueño americano aunque una apuesta en Dogecoin lo salvó de la bancarrota, podría estar la clave de Nourished By Time. Si puedes bombardear Palestina, puedes bombardear Mondawmin” –vecindario de su Baltimore natal–, dice en “BABY BABY”. Por todo ello, por su rebeldía y raro talento, fichó con Richard Russell para crear, de momento, el mejor trabajo de su incipiente estrellato. ∎

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