Patrick Wolf emergió a principios de siglo como un artista de identidad claramente propia: ese estilo sugerente entre el folk y la electrónica de laptop, esa voz gozosamente teatral, esas letras nada cómodas sobre abusos infantiles o disforia de género… Las multis intentaron hacer de él una estrella, pero él solo quería serlo haciendo las cosas a su manera. Tras revisar su propio repertorio (a su modo, sin remezclas de Tiësto) en “Sundark And Riverlight” (2012), sufrió lo que solo puede tildarse de decadis horribilis: a sus rifirrafes con las majors se sumaron un atropello, la diagnosis de cáncer de su madre (la artista Imelda Apps), la bancarrota o, fallecida su madre, la recaída en las drogas y el alcohol.
Para resurgir tuvo que salir de los ritmos de Londres y mudarse, en 2020, a Ramsgate, en la costa de Kent. Con el EP “The Night Safari” (2023) y una gira íntima con viola nos recordó que aún estaba ahí. Ahora, con el álbum “Crying The Neck”, deja aún más clara su voluntad de seguir publicando y, aún mejor, seguir importando. En la inicial “Reculver” resume sus peores días (“arruinado y al límite, huérfano y obsoleto”) antes de recordarnos los mejores con esa sagrada intuición melódica y ese sonido otra vez cargado de cuerdas y programaciones intrincadas estilo múm.
Wolf viene fuerte, ya que “Crying The Neck” –el título hace referencia a la costumbre de la fiesta de la cosecha de levantar al aire el último haz de maíz– es solo el primero en una planeada serie de cuatro discos con la Rueda del Año, calendario pagano de las fiestas y el cambio de las estaciones, como marco conceptual. Pero la inmediatez se impone a los detalles esotéricos, opacos o arcanos. Este es un disco hecho con ganas de gustar y sonar en la radio, al menos en la radio alternativa con criterio. Aquí hay canciones tan accesibles e irresistibles como “Limbo” y “Lughnasa”, duetos con, respectivamente, Zola Jesus y la arpista (aquí vocalista) Serafina Steer, compositora con Jarvis Cocker de la banda sonora de la serie “Esto te va a doler” (Adam Kay, 2022); la trip hop “Jupiter”, de poderes extraños, o la exuberante “Oozlum”, que puede recordar a los mejores momentos de James (o al Tim Booth que grababa con Angelo Badalamenti aka The Bad Angel).
La letra de “Oozlum” resume, en cierto modo, el espíritu del disco: “Si te paras a observar el pasado demasiado tiempo, en él desaparecerás”, canta un Wolf menos interesado en el victimismo que en empezar una nueva etapa. Incluso cuando canta (inevitablemente) sobre la muerte de su madre, lo hace desde la positividad: “Dies Irae” es una última conversación imaginaria con la fallecida a ritmo de algarabía percutiva; “On Your Side”, que compuso durante sus viajes de bus al Royal Marsden Hospital, no es versión del clásico de Sade, pero se le acerca en dulzura. El artista parece decidido, con ayuda de la naturaleza de Kent (muy importante en “Hymn Of The Haar”), a aprender a vivir con la tristeza y la ausencia en lugar de tan solo ahogarse en ellas.∎