PJ Harvey

La dinámica disco-gira y el peso de su propia obra acorralaron a Polly Jean Harvey cuando terminó el tour de “The Hope Six Demolition Project” (2016) a finales de 2017, abriendo un incómodo turno con tantas preguntas como ruegos. La británica dejó de tocar a diario y tomó tiempo para sí. Después se refugió en los exigentes brazos de la lírica bajo la mentoría del escritor escocés Don Paterson, ampliando su enseñanza poética con más clases en Londres. Fue un retiro parcial, lejos de la clausura, que le permitió desarrollar trabajos de encargo como la banda sonora de la teatral “All About Eve” (2019), música para la miniserie “The Virtues” (Shane Meadows, 2019) y, más recientemente, junto a Tim Phillips, el score catódico “Bad Sisters” (2022).

La reflexión sobre su futuro artístico en la cincuentena después de tres décadas marcando el paso del rock contemporáneo y su avance en el territorio de la poesía le permitieron extraer conclusiones. No merecía la pena repetirse. No iba a trazar fronteras entre disciplinas. En abril de 2022 publicó “Orlam”, novela versificada en el dialecto de su Dorset natal –una historia de descubrimiento y transformación adolescente localizada en territorio imaginario y proceloso– que provee de argumento y texto a “I Inside The Old Year Dying”.

Producido de forma artesana junto a sus viejos camaradas John Parish y Flood, el décimo álbum de PJ Harvey empezó a bocetarse durante la pandemia y fue grabado con equipo viejo, con la búsqueda de nuevas sensaciones interpretativas como principal máxima. Crudo, espectral y a menudo exigente –con referencias a Keats, Shakespeare o Coleridge; también a Elvis Presley–, supone un cambio radical en el enfoque de la cantautora inglesa tras el historicismo del difícilmente superable “Let England Shake” (2011) y el reporterismo contemporáneo de “The Hope Six Demolition Project”.

Su ambientación y puesta en escena recuerdan en ocasiones a “White Chalk” (2007), aunque el tema titular o la abrasiva “A Noiseless Noise” preservan el gen rock de sus primeros discos, y una canción como “The Nether-edge” podría encajar sin mayor problema en “Is This Desire?” (1998). La regla estilística es folk, con predominio de lo atmosférico y lo repetitivo: patrones de ritmo en sinfín, loops, emulsiones de feedback, grabaciones de campo, parcos riffs de guitarra y una política de arreglos bajo mínimos. Esa apuesta por la concreción no impide que cada nueva escucha nos ayude a desentrañar la riqueza y claridad de ideas que encierra esta obra. Un trabajo modulado por la extraordinaria interpretación vocal de Harvey, quien recorre su dotadísima tesitura a placer en postales de belleza vehemente –“Prayer At The Gate”– o inquietante –“Lwonesome Tonight”– y nos recuerda que sigue siendo una entre un millón, que solo obedece a su penetrante instinto artístico y que siempre va a merecer la pena acompañarla en el incierto camino hacia un reino creativo que –se vuelve a confirmar– no es de este mundo. ∎