EP

Seefeel

Everything SquaredWarp-Music As Usual, 2024

Siempre fieles a su idea de lo que significa una trayectoria guadianesca, aunque siempre interesante, Seefeel retorna con un EP que los devuelve al buen camino tras el fallido LP homónimo con el que dejaron su huella en 2011, y último hasta la fecha.

Mark Clifford y Sarah Peacock siempre han sido maestros en el arte de hacer confluir los espacios que determinan la ortodoxia post-rock, además de demostrar una necesidad inherente por subrayar un objetivo central: alcanzar el minimalismo surgido de las fuerzas etéreas del ambient dub. Al menos, así ha sido siempre desde que en 1993 dieron a luz “Quique”, el disco que nos hizo creer en un híbrido memorable entre la religión de los grupos pertenecientes al fascinante sello alemán Chain Reaction, con ejemplos memorables como Monolake, y los My Bloody Valentine de la era “Loveless” (1991).

De estas dos referencias podemos encontrar varios ejemplos en “Everything Squared”, regreso triunfante con media docena de canciones en 26 minutos en las que han sabido concentrar de forma portentosa todas las virtudes por las que han sido siempre reverenciados como un grupo de culto. Cortes como “Sky Hooks” definen su obsesión por articular estructuras rítmicas que hacen de las técnicas glitch un contradictorio trabajo de limpieza instrumental.

Todo en este disco suena como un sueño imposible, donde el caos surgido de tal amalgama de efectos cobra sentido en un megapuzle como “Multifolds”. En dicho prodigio de técnica quirúrgica, Seefeel suena como una versión ensoñadora de Matmos. Juegan a insertar voces nebulosas y texturas quebradizas de belleza onírica dentro de un engranaje de ritmos concebidos desde una consciencia electrónica post-shoegaze.

Solo por estas dos muestras absolutas de genialidad estaría justificada la vuelta al ruedo de un grupo que, por qué no decirlo, debería ser más pródigo en sus acciones discográficas. Ejemplos como este “Everything Squared” ratifican dicho deseo. Y es que resulta muy complicado encontrar grupos con fórmulas sonoras tan identificables como la suya. Incluso cuando su credo siempre ha estado ligado a la permeabilidad constante, aunque siempre dentro de una paleta de signos inequívocos de su rúbrica personal. Un ejemplo modélico de esto son los dos minutos que conforman “Lose The Minus”, en la que, literalmente, suenan como si Kevin Shields se hubiera apoderado del alma de Aphex Twin circa 1994.

Tanto esta como el resto de fantasías aquí contenidas han sido gestadas en poco menos de media hora de extrema minuciosidad; aunque, en esta ocasión, no resta emotividad a una travesía que suena a pequeño milagro y que los restituye en su mejor versión posible en la actualidad. ∎

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