Es relativamente conocida la serie de álbumes conceptuales que el productor estadounidense Craig Leon ha venido dedicando al culto de los dogones –el primero fue “Nommos” (1981) y ya tiene un cuarto volumen titulado “Nyphos” a la vuelta de la esquina–. Por el viejo productor de Suicide y Ramones supimos que Sirio B es una estrella enana blanca indetectable sin medios astronómicos modernos que la tribu maliense adora, en principio, desde hace milenios. El misterioso lucero pertenece al sistema binario de Sirio, del cual se postula la existencia de un tercer astro aún más esquivo, Sirio C, para explicar las anomalías orbitales de ese tinglado lejano dispuesto a 9 millones de años luz de Sant Cugat del Vallès donde ha sido producido, grabado, mezclado y masterizado el excelente sexto álbum de Soleá Morente.
Producido por Guillem Vilella Falgueras, más conocido como Guille Milkyway, el hombre de La Casa Azul, las referencias celestes son lógicamente constantes, aún más si cabe, en “Sirio B”, un trabajo de cocción lenta –para completarlo han necesitado casi cuatro años– que sabe navegar fecundamente entre el flamenco y el pop, la tradición y la música indie, lo orgánico y lo tecnológico, los pensamientos filosóficos y una enraizada mística familiar donde han colaborado puntualmente madre –Aurora Carbonell– y hermano –Kiki Morente, algo así como el Sirio C de la familia– de Soleá Morente –la Sirio B, cronológicamente hablando–, con la ausencia estelar de la primogénita en esta potente saga de artistas granadinos, Estrella Morente o Sirio de pleno derecho.
Analogías astrales aparte, no puede decirse que “Sirio B” sea una sorpresa. La costumbre consiste, como en los años sesenta, en ir sacando adelantos, ahora a través de las redes, que llaman singles: “Vamos a olvidar”, “Gitana María”, el bedroom synthpop vindicativo de “Mi vida es para mí”, “Con los nudillos”, “Mi cura” –nada que ver con una sotana–, la preciosa “Azalea” –con interludio de clavecín beateliano tipo “For No One”– y la pegadiza “Ahora o nunca”. ¿Cómo es posible que nadie se haya fijado en ella para defender la honra eurovisiva? Seguro que es demasiado tarde. Y después está lo de las margaritas.
En “Sirio B” nos encontramos con dos tipos de temas. Entre los más flamencos se encontrarían “Ensoñación Nº 9”, némesis esta vez del “Revolution 9” de los Beatles, con efectos especiales entre Les Baxter y Joe Meek, abriendo el álbum como un soplo de aire fresco, reconstrucción bachatera con “tres acordes superindies” inspirados en una colombiana de Juanito Valderrama –estar en la “nube nº 9” también significa elación completa–; “Vamos a olvidar”, donde Guille y Soleá se marcan un dueto vocal bien avenido de alicatado europop y mucho jaleo cortesía de Las Negris, o sea, Rocío, María y Remedios Heredia: “Brindemos por todo lo que queda por vivir, por ver las estrellas que relucen desde aquí”, ¡ea!, aunque ya hemos aclarado antes que Sirio B no es la luz que más brilla en el firmamento porque simplemente no se ve; la rítmica “Gitana María”, uno de los cortes más populares del álbum cuyo estribillo recupera la salve gitana que Soleá recuperó de entre las hogueras calós del Sacromonte; o las rumberas “NO LIKES 💔” –con Kiki–, “Mi vida es para mí” y “Con los nudillos”.
“El lenguaje de las estrellas” representaría la vertiente espiritual de un disco donde deslindar fronteras tampoco tiene tanto sentido. Es el número que más se acerca a los viajes interestelares de Leon, sobrevolando el Atlas magrebí más que las llanuras interiores de Malí, acompañados de los versos de Federico García Lorca que Enrique Morente y Lagartija Nick adaptaron en “Omega” (1996), antes de transformarse en la bailable “Mercurio y seda”, tercera pieza con la presencia fantasmal del patriarca de los Morente. “Mírame (tengo WOAA)” es una improbable seguiriya jungle de imaginativas recreaciones vocales, técnicas hip hop y sentimientos exorcizantes. Se inspira en otra perla hibridante de Don Enrique, la extática “Mírame a los ojos”, de su álbum “Despegando” (1978). “Soleá del mar” hace bello el Auto-Tune bajo recitado y lluvia breakbeat, aunque todo acaba con la ortodoxia pop –salvo por su brevísima coda experimental– de “Amor mío (siento si no estuve allí)”. Si todo esto es fusión, bienvenidas sean las penas, bienaventuranzas y ensoñaciones de “Sirio B”, ahora sí, la estrella más brillante del cielo. ∎