Aunque en declaraciones a raíz de esta edición de los diez años de “Carrie & Lowell” Sufjan Stevens reniegue del disco –por motivos estrictamente personales: hay que respetarlos–, lo cierto es que este álbum –el séptimo en la carrera del músico de Detroit– es una de las cumbre creativas del firmante de “Illinois” (2005), el que muestra su cara más vulnerable e íntima, once canciones –registradas en diferentes estudios de Portland, Oklahoma, Wisconsin y Nueva York; algunas grabadas originalmente en un iPhone– que parten de la muerte de la madre del autor –acaecida en 2012– y de su relación con su padrastro –Lowell Brams–, el hombre que lo ayudó a fundar Asthmatic Kitty.
Stevens venía de entregar el soundtrack de “The BQE” (2009) y “The Age Of Adz” (2010), discos que lo alejaban –con aciertos y errores, diría yo– del radio del indie folk que había sido el faro de su carrera. “Carrie & Lowell” –que cuenta con aportaciones puntuales de Laura Veirs, Sean Carey, Ben Lester, Casey Foubert, Nedelle Torrisi y Thomas Bartlett: este último, pieza importante para darle unidad al conjunto– significaba un retorno a sus orígenes. El material de partida, tan personal, se rencarnó en canciones de fluido cristalino y estructuras sencillas con una arquitectura acústica que en todo momento transmite calidez y recogimiento. A corazón abierto, Stevens se desnuda en piezas que ya son clásicos de su repertorio como “Death With Dignity”, “Should Have Known Better” y “Fourth Of July” –capaz de agrietar el corazón más blindado con versos como “El hospital preguntó si el cuerpo debería ser enyesado / Antes de despedirme, mi estrella en el cielo / Qué idea tan divertida envolverte en tela / ¿Lo encuentras bien, mi libélula?”, antes de esa definitiva coda final con “todos vamos a morir”– y logra que la flotante exquisitez del aparato musical conviva sin fricciones con la honestidad brutal de lo que nos está narrando.
Poco más se puede decir que una obra que, a pesar de su proyección fúnebre, no se agota por muchas escuchas a las que uno se exponga. Pura ambrosía sonora capaz de derribar las barreras de las almas más curtidas (y escogido recientemente en el Rockdelux 400 como el segundo mejor disco del siglo XXI en el apartado folk-pop / roots; justo detrás de “Illinois”).
La edición de 10º aniversario –con nueva portada y que omite los letras de las canciones, presentes en el original– desempolva docenas de imágenes del álbum fotográfico familiar, una verdadera cartografía de los entresijos de Carrie & Lowell, e incluye cinco demos –ojo a “Eugene”, a medias con S. Carey, y “Mystery Of Love”, una de las canciones que entregó para la banda sonora de “Call Me By Your Name” (Luca Guadagnino, 2017) y que le valió una nominación al Óscar–, una versión inédita de “Fourth Of July” y “Wallowa Lake Monster”, una rareza alojada en “The Greatest Gift Mixtape. Outtakes, Remixes & Demos From Carrie & Lowell” (2017). ∎