A la vista de sus erráticos últimos conciertos y de un silencio discográfico básicamente cubierto por reediciones de su material clásico y un par de álbumes de versiones, dudo que alguien se esperase un álbum como este. Digamos, para ir al grano, que “Love Chant” es sorprendentemente bueno. A primera escucha, puede chocar un poco: la voz de Evan Dando suena poco reconocible, más grave y con algo menos de facilidad melódica. Las canciones siguen siendo breves, pero tienden a perderse en estructuras caprichosas y, en lugar de volar con ligereza, muchas de ellas parecen acusar cierta carga pesada. Parece que no hay pegada, que no hay hits… hasta que, a cada escucha sucesiva, uno se acaba dando cuenta de que este “Love Chant” es un disco tan genuinamente Lemonheads como los que grabaran en el sello Taang! entre 1987 y 1989. No es tan desaliñado ni tan punki, claro, pero sí conserva algo de aquel espíritu libérrimo y un poco infantil.
Quizá ya no esté aquí aquel gran cantante que rompió corazones en los años noventa, pero sí pervive el estupendo letrista que siempre fue Dando. En la mayoría de las canciones, parece tirar de toda la experiencia que tiene detrás y situarse en el papel que ocupa ahora, reflexionar sobre su lugar en el mundo y mirar hacia él sin ira. Al contrario, da la impresión de que lo hace con lucidez y humor. Puede que no fuese su intención llenar el disco de declaraciones de principios, pero es divertirlo interpretarlas así. Por ejemplo, en “In The Margin” canta: “Despertar y encontrar la concordia fue una farsa de unidad / Preguntándome cómo la cohesión robó la creatividad / Preguntándome por qué la afinidad podría unir un corazón que podría ser libre / La soledad es la solidaridad que elegiste para mí / Estaré aquí fuera si necesitas encontrarme / Prefiero morir antes que dejar que tus pensamientos me confinen / Si la periferia es lo que das, te dejaré en el margen”.
“Cell Phone Blues” está plagada de grandes frases, como (esta se entiende mejor en el inglés original) “I live movies which don’t move me” o “Hace tiempo que no escribo una canción en una noche / Toda mi vida me ha preocupado morir”, para a continuación cantar “Volkswagen una y otra vez / Volvo y una y otra y otra vez”. Y en “Marauders”, la más cercana a un hit, con ritmo juguetón y un fondo de sintetizador sucio, lanza “I’m alive, I’m alive / I said it twice, did you hear me?”. “The Key Of Victory”, en tono de folk acústico decadente, casi me recuerda a Dan Treacy, cuando canta: “Livin’ in the key, I’m livin’ anarchy / Livin’ anarchy of victory, livin’ anarchy / Livin’ anarchy, I’m livin’ anarchy of victory”. Y el tema final, “Roky”, despide el disco con un contenido completamente lapidario: “Me han colgado en una cruz / Me han clavado en una caja de resonancia / Me han atado, me he perdido / Me han empaquetado, me han enviado al extranjero / Y aunque intenté entender / Con quién estoy o dónde estoy / No sé más de lo que sabía / Todos esos años antes / ¿Puede ser peor de lo que fue? / Cuando la fiebre me agarró por primera vez / Y me llevó al mundo / Donde no pertenezco / Pero ahora mismo, / Bueno, casi creo que sí / Es una risa, es un viaje / Y acabo de renovar mi membresía / A un club al que me uní / Con un lanzamiento casual de una moneda sin valor / Y estoy pegado al suelo de mal gusto / Y estoy cansado, y soy desagradable / Pero es cierto, así que me quedaré aquí contigo”.
El undécimo álbum grabado con el nombre de The Lemonheads –primero con canciones nuevas desde 2006– vuelve a renovar la banda, con Dando acompañado esta vez por Farley Glavin al bajo y John Kent a la batería. Pero, al mismo tiempo, entre su elenco de colaboradores ocasionales aparecen viejos compinches como Juliana Hatfield (coros en un par de temas), Tom Morgan, John Strom y J Mascis (cuyo solo de guitarra en “Deep End” es tan reconocible que llegué a decir “¡esto suena a Dinosaur Jr.!” antes de leer los créditos). También nuevos aliados que pegan completamente con su universo, como Adam Green (quien le escribió “Wild Thing”, un tema que suena totalmente a Adam Green). De la producción se encargó Apollo Nove desde Sao Paulo (Brasil), el nuevo hogar de Dando, quien le da una inusitada coherencia a una colección de canciones que no parecía destinada a ser coherente. Vale la pena darle una oportunidad, de verdad de la buena. ∎