Es de admirar que Tindersticks sigan ahí treinta años después. No tanto por el largo recorrido del grupo, que también tiene su mérito, sino por la envergadura y calado de una obra hermanada a perpetuidad con la exploración. Al escuchar su decimotercer álbum en estudio –no contamos bandas sonoras, singles y demás artefactos; tampoco las aventuras en solitario de sus componentes– se impone una agradable sensación de enésima vuelta de tuerca a su discurso. Hace apenas año y medio, cuando publicaron el fantástico “No Treasure But Hope” (2019), apostaban por la concreción y la oratoria. Ahora prefieren la abstracción, la indagación sonora e incluso el desmontaje-reconfiguración de repertorios ajenos.
“distractions” empieza sin concesiones ni rodeos, con “Man Alone (Can’t Stop The Fadin’)”. Once minutos en los que pasamos de la hipnosis al trance entre bajos profundos, sintes analógicos, loops, pianos eléctricos, muestreo concrète y Stuart Staples en modo chamán. Y luego vienen más curvas. Las de “A Man Needs A Maid”, por ejemplo, transformando el lirismo de la original de Neil Young con nocturnidad y toda la alevosía posible. O las de “The Lady With The Braid”, de Dory Previn, manteniendo estructura melódica pero proyectando los arreglos de cuerda hacia el infinito. A “You’ll Have To Scream Louder”, de Television Personalities, la maquean con cálidas guitarras funk, pero el consternado espíritu de Dan Treacy permanece. La balada pianística “Tue-Moi” nos permite un respiro antes del gran final ofrecido por la extensa “The Bough Bends”, en la que abordan el trance con armas distintas a las de la apertura –atmósferas, recitado, oblicuidad, parsimonia– pero tan efectivas e inquietantes como aquellas. ∎