Curioso camino el de Water From Your Eyes: se supone que al saltar a una major, o a un sello indie grande –como Matador, del que forman parte desde 2023–, lo normal es rebajar un poco tu voluntad de riesgo y tratar de cumplir las expectativas comerciales de tus nuevos supervisores, pero ellos han seguido radicalizando progresivamente su art pop sin seguir otra cosa que sus intuiciones. Nate Amos y Rachel Brown funcionan cada vez más en una dimensión enteramente propia; el primero no deja de probar nuevas estrategias sónicas, compases imposibles, estructuras diabólicas, mientras que la segunda sigue buscando la emoción desde la desafección vocal o retorciendo palabras en busca menos de respuestas que de una cierta electricidad y un cierto misterio.
Puedes intentar leer entrevistas con ellos para saber de qué va “It’s A Beautiful Place”, pero lo que dicen no acaba de escucharse en el repertorio. Es parte del proyecto Water From Your Eyes: no sabes si se ríen de ti, si quieren que participes de la broma o si solo están imposiblemente high. Al parecer esto es un ensayo sobre “el tiempo, los dinosaurios y el espacio”, un equivalente alt-rock de “El árbol de la vida” (Terrence Malick, 2011), pero nadie lo diría prestando atención a las letras. Y la influencia principal son los Red Hot Chili Peppers de “Californication” (1999), que no dudamos que les gusten, pero que apenas se localizan más allá de los juegos de rimas de “Nights In Armor” o el interludio titular, un solo de guitarra de 51 segundos al más puro estilo de John Frusciante.
De nuevo, con sus canciones llenas de cosas y giros es más fácil pensar en Deerhoof, aunque hace tiempo que estos últimos no entregan algo tan excitante como “It’s A Beautiful Place”. Da igual si sus temas significan algo o no; hay que hacer caso a la Generación Z y dejarse llevar por las vibes. Intro (“One Small Step”) y outro (“For Mankind”) se basan en los mismos elementos, así que se puede poner el álbum completo en repeat para alargar el trip. Abróchense los cinturones para una primera mitad apabullante. El single “Life Signs” mete en el mismo saco riffs hardcore, spoken word del más reciente revival post-punk o (tóxica) dulzura pop con algo de Stereolab. Tras la citada “Nights In Armor”, llega el britpop en clave distópica de “Born 2”, con imponente muro de sonido eléctrico-electrónico y letras inspiradas por igual en la ciencia ficción de Ursula K. Le Guin (“Los desposeídos”, en concreto) y la investigación filosófica de Marcello Tarì (“No existe una revolución infeliz”).
La temática sci-fi sigue en “Spaceship”, hipnótico tema con algo de pop hauntológico a lo Broadcast, de patrones rítmicos cambiantes y una voz que esta vez suena optimista: “So you dream, you build, you change”. En el caso de “Playing Classics”, la referencia más directa parece la última Charli XCX: el título rima con “Club Classics” y contiene, como “Mean Girls”, una singular aproximación al piano house. Poco después, en el contraste más salvaje, se visten de grupo roots para una “Blood On The Dollar” en la que, sea como sea, no dejan de sonar a Water From Your Eyes. Gran disco realmente, aunque falte el T-Rex. ∎