Raphael ha dicho en más de una ocasión que ha tenido la suerte de contar con algunos de los compositores más grandes. Se refería a Manuel Alejandro, esencialmente, aunque también a Adamo o José Luis Perales, autores de algunas de sus melodías más conocidas. Más complicado lo tendría para reivindicar la autoría de “La canción del tamborilero”, la entrada más atípica y arcana en el top 10 de sus canciones más escuchadas: la versión más extendida sobre su origen es que data de 1941, cuando la pianista norteamericana Katherine Kennicott Davis (1892-1980) manuscribió como “Carol Of The Drum” (“Villancico del tambor”) lo que hasta entonces era una tonada popular sobre un chaval pobre como las ratas que solo alcanza a ofrecer a Jesús una serenata con su viejo tambor a falta de mayores recursos.
Rafael Martos tenía solo 22 años cuando se empeñó en adaptarla, en 1965, en contra del criterio de Hispavox, que la veía demasiado pop (ahora cuesta creerlo), y desde entonces se convirtió en un estándar navideño también en castellano, aupado a la fama tras la interpretación que el propio Raphael hizo de ella en los especiales televisivos del mismo 1965 y también de 1969: ni siquiera la IA es capaz de decirme cuántas nochebuenas ha podido gozar el público español de su interpretación, aunque en unos tiempos en los que solo había dos cadenas de televisión al alcance de la gente, es fácil hacerse una idea del impacto que tuvo, sobre todo para la generación boomer. Al igual que ha ocurrido con la carrera del propio Raphael, que ha vivido una suerte de segunda (o tercera) juventud en los últimos quince años, llegando a generaciones mucho más jóvenes que las que vieron por la tele aquellos programas. En 2013 grabó una nueva versión con la Orquesta Sinfónica de Bratislava.
En realidad, el ritmo casi marcial, de intensidad in crescendo sobre una sencilla línea narrativa de “La canción del tamborilero”, se acabó revelando como una de las canciones navideñas más elásticas y fácilmente adaptables a cualquier estilo que podamos imaginar. Quizá sea el villancico con más versiones, solo superado por el “White Christmas” de Irving Berlin. Da igual que hablemos de pop que de jazz, de country, de música disco, de glam rock o hasta de punk. Desde lo más mimético a lo más irreverente. De lo más respetuoso a lo más loco. Porque durante las últimas siete décadas ha caído en manos de Frank Sinatra, David Bowie a dúo con Bing Crosby, Dolly Parton, Stevie Wonder, Olivia Newton John con John Farnham, Boney M, Joan Jett And The Blackhearts, Earth Wind And Fire, Julio Iglesias, Susan Boyle y así hasta más de 200 versiones en siete idiomas distintos. ∎