Performático y político. Foto: Ignacio Barrios
Performático y político. Foto: Ignacio Barrios

Entrevista

Eugenio Merino: memoria, ruinas y derechos humanos

El gran público lo conoce por su polémica pieza “Always Franco”, donde metió una escultura del dictador en una nevera de refrescos. Pero su trabajo va más allá, como podemos comprobar en esta conversación. Hasta el 11 de mayo tiene instalada en Madrid una de sus nuevas obras, “Ruina”.

El mundo perdió un economista y ganó un artista: “Comencé la carrera de económicas. Muchos amigos se habían pasado a Bellas Artes. Otro me preguntó si hacía el examen de ingreso con él. Tras el primer año, me cambié”, recuerda el artista Eugenio Merino (Madrid, 1975).

Carga con la etiqueta de enfant terrible del arte español por su obra para ARCO 2012 “Always Franco”, una escultura de Francisco Franco en una nevera de refrescos, por la que recibió una demanda de la Fundación Francisco Franco, la cual ganó. Después tuvo otro juicio por “Punching Franco” (2013), un punching ball con la cabeza del dictador, cuyo fallo también le fue favorable.

Recientemente, el Museo del Arte Prohibido de Barcelona exhibió la primera, que adquirió: “Es representativa de un tiempo tras la dictadura y la transición, así como del estado de nuestra memoria histórica. Con los juicios gané la posibilidad de usar las dos obras cuando desee. Alguna gente quedó en mal lugar, como IFEMA –que apoyó la denuncia– y el entonces director de ARCO, Carlos Urroz. Es una pieza muy viral, es interesante que el arte contemporáneo traspase sus propias fronteras y se convierta en un lenguaje, en una forma de comunicar”, reflexiona.

Hace una década que no exponía en una galería madrileña. Este mes regresó con la instalación “Ruina” (2024), que estará hasta el 11 de mayo en el espacio de la galería Memoria en Carabanchel. Su rampa de acceso acumula herramientas y maquinaria, el gran cubo blanco está sin pavimentar, los visitantes se arremolinan contemplando el suelo con igual mezcla de solemnidad y estupor. En una fosa, bajo un cristal con iluminación de museo arqueológico, está alojada una escultura hiperrealista del poeta Federico García Lorca con semblante apacible.

“Ruina” (2024). Cortesía del artista y de la galería Memoria. Foto: Ignacio Barrios
“Ruina” (2024). Cortesía del artista y de la galería Memoria. Foto: Ignacio Barrios

¿Cómo ha sido el proceso de “Ruina”?

Siempre quise hacer esta instalación. Propuse a Alejandro de Villota, comisario y fundador de la galería, convertirla en una arqueología de Lorca, donde fuera un símbolo. Lo vemos tras un cristal, no está retratado muerto, ni asesinado, sino como ruina, iluminado como tal. Dejamos el suelo levantado y aprovechamos los elementos de las obras que se estaban haciendo en el espacio. A un lado, un rosetón que estaba ahí también nos lleva a Lorca, en referencia a la obra “Una noche sin luna”, de Juan Diego Botto, de lo mejor que he visto en teatro. Hay una utilización de la figura de Lorca por la derecha que lo desvincula de su posicionamiento político. Pero él lo dice muy claro en una entrevista del año 34, cuando estrena “Yerma”: “Mi trabajo es subversivo”. Su escultura en la Plaza de Santa Ana de Madrid, con una paloma como símbolo de paz, ¿qué sentido tiene si no es manipular o dar una imagen torpe? Siempre he pensado que las obras deben tener mucho significado y la mínima expresión. En este caso es la idea de una España construida sobre crímenes sepultados. A la inauguración fue Alfredo González Ruibal, uno de los arqueólogos de la Guerra Civil más importantes, autor de “Volver a las trincheras. Una arqueología de la guerra civil española” (2016), y dijo que era impactante. Si se excava en Carabanchel se pueden encontrar trincheras; era una zona de guerra. Lorca va vestido igual que en Madrid durante los años treinta. Colaboro con una sastra, Rosa López, que trabaja en cine y teatro y que conoce bien los años veinte y treinta. Dice que era un moderno en su época. Víctor Fernández, de los investigadores más importantes del poeta –coeditor de “De viva voz, conferencias y alocuciones” (2021) y coautor de “Palabra de Lorca. Declaraciones y entrevistas completas” (2017)– cuenta que cuando vino de Argentina vestía una camisa color salmón. Vamos a activar la pieza: el 11 de abril Alberto San Juan leerá textos seleccionados por Víctor donde se ve claro que Lorca tenía ideología y compromiso político. También generaremos conversaciones.

“Hay una utilización de la figura de Lorca por la derecha que lo desvincula de su posicionamiento político. Pero él lo dice muy claro en una entrevista del año 34, cuando estrena ‘Yerma’: ‘Mi trabajo es subversivo’

En tu trabajo hay hilos que conectan las obras: “Ruina” recuerda a “Aquí murió Picasso” (2017) y a “Monumento al cuerpo desaparecido” (2023).

Se van conectando. Para mí, en las exposiciones es más importante el significado que la obra. Con “Monumento al cuerpo desaparecido” nos planteábamos que la manera lógica de representar a Lorca era sin el cuerpo, como un vestigio fascista.

La historiadora Semíramis González dice en el texto de “Ruina”: “El compromiso político del poeta, su defensa de la causa republicana y su libertad sexual son tres ejes de análisis que aún hoy están en discusión”.

Está en el ambiente. Me llegó un libro del año de Lorca editado por la Comunidad de Madrid cuyo prólogo es una instrumentalización de su figura. Es un tema de debate. El Lorca del que habla la derecha es el joven del “Romancero gitano” (1928), que se declara muy español. Pero también decía que no creía en fronteras, ni en patriotas.

Da la sensación de que en tus obras conviven investigación y el deseo de llegar al gran público.

Es importante investigar y también que a golpe de vista se entienda. Luego tiene más lecturas. Me gusta esa mezcla, y una producción impecable. Si hago escultura es hiperrealista. Si es una cerámica, es con el mejor profesional. Es arte. Como espectador quiero conmoverme a todos los niveles, de lo conceptual a lo estético.

“Always Franco” (2012). Cortesía del artista y de la galería ADN. Foto: Carlos Díez-Gil  / “Punching Franco” (2013) y “Aquí murió Picasso” (2017). Cortesía del artista.
“Always Franco” (2012). Cortesía del artista y de la galería ADN. Foto: Carlos Díez-Gil / “Punching Franco” (2013) y “Aquí murió Picasso” (2017). Cortesía del artista.

Cargas con una etiqueta de antifranquista y enfant terrible del arte, pero tu trabajo aborda diversas vulneraciones de derechos humanos.

Me da igual. Sí, en mi obra hay muchas muertes por vulneraciones de derechos humanos. También tengo varias piezas que hablan directamente de ellos, como unas suelas de zapatos donde están inscritos. Una de ellas es un mapa político del mundo, como del colegio, sobre cuáles se vulneran ahora en el mundo. También he hecho un pasaporte de Palestina con una manta térmica.

También hay una carga lúdica, de humor.

Sale natural, es una forma de llegar a todos los públicos. Hace desaparecer muchas barreras contra determinadas ideas. Me gusta, hay que saber usarlo, las obras no son iguales. En este Lorca hay menos humor que en Franco. Al final es una especie de tragicomedia, hay drama y comedia.

También juegas con lo monumental. Has hecho monumentos a la corrupción, unas puertas giratorias. A la bomba nuclear en “Celebrating Destruction”, a la explotación, a los derechos humanos con hamacas hechas con banderas de paraísos fiscales.

Lo he desarrollado más en los últimos diez años. Con “Always Franco” no era tan consciente. El tiempo le ha dado ese valor. Aunque por redes es un meme, también es un monumento, todo el mundo lo ve y está en un museo. Con Lorca, mi manera de entenderlo y recordar qué significa es verlo como un monumento clásico.

“Colaboramos haciendo partidos de fútbol antipolíticos autoritarios. El primero fue con una cabeza de Trump en la frontera de México. La idea era recuperarlo como actividad lúdica democrática, ya que se juega en los sitios más pobres del mundo”

Has resignificado monumentos cuestionando los relatos del poder, como la estatua del legionario en Madrid, donde en 2023 ensartaron una cabeza de Franco hecha por ti. ¿Cómo colaboras con los movimientos memorialistas, decolonialistas o de derechos humanos?

Lo que más me gusta es trabajar con otras personas, artistas como Avelino Sala o Santiago Sierra o colectivos. Surge orgánicamente. Con el legionario, un colectivo anticolonialista me propuso clavar una cabeza en su bayoneta. Pensamos que debía ser Franco. Al inaugurarla, Almeida hizo un discurso en honor a Millán-Astray, fundador de la legión, así que decidimos clavarla el uno de enero, el aniversario de su muerte. Fue una acción interesante, muy simbólica.

¿Cómo surgió el vídeo “Freedom Kick” con el colectivo Indecline en Múnich y un grupo de migrantes africanos jugando al fútbol con la cabeza de Otto Von Bismarck, que proyectarás allí este año?

Colaboramos haciendo partidos de fútbol antipolíticos autoritarios. El primero fue con una cabeza de Trump en la frontera de México con gente de allí. La idea era recuperarlo como actividad lúdica democrática, sin dinero de por medio, ya que se juega en los sitios más pobres del mundo. También lo hicimos con Bolsonaro y Putin. El proyecto continúa. Para el vídeo de Múnich, la institución cultural con que colaboramos tenía localizado un edificio para refugiados con un campo de fútbol en la azotea. Elegimos la cabeza de Otto como reflexión sobre el reparto colonial de África. Un artista alemán preparó los trajes. El rapero que puso la música estaba encantado.

“Monumento a la corrupción” (2021)  y “Mapa político de los derechos humanos pisoteados en el mundo” (2024). Cortesía del artista y de la galería ADN. Fotos: Roberto Ruíz /  “Freedom Kick” (2020). Foto: Jason Goodrich
“Monumento a la corrupción” (2021) y “Mapa político de los derechos humanos pisoteados en el mundo” (2024). Cortesía del artista y de la galería ADN. Fotos: Roberto Ruíz / “Freedom Kick” (2020). Foto: Jason Goodrich

Has hecho un lavavajillas contra la corrupción –“Lavado de cara” (2024)– para la feria mexicana MACO, que se vendió en las primeras horas.

Hace tiempo hice uno con platos de todos los presidentes americanos; Obama fue una especie de lavado de imagen de una política internacional que seguía siendo igual. En MACO lo realicé con casi todos los presidentes mexicanos. Un hijo de Calderón dijo: “Eugenio no va a volver a exponer aquí”. Suelo preparar piezas ex profeso para las ferias, como el ninot de Felipe VI que hice con Santiago Sierra, un objeto para venderse en España porque el rey pasea por la feria.

¿Cómo será la instalación con Avelino Salas en la Galería Antonia Puyó de Zaragoza en mayo?

Tiene que ver con el cambio climático. La idea es hacer una serie de resistencias de calor al rojo vivo. Y que cuando el público entre, perciba el calor. Es interesante sentirlo. Algo que me gusta de “Ruina” es que hace frío. La luz LED tiene el tono amarillento de las arqueologías, da esa sensación de algo escenificado, pero en realidad es un agujero sin intención estética. De noche esa luz cálida contrasta mucho.

“Suelo preparar piezas ex profeso para las ferias, como el ninot de Felipe VI que hice con Santiago Sierra, un objeto para venderse en España porque el rey pasea por la feria”

Y vas a tener exposición en septiembre en tu galería de Barcelona, ADN.

Aún estoy pensando qué hacer.

Comenzaste como pintor y acabaste en la escultura.

La pintura se me daba muy bien. La dejé por el aburrimiento de estar solo. Empecé con la escultura con amigos que hacen efectos especiales, y ahora tienen varios Goyas. Para mí, el volumen tiene más sentido como experiencia. No es lo mismo ver la imagen de Lorca que estar frente a él. El dibujo me interesa, puedes decirlo todo con él y plasmar la primera idea para hacer la pieza. Pinté hasta 2004, hice mi primera exposición en La Fábrica en Madrid. Al principio trabajé con una galería de Mallorca, que dejé. Les dije: “No voy a seguir pintando, quiero hacer otras cosas y no sois la plataforma para eso”. Me fui a T20, en Murcia, que me dejaron hacer lo que me dio la gana. ∎

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