Este trabajo de
work in progress es lo que, finalmente, ha terminado dando forma a lo que es, ahora sí, el tercer disco de Black Country, New Road,
“Forever Howlong”, en el que las tareas vocales se asientan en un tridente formado por Tyler, Georgia y May que recuerda a boygenius y en el que apuestan definitivamente por el pop barroco, los arreglos profusos, las ricas armonías –ojo a
“Mary”– y un espíritu folkie y progresivo muy británico.
“For The Cold Country” es más Joanna Newsom que Squid, una maravilla mutable y dramática que estalla recordando a los Arcade Fire de “The Well And The Lighthouse”, y
“Nancy Tries To Take The Night”, con su arranque juglaresco a dos guitarras y la mandolina de Georgia y su repetitivo crescendo de vientos puntillistas, ejemplifica también a la perfección la evolución que estas canciones han vivido desde las tablas al estudio; ambas son el propulsor de un disco que se siente, a todos los efectos, como el debut de unos Black Country, New Road completamente reseteados.
Una banda que ahora mismo funciona más como un colectivo, una hidra con tres cabezas que, sin embargo, mantiene la coherencia y la unidad no solo en torno a los temas, también en torno a las formas y las inquietudes musicales: en las notas del disco en Apple Music, Evans ha contado que
“The Big Spin”, de May Kershaw, inspiró a Georgia a escribir
“Besties”, que a su vez sirvió de inspiración a Tyler para
“Happy Birthday” –la que mejor conecta con facetas pretéritas del grupo, más destartalada y guitarrera–, completando lo que él ha llamado la “santa trinidad” del álbum. Sin tener nada que ver –aquí no hay drogas, que sepamos, ni polígonos sexoamorosos–, BC, NR están en su momento Fleetwood Mac, y esto sería en cierto modo su “Tusk” (1979), una reinvención bizarra, un freak show medieval en el que integran clavecines –el álbum se abre con uno, de hecho puro rococó, en la floritura que es “Besties”– y flautas dulces como las que componen el abrigo de la voz de May en la titular –y
björkiana–
“Forever Howlong”. Un disco fábula, en el que grandes historias, leyendas oscuras sacadas de un folclore medieval de caballeros, posadas y doncellas, como la de la siniestra
“Two Horses”, se confunden con narraciones sobre la amistad realmente no tan abstractas.
En “Forever Howlong”, Black Country, New Road abandonan de pleno el cinismo del post-punk y cualquier conexión con una escena ya totalmente atomizada y se entregan a una especie de “nueva sinceridad”, sin renunciar al humor –hay menciones a TikTok, e incluso bromas sobre elegir una
frontwoman– pero abrazando la vida sencilla con una romantización pastoral, abanderando a los grandes perdedores del amor y, por encima de todo, aludiendo al espíritu comunitario que los ha sostenido como banda durante estos tiempos convulsos. ∎