Disco destacado

Black Country, New Road

Forever HowlongNinja Tune-[PIAS] Ibero América, 2025
El 31 de enero de 2022, cuatro días antes del lanzamiento del segundo álbum de Black Country, New Road, “Ants From Up There”, su cantante principal y guitarrista Isaac Woods anunciaba su separación de la banda por razones de salud mental. El resto de integrantes se apresuró, entonces, a cancelar la inmediata gira norteamericana programada, y a asegurar que no estaba en los planes seguir tocando las canciones de Woods, lo que implicaba –a grandes rasgos, porque él se había encargado, tanto en “Ants” como en “For The First Time” (2021), del grueso de la composición– prácticamente reformular la banda desde el principio.

Entre febrero y mayo, los seis componentes restantes se encerraron a preparar nuevas canciones –o a remendar bocetos pensados para otros proyectos– para poder corresponder con las fechas acordadas, poniéndolas de largo en una breve manga lanzadera del tour en Reino Unido en anticipación de una extensa gira de festivales en verano. Las reacciones a estos conciertos, incluido su paso por el Primavera Sound, fueron bastante extremas, con gente alabando la rápida capacidad de reinvención de la banda y otra frustrada –en parte de forma comprensible– porque el nuevo formato y los nuevos temas no se correspondían con las expectativas generadas por el disco. Fue un momento muy complicado para el grupo, pero sobre todo porque habían tenido que reconducir los roles de forma apresurada e improvisada y no estaban encontrando el tiempo, entre tanto concierto, para entender de forma natural cómo estos iban a desempeñarse en el futuro.

Para tratar de poner distancia, pero también como una forma de que el público pudiera familiarizarse con estas nuevas canciones y evitar los entendibles shocks, a principios de 2023 decidieron editar la grabación de uno de sus conciertos en el Bush Hall de Londres en diciembre de 2022: era, a efectos prácticos, su tercer disco “de estudio”, integrando por canciones de otro modo inaccesibles salvo en los conciertos de la interminable gira. Pero era también la fotografía de un momento incómodo para la banda, transicional. Y otro capítulo peculiar, inusual para una banda, en esta “serie de catastróficas desdichas” que ha sido su carrera. “Teníamos que apañar algo rápido, pero no eran canciones bien armadas comparado con lo que queríamos hacer”, le ha dicho Tyler Hyde recientemente a ‘Rolling Stone’.

Precisamente ella fue la que adoptó la posición más frontal del sexteto junto al saxofonista Lewis Evans, asumiendo entre los dos las tareas vocales. Pero no terminaba de encajar: lo que ha terminado siendo “Salem Sisters”, por ejemplo, empezó como una canción de Evans, “24/7 365 Summer Time”, hasta que este decidió dejar el micrófono definitivamente; Tyler, después, con ayuda de su pareja Rachid Fakhre –que también hace música como Skydaddy–, le dio una vuelta y la convirtió, ya con la banda, en lo que es hoy: una suite teatral, pastoral y progresiva, descarada e inocentemente pop, que idealiza la juventud a través de la idea shakesperiana de “salad days” –el tópico latino del collige virgo rosas– pero que también se abstrae hacia un horizonte ligeramente turbador. La violinista Georgia Ellery puso “Geese” sobre la mesa en una forma preliminar, pero sus compromisos con Jockstrap a tenor del exitazo de su debut –“I Love You Jennifer B” (2022)– la han mantenido alejada de la banda hasta ahora, que regresa con “Goodbye (Don’t Tell Me)” a modo de balada oscura pero pop inspirada en Neil Young y en The Beta Band. Y May Kershaw, pianista, aportó el esbozo inicial de “For The Cold Country”, un tema que se ha ido desarrollando en directo constantemente.

Una brillante reformulación. Foto: Eddie Whelan
Una brillante reformulación. Foto: Eddie Whelan
Este trabajo de work in progress es lo que, finalmente, ha terminado dando forma a lo que es, ahora sí, el tercer disco de Black Country, New Road, “Forever Howlong”, en el que las tareas vocales se asientan en un tridente formado por Tyler, Georgia y May que recuerda a boygenius y en el que apuestan definitivamente por el pop barroco, los arreglos profusos, las ricas armonías –ojo a “Mary”– y un espíritu folkie y progresivo muy británico. “For The Cold Country” es más Joanna Newsom que Squid, una maravilla mutable y dramática que estalla recordando a los Arcade Fire de “The Well And The Lighthouse”, y “Nancy Tries To Take The Night”, con su arranque juglaresco a dos guitarras y la mandolina de Georgia y su repetitivo crescendo de vientos puntillistas, ejemplifica también a la perfección la evolución que estas canciones han vivido desde las tablas al estudio; ambas son el propulsor de un disco que se siente, a todos los efectos, como el debut de unos Black Country, New Road completamente reseteados.

Una banda que ahora mismo funciona más como un colectivo, una hidra con tres cabezas que, sin embargo, mantiene la coherencia y la unidad no solo en torno a los temas, también en torno a las formas y las inquietudes musicales: en las notas del disco en Apple Music, Evans ha contado que “The Big Spin”, de May Kershaw, inspiró a Georgia a escribir “Besties”, que a su vez sirvió de inspiración a Tyler para “Happy Birthday –la que mejor conecta con facetas pretéritas del grupo, más destartalada y guitarrera–, completando lo que él ha llamado la “santa trinidad” del álbum. Sin tener nada que ver –aquí no hay drogas, que sepamos, ni polígonos sexoamorosos–, BC, NR están en su momento Fleetwood Mac, y esto sería en cierto modo su “Tusk” (1979), una reinvención bizarra, un freak show medieval en el que integran clavecines –el álbum se abre con uno, de hecho puro rococó, en la floritura que es “Besties”– y flautas dulces como las que componen el abrigo de la voz de May en la titular –y björkiana“Forever Howlong”. Un disco fábula, en el que grandes historias, leyendas oscuras sacadas de un folclore medieval de caballeros, posadas y doncellas, como la de la siniestra “Two Horses”, se confunden con narraciones sobre la amistad realmente no tan abstractas.

En “Forever Howlong”, Black Country, New Road abandonan de pleno el cinismo del post-punk y cualquier conexión con una escena ya totalmente atomizada y se entregan a una especie de “nueva sinceridad”, sin renunciar al humor –hay menciones a TikTok, e incluso bromas sobre elegir una frontwoman– pero abrazando la vida sencilla con una romantización pastoral, abanderando a los grandes perdedores del amor y, por encima de todo, aludiendo al espíritu comunitario que los ha sostenido como banda durante estos tiempos convulsos. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados