¿Qué sería de Dry Cleaning sin Florence Shaw? Mejor no hagamos elucubraciones y dejemos las cosas como están. Pero hay una certeza irrefutable: sin la voz (y las palabras) de Shaw, el cuarteto londinense no tendría ese plus de personalidad que le hace destacar de toda la tropa de eso que hemos dado en llamar “nuevo post-punk”, una etiqueta reduccionista (como todas) y poco acorde con la realidad: ya me explicarán, si pueden, lo que tienen en común black midi y Black Country, New Road, Porridge Radio y caroline, por citar solo unos pocos ejemplos de bandas más o menos recientes metidas en el saco de esa etiqueta. Bueno, algo sí hay: una tendencia, en la parte vocal, a recurrir al recitado, esquinando la manera más o menos ortodoxa de “cantar”. De ese hilo sí que podemos tirar. Y ahí la reina absoluta es Florence Shaw (con permiso de Grian Chatten de Fontaines D.C.), con un savoir faire entre la indolencia y la insolencia, el sarcasmo y el desafío, expulsando sus textos sobre la guitarra de Tom Dowse y la base rítmica de proveen Lewis Maynard (bajo) y Nick Buxton (batería), todo cocinado bajo la mano sabia de John Parish, productor experto en cuajar grabaciones que casan a la perfección la inmediatez cruda con un puntito justo de sofisticación.
Todos los ingredientes funcionaron sin fallos en “New Long Leg”, publicado en abril de 2021 y uno de los discos indispensables de la temporada pasada. Y la fórmula no se agota, y adquiere ligeras variaciones en este “Stumpwork” en el que los del sur de Londres dan una palmada sobre la mesa para dejar claro que ellos no son una flor estacional ni se dejan agarrotar por etiquetas más o menos ocurrentes.
Grabado de nuevo en los míticos Rockfield Studios de Gales durante dos semanas, “Stumpwork” mira más hacia Estados Unidos que a Inglaterra, más a Pavement que a Joy Division. Al menos eso es lo que se desprende de las declaraciones que Dowse ha dejado caer en algunos medios.
El sonido de Dry Cleaning se ha “aclarado” ligeramente sin perder ni un ápice de su fuerza ni de su poder evocativo. Puede que la guitarra le guiñe un ojo al slacker rock noventero (paren en “Driver’s Story”, por ejemplo), pero el ADN british sigue latente (“Gary Ashby”) y muchas veces ambos colisionan con desparpajo para crear sus hipnóticas polaroids sobre el estado de las cosas en el mundo de hoy.
“Stumpwork” es jangle pop e indie rock, es post-punk (sí) y no wave. Es la precisa visión de una banda sin complejos bailando sobre las esquirlas oxidadas del revival para sonar plenamente contemporánea. Es, a la vez, abstracto y realista, con esa pizca de extrañeza que toda obra de arte necesita para dejar embobado al espectador/lector/oyente.
Shaw recita/narra sus versos dotando a las palabras de un significado que realza el sarcasmo o la rabia, la ironía o el dolor, el humor o el desencanto: como un puzle que se va armando lentamente, pasamos del sinsentido a bofetadas de concisión absoluta: “Everything’s expensive / and opaque / and privatised” (“Anna Calls From The Arctic”); “I see male violence everywhere” (“Hot Penny Day”); “You could take control of my mind or body anytime / Why I do trust you?” (“No Decent Shoes For Rain”); “The main thing I do is moving bags from place to place” (“Conservative Hell”)… Y cuando opta por la narración directa, es una maestra: escuchen/lean “Gary Ashby”, la historia de una tortuga desaparecida durante el encierro pandémico: Lewis Carroll tomando el te con Ian Curtis.
Retrato oblicuo del consumismo feroz y de cierto hastío vital, “Stumpwork” se cierra esperanzador con los cinco minutos de la final “Icebergs” y sus guitarras incisivas y flotantes: “For a happy and exciting life / Locally, nationwide or worldwide / Stay interested in the world around you / Keep the curiosity of a child if you can”. Sí, mantengan la curiosidad. Escuchen a Dry Cleaning. ∎