Modern Nature es un proyecto en torno a Jack Cooper, cantante, guitarrista y compositor británico de larga trayectoria. Antes militó en los grupos The Beep Seals –su álbum “Things That Roar” (2008) fue coproducido por Norman Blake de Teenage Fanclub–, Mazes y Ultimate Painting, que compartió con James Hoare (Veronica Falls) y con el que editaron tres álbumes; grabaron un cuarto, “Up!”, tras fichar por Bella Union en 2018, que permanece inédito al separarse de forma poco amistosa, ya que Cooper decidió iniciar la aventura de Modern Nature después de editar su primer álbum en solitario, “Sandgrow” (2017).
De todo su bagaje indie rock, psicodélico y folk rock surge “Nature”, en febrero de 2019, el primer EP de un grupo que en aquel momento eran él, Will Young (Beak>), Aaron Neveu (Woods) a la batería, Rupert Gillett al chelo y Jeff Tobias (Sunwatchers) al saxo. Aparte del tema titular, claramente influenciado por el ritmo motorik del krautrock, ya se adentran en lo que será su signo distintivo: un tapiz de folk alucinado y crepuscular, volutas de jazz al ralentí y una voluntad experimental que bebe del minimalismo repetitivo y que no pierde de vista la música de cámara, todo ello presidido por la voz lánguida y decadente de un Cooper que por fin encuentra su camino. En el primer álbum,
“How To Live” (2019), sigue aflorando el ritmo motorik en “Footsteps”, la pieza más determinante, en una dualidad que determina el nombre del grupo, indicativo de rural y urbano, moderno y antiguo, tomado de los diarios del cineasta Derek Jarkman, que escribió tras diagnosticarle el sida y que Cooper leía mientras visitaba su casa, un
cottage en la costa de Kent. Sin embargo, lo que domina son las ambientaciones contenidas, aunque sin rehuir los crescendos de formas progresivas que en “Criminals” retrotraen a los King Crimson más plácidos. Calma y cierto desasosiego transcurren por un “Nightmares” conectado a la serena “Peradam”. En las notas del disco hablan de grupos que los han influenciado, como Talk Talk, Anne Briggs, Robert Wyatt o Harmonia.
Su siguiente entrega fue el miniálbum
“Annual” (2020), centrado en el ciclo de la naturaleza, en el que destaca la colaboración de Kayla Cohen (Itasca), cuya lánguida voz pone caricia folk a un “Harvest” que acaba convertido en un cruce entre post-rock y jazz. En este sentido destaca en el disco el corpulento contrabajo de Arnulf Lindner, en la estela de Danny Thompson, mientras que el saxo de Tobias ejerce como alumno de Pharoah Sanders. Hay que tener en cuenta que Cooper también desarrolla una faceta totalmente experimental, en el sello tejano Astral Spirits, donde ha publicado dos álbumes, uno en comandita con Jeff Tobias, titulado “Tributaries” (2021), y otro, “Arrival” (2023), en el que escribe y dirige dos largos movimientos instrumentales interpretados al chelo, piano y clarinete por miembros del grupo de música contemporánea Apartment House.
En 2022 Modern Nature entregan su segundo álbum,
“Island Of Noise”, un ambicioso trabajo del que publican también una edición limitada en doble vinilo que incluye “Island Of Silence”, con versiones instrumentales de los temas mezcladas en mono por el coproductor Ed Deegan, y un libreto de 36 páginas con textos e imágenes, entre otros, del poeta Robin Robertson, el micólogo Merlin Sheldrake, la ilustradora Sophy Hollington, el escritor Richard King o el músico Eugene Chadbourne. Las diez canciones del disco madre transitan entre el weird folk lacónico y un acento jazzístico en el que tienen un papel destacado varias luminarias del free jazz británico, como Evan Parker (saxo soprano), Alexander Hawkins (piano), John Edwards (contrabajo) o Alison Cotton (viola), además de sus estrechos colaboradores Jeff Tobias y Jim Wallis. Cooper compone, arregla los temas y se ocupa de cantar, tocar guitarra, órgano y trompeta. En el que es su trabajo más notable, inspirado por “La tempestad” de William Shakespeare –entre sus temas figuran “Tempest” y “Ariel”–, logran una rara alquimia en la que los límites entre folk y jazz se diluyen para crear una obra que, ciertamente, puede ubicarse en un altar imaginario que incluya el disco homónimo de Mark Hollis, el
“Blemish” (2003) de David Sylvian y el “Birthday Blues” (1969) de Bert Jansch; con una cumbre particular en el tema “Performance”, resumiendo todas sus virtudes de paisajismo instrumental panorámico y unas ganas de experimentar que no están reñidas en absoluto con los logros melódicos.