Primal Scream no pudieron hacerlo solos, y necesitaron la magia de Andrew Weatherall. Pese a todo, “Screamadelica” supo y pudo reducir en un solo disco la vida y la estética de su día, un rock que ya miraba sin tiranteces a la música de baile y que documentaba el auge del éxtasis. Diez años después, “Amnesiac” viene a reclamar un papel, en su aspecto filosófico y formal, de calado similar, con la diferencia de que, como la escena de psicodelia post-dance británica encabezada por Death In Vegas ha dejado ver, la euforia se ha tornado introspección, crudeza, acritud y, por momentos, amargura. Es la pugna entre la luz y las sombras que fascina a la generación out-rock, una visión escéptica de la tecnología que, sin embargo, sabe de su concurso para hacer evolucionar el rock. Y en ese sentido, el quinto álbum de Radiohead resuelve un misterio que todavía quedaba abierto: el significado de “Kid A” (2000). Grabadas en las mismas sesiones que sus precedentes, las once tomas de “Amnesiac” dan sentido a un experimento que, pese a crecer y crecer cada vez más tras cada escucha (y es que, más que acusar despiste, los de Oxford dejaban claro hacia dónde querían llegar y por qué medios), no resolvía la incógnita de lo ocurrido tras “OK Computer” (1997).
“Amnesiac”, por supuesto, es lo que debería haber acontecido tras la edición del single “No Surprises”. Quedan restos de guitarras y, en el caso de “Knives Out”, reminiscencias contraproducentes de “Paranoid Android”. Pero, por otro lado, en vez de esbozos o experimentos traumáticos con el pasado hay canciones. Canciones que, por un momento, pueden recordar a Chet Baker (“Life In A Glasshouse”), pero por otro lado canciones solo posibles en un contexto como el actual. El hard listening con ecos de Boards Of Canada de “Pull/Pulk Revolving Doors” o el electro existencial de “Packt Like Sardines In A Crushd Tin Box” demuestran haber aprendido la esencia de esa electrónica que fue y que permanecerá, pero son “Pyramid Song” –hay quien habla de Olivier Messiaen–, “Morning Bell/Amnesiac” y la decisiva “You And Whose Army?” las que dictan el veredicto: tanto este disco como su precedente ya han pasado al libro gordo de la historia. Everything in it’s own place. ∎