Disco destacado

The Magnetic Fields

50 Song MemoirNonesuch-Warner, 2017
Que a Stephin Merritt le gustan los retos (o los conceptos) es algo que está muy claro (y meridiano): solo hay que recordar “i” (2004) –todas las canciones comenzaban con la letra “i”– o “Distortion” (2008), su particular homenaje al ruido, con todos los instrumentos distorsionados, creado bajo la influencia de “Psychocandy” (1985) de The Jesus And Mary Chain; sin olvidar, por supuesto, “69 Love Songs” (1999), su monumental tratado sobre el amor y, hasta ahora, la obra cumbre del compositor norteamericano. A este triple álbum de The Magnetic Fields le ha salido ahora un serio competidor, el que nos ocupa, un disco quíntuple que aparecerá el 10 de marzo y que estira aún más la querencia del autor de “Get Lost” (1995) por el concepto y las obras faraónicas: cincuenta canciones autobiográficas para conmemorar el medio siglo de vida del artista, a una por año.

“50 Song Memoir” se comenzó a grabar el 9 del febrero de 2015, el día de su cumpleaños; él se ha ocupado prácticamente de tocar todos los instrumentos (casi un centenar), aunque cuenta con puntuales colaboraciones de sus sospechosos habituales (Claudia Gonson, Sam Davol, John Woo, Daniel Handler, Shirley Simms, Christopher Ewen...) para pespuntar este diario musical donde, en palabras de Merritt, es la primera vez que utiliza a fondo sus experiencias personales como punto de partida lírico para las composiciones.

Ante un trabajo de tal envergadura es fácil perderse –el recorrido dura sus buenas dos horas y media–, pero ya desde la primera escucha queda patente que estamos ante una obra mayor que se ha sacado de encima la rutina que parecía acechar en una trayectoria iniciada en el ya lejano 1991 con “Distant Plastic Trees”. Aquí está el Merritt ambicioso e inspirado, ese escritor que desea pasar a la posteridad como uno de los nombres imprescindibles del Gran Cancionero Americano. Razones tiene: “50 Song Memoir” es una mina de oro pop donde cada cual puede quedarse con su pepita preferida, un derroche de inteligencia, ironía y amor por la música que cuaja en una especie de documental sobre la vida y milagros del protagonista. Merritt no conoció a su padre, el músico Scott Fagan, hasta 2013, y esa ausencia es la que parece sobrevolar “Wonder Where I’m From”, la canción inaugural, correspondiente al año 1966.

A partir de aquí, retazos que lo mismo nos hablan de gatos (1968: “A Cat Called Dionysus”, con imitación de maullidos incluida a cargo del hijo de Handler), de mitos reverenciados (1969: “Judy Garland”, recordando la rebelión gay de Stonewall; 1983: “Foxx And I”, sobre sintetizadores y su admiración por el fundador de Ultravox), que de lugares que tuvieron un papel medular en su educación sentimental: los clubes Danceteria y Pyramid (en las piezas correspondientes a 1984 y 1987: la primera, un pepinazo de tecno-pop de bola de espejos; la segunda, un melancólico repaso a un encuentro fugaz en la noche). También, de sus recuerdos californianos (2008: “Surfin’”) y de sus tiras y aflojas amorosos (2009: la solemne “Till You Come Back To Me”, con su pantalla de vientos, es, junto a “Why I Am Not A Teenager”, el flash de 1985, una de mis preferidas del lote).

Merritt: su vida en 50 canciones. Foto: Marcelo Krasilcic
Merritt: su vida en 50 canciones. Foto: Marcelo Krasilcic
El clima de paranoia pos Charles Manson se fija en “They’re Killing Children Over There”, el tema correspondiente a 1970. Y su amor por el cine y la literatura, otros de los combustibles imprescindibles en su vida, tiene su caja de resonancia en “20.000 Leagues Under The Sea” (2010) y “Ethan Frome” (1988; sobre la novela de 1911 de Edith Warthon: una miniatura de apenas dos minutos con irresistible estribillo). Como en el cuento de Hansel y Gretel, “50 Song Memoir” está plagado de miguitas de recuerdos que nos sirven para ir montando el puzle vital de Mr. Merritt, ya sea su pasión por los sonidos sintetizados (1997: “Eurodisco Trio”; 1981: “How To Play The Synthesizer”), su ambivalente relación con la cultura pop (1979: “Rock’n’Roll Will Ruin Your Life”, un pequeño hit “rock” que hará las delicias de Luke Haines), sus achaques (1992: “Weird Diseases”, con sus resonancias spectorianas) o sus momentos de precariedad económica (1993: “Me And Fred And Dave And Ted”: “All in two roms with one bed / So we slept on the towels and rugs / But ah! we were young, and vaguely in love / And who need money, or drugs?”; 1994: “Haven’t Got A Penny” y su delicioso tufo cuasi reggae).

En 1974 se preguntaba sobre el sentido de la vida (“No”: “Is there a man in heaven looking out for you / Is there a place dead loved ones go? / Is there a source of wisdom that will see you through / Will there be peace in our time? / No”) y en 2002 pedía ser fiel a tus lugares favoritos (“Be True To Your Bar”: “Sitting in bars and cafes / Writing songs about songs / And plays within plays / but how rarely we dare / To write something that days / Anything about bars and cafes”; épica de bolsillo para loar el amor por las copas fuera de casa; la portada, firmada por Alix Merritt, su madre, es un hermoso tributo a esos lugares esenciales en su trabajo).

Romántico, sardónico, imaginativo, sentimental y casi inagotable, “50 Song Memoir” –que se podrá degustar en directo durante dos días en el próximo Primavera Sound: veinticinco canciones por sesión– es Merritt at his best, un nuevo Everest en la ascensión a la deseada eternidad de un músico fiel a sus manías y generoso con su talento. Nueve sobre diez. ∎

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