Álbum

Trent Reznor & Atticus Ross

Bones And All The Null Corporation, 2022

Unas notas de una guitarra acústica tocada por George Doering, calmadas, espaciadas, marcan el tono de la banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross para el último filme de Luca Guadagnino, “Bones And All” (“Hasta los huesos” entre nosotros), una historia de jóvenes caníbales enamorados que tiene tanto de reflexión en torno a la soledad de los devoradores de carne humana como de fatalismo on the road sobre adolescentes en fuga por la América rural. Reznor y Ross se visten con el traje más atmosférico y repetitivo. Llevan más de una década componiendo juntos para cine y televisión, desde que escribieran la música de “La red social” (David Fincher, 2010), y han ido modulando distintas gradaciones sonoras. Esas notas de guitarra que abren la película y el disco, de una belleza sin par, que refuerza la soledad angustiante de los personajes a la vez que choca con algunos de sus actos –matar para comer o esperar a que alguien muera para comérselo–, van sucediéndose con muy pequeñas, ligeras variaciones, a partir de un mismo patrón lírico, en sintonía con el trabajo de Ry Cooder para el “Paris, Texas” (1984) de Wim Wenders. El tema se titula “I’m With You” y define por sí solo la relación de necesidad/amor entre los jóvenes caníbales encarnados por Taylor Russell y Timothée Chalamet. Lo escuchamos desnudo, o envuelto por etéreos sintetizadores, en cuatro versiones muy parecidas, pero repletas de matices distintos. Tres con subtítulos bien gráficos –“A Way Out”, “You Seem Nice” y “Always”–, y otra, la más larga, de seis minutos, convertida en el epicentro del relato.

En otros cortes, como los titulados “By The Light Of The Campfire”, “Night In The Cornfield” y “You Don’t Have To Be Alone”, tanto la guitarra acústica como los teclados abandonan esa moderada descripción para trazar espacios mucho más ominosos, propios de un cine de terror minimalista. Cuando el trazo de sangre es irreversible en la narración, porque el pasado siempre vuelve, Reznor y Ross aportan piezas angostas y borrosas como “It’s Just Darkness” y “You’ll See What I Mean”. Y en la inquietante “Violence Remains” incorporan los propios sonidos humanos de la violenta escena que ilustra el tema para después, sin pausa, volver a la faceta más introvertida con “The Great Wide Open” y “Normal Life”, donde la guitarra de Doering suena más blues que nunca. De hecho, como en toda buena o consecuente banda sonora, las piezas describen por igual estados de ánimo y situaciones como personajes. Cuando el sonido vira hacia la oscuridad se trata del Sully, el personaje que interpreta Mark Rylance, no hay duda. A veces los cortes son brevísimos –“Forgotten Pictures”, “In Dreams”–, como lo son algunos planos de recuerdos en forma de fogonazos que tiene la protagonista al comprender poco a poco cosas de su pasado. “Other Paths Not Explored” nos lleva sorprendentemente hacia la luz, pero no es más que una ilusión, un engaño, una quimera: los diez minutos y medio de “Unfinished Business” nos devuelven a los abismos espasmódicos de la violencia que corroe las vidas de los personajes. Y un nuevo espejismo para terminar, la susurrante balada “(You Made It Feel Like) Home”, interpretada por Ross, Reznor y la esposa de este, la cantante filipina Mariqueen Maandig, cuya letra es más sombría que todos los sonidos del disco. ∎

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