Por Jordi Bianciotto
La tardía carrera en solitario de Brian Wilson no ha satisfecho los deseos de quienes esperaban trabajos a la altura de “Pet Sounds”. ¿Exceso de expectativas? Seguramente, pero el ex Beach Boys ha producido un ramillete de obras raras provistas de aislados momentos mágicos. Un catálogo que pronto se ampliará con dos nuevos discos: “Gettin In Over My Head”, grabación con material nuevo que se edita este verano (con invitados como Elton John, Paul McCartney, Eric Clapton y Van Dyke Parks), y la esperada plasmación de “SMiLE”, prevista para otoño.

Nadie esperaba nada bueno del debut solista de Brian Wilson tras dos décadas de caos y depresiones non stop. Pero, aunque sometido por la tiranía del psicólogo Eugene Landy (quien, sin el menor sonrojo, inserta su apellido en la composición de cinco canciones), el hombre consigue desplegar suficientes indicios de genio para dignificar su regreso. Está la mirada compasiva de “Love And Mercy”, la alquimia melódica de “Melt Away” y el generoso puzzle final de “Rio Grande” que evoca la fantasía de “SMiLE”.

Wilson se reúne con Van Dyke Parks, su cómplice en el inacabado “SMiLE”, por primera vez en cerca de treinta años. Parks, minucioso orfebre de la banda sonora norteamericana, heredero popular de George Gershwin y Aaron Copland, firma las músicas y los textos, que el ex Beach Boys hace suyos con su método vocal en impecable estado. “Summer In Monterey” o “Movies Is Magic” heredan, con su aire naíf, el concepto fantástico y panamericano de Parks, su visión de una música cromática y ensoñadora que escapa a las etiquetas convencionales.

Don Was consigue que Wilson protagonice un documental televisivo que años después se publicará en DVD. Su banda sonora consiste en la regrabación de once de sus piezas clave en adaptaciones intensas, con un punto espectral. “The Warmth Of The Sun” y “‘Til I Die” renacen entre tinieblas, y hay espacio para las impetuosas “This Whole World” y “Do It Again”. Aunque el punto álgido es la demo de 1976 de “Still I Dream Of It”, con un Wilson deshauciado frente al piano: su mejor momento desde “Pet Sounds”.

Liberado de Landy y entregado, por fin, a una vida familiar aparentemente feliz, Wilson firma una producción amable, algo acomodada en sus gestos de AOR, donde brillan piezas agridulces como “Lay Down Burden” y “Happy Days”, entre arreglos de sintetizadores y pistas vocales sobrepuestas. Algunas canciones vienen del pasado remoto: “Keep An Eye On Summer” y “She Says That She Needs Me”, esta con cambio de letra (en la maqueta de los sesenta era “Sherry She Needs Me”). Disco menor pero agradable.

Originalmente solo adquirible a través de su propia web, esta grabación en directo oficial capta la atmósfera febril de sus shows de reaparición en Los Ángeles, frente a una audiencia conmocionada donde figuraban fans como Nancy Sinatra, Patti Smith y Peter Buck. Acompañado de los Wondermints, un grupo de fanáticos wilsonianos que reproducen puntos y comas de las grabaciones originales, Wilson viaja alegremente desde “Don’t Worry Baby” hasta “Love And Mercy” con paradas en “Pet Sounds”. Celebración.

Los Wondermints vuelven a arroparlo en la emocionante gira de 2002, donde el artista se atreve a reconstruir “Pet Sounds” canción a canción. Es imposible reproducir la atmósfera cargada de la grabación original de 1966, pero el paseo desde “Wouldn’t It Be Nice” hasta “Caroline, No” mantiene su fuerza interior en adaptaciones muy respetuosas donde la voz de Brian Wilson aguanta pese a algunos momentos de peligro. La otra cara, solemne y litúrgica, de la fiesta de “Live At The Roxy Theatre”. ∎