Pharoah Sanders, en 2018. Foto: Peter Van Breukelen
Pharoah Sanders, en 2018. Foto: Peter Van Breukelen

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Pharoah Sanders: hijo pródigo

El aplaudido “Promises”, su alianza con el británico Sam Shepherd aka Floating Points y The London Symphony Orchestra, ha vuelto a situar al octogenario Pharoah Sanders bajo los urgentes focos de la actualidad, después de casi dos décadas de ausencia de los estudios de grabación. En realidad, no lo necesitaba: su música lleva años instalada en la crónica más valiosa del jazz, entendido este como expresión espiritual y permeable, más allá de protocolos y patrones.

Suena a paradoja, pero son los más viejos del lugar quienes parecen empeñados en rebatir los argumentos de aquellos que sitúan el jazz en las inmutables vitrinas de los museos. Si hace unos meses era el gran Archie Shepp el que ponía de manifiesto su jerarquía de la mano de “Let My People Go” (2021), registrado a dúo con el pianista Jason Moran, ahora es el también octogenario Pharoah Sanders quien, casi cuatro lustros después de su última visita a los estudios con “With A Heartbeat” (Evolver, 2003; con Graham Hayes), retorna al escaparate sumando ideas con la veta electrónica de Sam Shepherd aka Floating Points y con The London Symphony Orchestra en un “Promises” (Luaka Bop-Popstock!, 2021) destinado a copar iniciales puestos de las listas de temporada. El saxofonista se sintió atraído por el álbum “Elaenia” (2015) y expresó a los responsables de Luaka Bop su interés por grabar junto a Floating Points. El trabajo de ambos en los Sargent Recorders de Los Ángeles en 2019 y la aportación de la London Symphony Orchestra desde la capital inglesa, sobre partitura y arreglos del propio Shepherd, vinieron a cerrar el círculo.

El retorno invita a sumergirse en una crónica que verifica plenamente la dimensión de un músico surgido bajo la colosal sombra de John Coltrane (1926-1967), pero que pronto precisó los parámetros de su propio discurso. Nacido Ferrell Sanders en Little Rock (Arkansas) el 13 de octubre de 1940 y marcado, como tantos otros, por la vocación musical de su familia, el saxo tenor –antes interesado en batería y clarinete– dio sus iniciales pasos en el área de San Francisco. Conocido con el nombre de su localidad natal, allí se curtió tocando en bandas de R&B junto a colegas como los también saxofonistas Dewey Redman o Sonny Simmons, antes de dar el salto a Nueva York en 1961, donde se empapó de la pujante escena free. La música no daba entonces para vivir y Sanders se vio obligado a alternar noches en el metro con trabajos eventuales, sin postergar nunca un instrumento de la mano del cual estableció sociedades con otros apasionados de la new thing del peso de Don Cherry o la Arkestra de Sun Ra, quien sustituyó su nombre por el de Pharoah. 

En la década de los setenta. Foto: Allan Tannenbaum
En la década de los setenta. Foto: Allan Tannenbaum

Su debut con “Pharaoh” (ESP-Disk, 1965) lo mostró en plena búsqueda, tomando el blues como base de operaciones y haciendo gala de un definitorio ímpetu que contrastaba con su carácter introvertido y reservado. Para entonces, Coltrane ya le había propuesto entrar a formar parte de su grupo, con la disolución de su cuarteto clásico en puertas. El contacto fue brutal y “Ascension” (1965) inauguró una serie de álbumes en los que la esfera de Sanders fue concretándose hasta volverse esencial: “Meditations” o “Live At The Village Vanguard Again!” (ambos de 1966) acreditaron aquella exploración liderada por Coltrane ante los atónitos ojos de la ortodoxia. Su muerte en 1967 condujo a Sanders a continuar colaborando con su viuda, Alice, y con otros proyectos de abierto rumbo como la Jazz Composer’s Orchestra de Michael Mantler y Carla Bley, a la vez que retomaba su carrera bajo la etiqueta Impulse!; en principio, la discográfica se mostró reticente por su escasa viabilidad comercial, pero finalmente la convenció el tesón de Bob Thiele. Aquellos discos pusieron sobre el tapete el ascendiente de Trane tanto en su veta espiritual como en el fortalecimiento de lazos con la cepa africana y el misticismo oriental. Una plural disposición que combinaba el riguroso método de su maestro con su inherente espontaneidad, no siempre bien argumentada, y que definió una serie iniciada por “Tauhid” (Impulse!, 1967), culminada por el rentable “Karma”(Impulse!, 1969) y continuada con “Jewels Of Thought” (Impulse!,-ABC, 1969), el disco preferido de Sanders entre sus registros para Impulse! Otros trabajos de altura como “Deaf Dumb Blind (Summun Bukmun Umyun)” (Impulse!,-ABC, 1970) o el racial “Black Unity” (Impulse!,-ABC, 1972) consumaron su fructífera etapa en el sello activado por Creed Taylor en 1961.

Jazz espirtual, en 2013. Foto: Manfred Roth
Jazz espirtual, en 2013. Foto: Manfred Roth

Tras las colaboraciones con The Latin Jazz Quintet y, de nuevo, la Arkestra de Sun Ra, el salto a Arista trajo consigo un giro en su trayectoria, orientada ahora hacia espacios más dóciles, por más que su sonoridad asomara la cabeza entre dulces arreglos de cuerdas y coros celestiales. Basta escuchar “Love Will Find A Way” (Arista, 1977): había que pagar las facturas. El giro no funcionó ni siquiera comercialmente, abriendo la puerta a una peregrinación por sellos como India Navigation, Theresa (con trabajos reeditados luego por Evidence) o Timeless, donde Sanders recuperó, más sosegado ahora, gran parte de su envite creativo en discos como “Journey To The One” (Theresa, 1980), “Africa” (Timeless, 1987; con John Hicks, Curtis Lundy, Idris Muhammed), “Welcome To Love” (Timeless, 1991) y “Crescent With Love” (Venus, 1993, en Japón; Evidence, 1994, en el resto del mundo). El reconocimiento público le había llegado en 1988, cuando recibió un Grammy por el álbum colectivo de aquel año “Blues For Coltrane. A Tribute To John Coltrane” (Impulse!), junto a McCoy Tyner, Roy Haynes, Cecil McBee y David Murray. Incluso su colega Howard Johnson le rindió honores junto a su proyecto Nubia en “Arrival. A Pharoah Sanders Tribute” (1995). Se abrieron entonces las puertas de Verve, que apostó por él en un intento por aclimatarlo a contextos más amables y asequibles, de tersas líneas melódicas y predecibles acentos, aunque sin renunciar a su sesgo africano e hindú. “Message From Home” (Verve, 1995) y “Save Our Children” (Verve, 1999) –con pasajes que se antojan precedentes del actual trabajo con Floating Points– documentan esta desigual etapa producida por Bill Laswell.

El decoroso “Spirits” (Meta, 2000; con Hamid Drake y Adam Rudolph) y el fallido “With A Heartbeat”, de nuevo con Laswell, cerraron luego su rastro discográfico en estudio, salpicado por contadas asociaciones –David Murray o el encuentro entre Chicago y Sao Paulo Underground de 2014 sirven de ejemplo– y por recuperados directos; también por categóricas afirmaciones como la del genio Ornette Coleman, en 2006: “Sanders es probablemente el mejor tenor del mundo”. Lamentablemente, apenas se recibían entonces noticias de aquel saxo poderoso y conjurado, a quien Albert Ayler, parafraseando la composición de Coltrane, bautizó para siempre: “Trane fue el Padre, Pharoah el Hijo y yo el Espíritu Santo”.

The creator has a master plan

“Karma”
(Impulse!, 1969)

El maleable método y la vocación espontánea de la música de Sanders se reflejaron en las dos piezas de este magnífico disco, cumbre comercial y una de las últimas producciones de Bob Thiele para Impulse! El tono espiritual quedó marcado por la extensa “The Creator Has A Master Plan”, con voz y textos de Leon Thomas, guiños a “A Love Supreme” (1965) de Coltrane y esa alianza entre devoción y arrebato, por momentos desmedido, que define al líder. Obsesionado con el pulso rítmico, la nómina incluyó a tres contrabajistas –Reggie Workman, Ron Carter y Richard Davis– y otros tantos percusionistas –Billy Hart, Freddie Waits y Nathaniel Bettis– como evidencia de su impronta africana. Julius Watkins, James Spaulding y el piano del fiel Lonnie Liston Smith completaron esta inmersión en caos y expansión pero también en misticismo y éxtasis.

“Deaf Dumb Blind (Summun Bukmun Umyun)”
(Impulse!-ABC, 1970)

A partir de Jewels Of Thought” (1969), las grabaciones de Sanders acentuaron el talante espontáneo y festivo, sin reparar en extensiones y subrayando su cosmopolitismo rítmico y religioso. Este trabajo, producido ya por Ed Michel y articulado sobre una composición por cara, lo ejemplifica con adaptaciones como Let Us Go Into The House Of The Lord”, donde la música suspira y transpira con olor a incienso, a modo de enunciado de sufrimiento pero también de esperanza. Lonnie Liston Smith, Nat Bettis o Cecil McBee repiten en un octeto protagonista con fichajes de relumbrón, personificados por la trompeta de Woody Shaw y el saxo alto de Gary Bartz. Un álbum eclipsado por otros compañeros de sello y revalorizado gracias a reediciones como la de 2017.

“Izipho Zam (My Gifts)”
(Strata-East, 1973)

Cinco años después de grabar su debut para ESP-Disk, esta sesión de 1969 para Strata-East se convirtió en germen de la música que Sanders propagaría y depuraría inmediatamente después en su etapa Impulse!: el colorista e innovador uso vocal, a lo tirolés, de Leon Thomas (“Yo llamo a lo que hago ‘egoless’, porque es algo que va al inconsciente”), la irrefrenable energía improvisadora, el dominante tono percusivo y el juego de tensiones, paroxismo y crescendos confluyen en estas tres piezas de rumboso desarrollo. Lonnie Liston Smith, la guitarra de Sonny Sharrock, la tuba de Howard Johnson o el saxo alto y la flauta de Sonny Fortune, entre otros, se suman a Sanders en esta díscola celebración del orgullo racial y el afrocentrismo free.

“Welcome To Love”
(Timeless, 1991)

La década de los noventa del pasado siglo deparó al cincuentón Sanders una fase de brillantez interpretativa, distante de turbulencias precedentes y dotada de una serena y conmovedora sonoridad. Este disco exhibe argumentos sobre un guion de estándares de la tradición de “You Don’t Know What Love Is” o “Polka Dots And Moonbeams”, sin olvidar la reverencia a Coltrane con temas registrados en su momento por él, como “My One And Only Love” o el turbador “I Want To Talk About You”. William Henderson (piano), Stafford James (contrabajo) y Eccleston W. Wainwright (batería) lo secundan en este hermoso tributo al siempre exigente arte de la balada.

“Crescent With Love”
(Venus, 1993 – Japón; Evidence, 1994)

El magnífico balance de “Welcome To Love” condujo a Sanders a retomar el universo del estándar baladístico en este doble álbum con Charles Fambrough y Sherman Ferguson ocupando puestos de contrabajo y batería y con Henderson repitiendo. Y nada mejor que pesos pesados como “Body And Soul” o “In A Sentimental Mood” para volver a testar el dulce estado de su tenor, diáfano y preciso, más condensado y menos locuaz. Coltrane copó aquí una importante franja del repertorio, de la mano de penetrantes lecturas de sus composiciones “Lonnie’s Lament”, “Naima” o “Crescent”, incluidas solo parcialmente en la versión reducida a un disco, publicada en Japón en 1998, de este inagotable álbum. ∎

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