Will Oldham pertenece a esa rara categoría de los artistas de culto. Bajo diversos seudónimos –Palace, Palace Brothers, su propio nombre o Bonnie Prince Billy– lleva décadas explorando los confines del espectro musical. Sea cual sea su alter ego, siempre aporta a su trabajo un estilo narrativo y contundente. Con una discografía extensa que, bajo diversos alias, discos colaborativos –ha trabajado con infinidad de personajes, desde Bill Callahan a Bitchin Bajas, pasando por Bryce Dressner, el de The National– y directos se acerca a la cincuentena de referencias, a principios de año lanzó, bajo el alias de Bonnie Prince Billy, “The Purple Bird”, un disco sorprendentemente optimista para este artista folk normalmente melancólico, grabado con la crème de la crème de la escena de Nashville.
En el Teatro Eslava se hace evidente lo mucho que Oldham ha fidelizado a sus fans desde los años noventa: la sala está llena. Pero, salvo la rara excepción de algún menor de cuarenta, el público que llenaba anoche el espacio era de la misma quinta, año más o menos arriba o abajo, y salió absolutamente satisfecho del concierto ofrecido por Oldham, al que acompañaba una banda formada por Jacob Duncan (saxo y flauta), Thomas Deakin (guitarra y clarinete) y Eamon O’Leary (buzuki).
Esta noche va a haber sorpresas: al contrario de lo que podíamos prever, dado el carácter de “The Purple Bird”, la banda no viene con guitarras steel, y lo que nos vamos a encontrar a lo largo de la hora y media larga que duró su actuación es que el protagonismo melódico recae en los instrumentos de viento: saxo, clarinete y flauta travesera. El resultado es sencillamente magnífico. Oldham cuenta con ramilletes de hermosas canciones de las que puede sacar provecho a su antojo. Su voz es clara y sus letras lucen en todo su esplendor, gracias al acompañamiento sutil y sobrio de su banda.
El concierto comenzó de una forma absolutamente inesperada, con una versión de “Draw Something Beautiful”, un tema reciente de la joven cantante estadounidense de ascendencia tamil ganavya, que ella interpreta con la sonoridad propia del sur de la India, pero que Oldham lleva al terreno country. Y siguió con varios temas antiguos propios: “Strange Form Of Life”, de su álbum de 2006 “The Letting Go”; “West Palm Beach”, un single de 1995, de cuando todavía se hacía llamar Palace; “Blokbuster”, un oscuro single de 2004 que también publicó al año siguiente en su álbum en directo “Summer In The Southeast”; así como un par de canciones más recientes, “Blood Of The Wine” y “Rise And Rule (She Was Born In Honolulu)”, ambas incluidas en su álbum “Keeping Secrets Will Destroy You” (2023). Después comenzó con las piezas incluidas en “The Purple Bird”, el disco que venía a presentar. Que sonaran “London May” y “Boise, Idaho” con el concierto ya bien iniciado –séptima y octava en el repertorio de la velada– podía resultar chocante, pero que a continuación regresara a 2006 con “Lay And Love” –otra de “The Letting Go”– volvía a desconcertar, porque en el escenario había una batería y un teclado que seguían sin que nadie les quitara el polvo.
Fue entonces cuando buena parte del público se quedó de piedra al ver entrar al escenario a todo un quinteto de músicos a los que pocos conocían… La sorpresa que Oldham nos tenía preparada era la de contar como músicos de apoyo con… ¡redoble de tambores!... Migala. El legendario grupo madrileño de post-rock ya había girado en 1997 tanto en el papel de teloneros como de su banda de directo en una gira de Bonnie Prince Billy en solitario por España, y con los lazos afectivos plenamente vigentes, Oldham les propuso tocar en Madrid tres canciones que ya conocían: “Disorder”, de “Arise Therefore” (1996); “Antagonism”, de “Joya” (1997), y “Horses”, de su álbum como Palace Music “Lost Blues And Other Songs” (1997).
Después de ese paréntesis con nueve músicos en total sobre el escenario, el concierto no decayó en absoluto pese a volver al formato original de cuarteto, con saxo o flauta como instrumentos melódicos. Aún quedaba una extraordinaria versión de “The Brute Choir” que se fundió sin solución de continuidad con “New Partner”, dos canciones originalmente separadas aunque presentes en un mismo álbum, “Viva Last Blues” (1995), también de su época Palace Music. Uno de los momentos más emotivos del concierto llegó a continuación con la hermosísima interpretación de “I See A Darkness”, del álbum homónimo publicado en 1999, el primero en el que Oldham utilizaba su sobrenombre más famoso, el de Bonnie Prince Billy.
¿Y qué pasó con “The Purple Bird”…? Solo sonó una más, “Our Home”, que guardaron para el conato de despedida previo a un bis que tampoco fue tal, porque no llegaron ni a hacer el ademán de salir del escenario antes de interpretar, esta vez sí como colofón, “Like It Or Not”, la canción que abría “Keeping Secrets Will Destroy You”, del que, a lo tonto, también terminó tocando otras tres canciones, dejándonos tan satisfechos como desconcertados y, ¿por qué no decirlo?, ¡entusiasmados…! ∎