Aquello que distingue positivamente al ser humano de otras especies, su autoconciencia, puede ser su mayor maldición. Algunas de nuestras mejores obras surgen por instinto, sin estudiar(nos) en exceso y dejándonos llevar por ese viejo y a veces olvidado lema del “go with the flow”. Así fue como Guillermo Farré compuso, según confesión propia en nota de prensa, “El verano de Elia y Elizabeth”: “prácticamente de golpe”. Y le quedó una de sus mejores canciones, una de las que golpean más fuerte desde la primera escucha. Un delicado hit.
Todo se le ocurrió, al parecer, a partir de la imagen de un alud de nieve en cámara lenta, acercándose sin piedad hasta sus pies. Quizá el alud del duelo: la letra acabó alimentándose de las anécdotas y la banda sonora del último verano que Farré compartió con su padre. Elia y Elizabeth, el dúo colombiano de culto, sonando en bucle, su luz amortiguando la oscuridad de la pérdida.
Como buen (y raro) esteta del pop hecho aquí, Wild Honey no pudo evitar querer depurar ese golpe de inspiración. Por eso “El verano de Elia y Elizabeth” es una canción tan exquisita y elegante, con buenas cosas bien dispuestas, de los coros de Clara Viñals (Renaldo & Clara) a la flauta travesera de Anna María Biffi, sin olvidarnos, claro está, de los imprescindibles arreglos de cuerda de Sean O’Hagan (High Llamas). Farré comparte la producción con otro habitual en la casa, otro buscador de belleza: Remate.
“El verano de Elia y Elizabeth” es el adelanto de un disco que no podrá ser banda sonora de nuestros veranos, pero que está llamado a marcar muchos otoños. ∎