Nadar a la contra es ejercicio de valientes siempre, y en el panorama atestado de lanzamientos sabe a néctar olímpico. Al capitalismo lo podemos culpar de todo –hasta de robarnos la virginidad, The (International) Noise Conspiracy dixit–, también de aspirar a cargarse el trabajo colectivo en favor de las carreras solistas, solitarias, solipsistas. Los números uno parecen vedados a las bandas desde principios de este siglo, según el productor e influencer Rick Beato. Pero a la señora Sharon Van Etten le importa poco, o al menos es lo que se deduce del volantazo en su carrera artística, solitaria pero bien acompañada siempre. La estadounidense ha decidido trabajar con banda, The Attachment Theory en este caso, e incluso firmar con ella un disco homónimo que está por publicar. Será el 7 de febrero próximo. Enhorabuena a los premiados, empezando por la bajista Devra Hoff (antes conocida como Devin Hoff), que ya colaboró con Van Etten en su último trabajo, “We’ve Been Going About This All Wrong” (2022), álbum elegido entre los mejores de su año por esta cabecera. Se suma el batería peruano Jorge Balbi, cuya trayectoria abarca colaboraciones con la propia Van Etten, Teepee y Paulina Rubio –sí, la mismísima–, entre otros grupos y artistas. Y la teclista Kristina “Teeny” Lieberson, conocida como integrante de TEEN, banda de Brooklyn que en 2015 estuvo girando con Will Butler (ex Arcade Fire).
Es inevitable acordarse de los de Montreal al escuchar este “Afterlife”, no solamente por lo evidente (el título de la canción). Una vez que va avanzando suenan unas notas que permanecerán, cristalinas, hasta el final, y que conectan con aquel dance pop epicúreo pero grave con gotitas de New Order que nos brindaron los canadienses hace más de un decenio. El “Afterlife” de Sharon Van Etten & The Attachment Theory, además, se arma gracias al carisma folk de una artista que ha hecho de su voz contenida, de una solemnidad tan atrayente y auténtica, una credencial que en cuanto cambia de tono explota sin hacer ruido; aquí lo hace cuando canta estos versos, de una calidez poderosa, como cuando una persona querida nos coge la mano y la aprieta: “Someone inside me saved me / Made me see the light / Someone had to make it feel alright / Don’t you try to save me / Tell me I’ll be fine doin’ what I like”. Mientras llega ese momento, la instrumentación envuelve a una Sharon sintética que nunca deja de ser orgánica, y que primero escuchamos con apenas unos sintetizadores para posteriormente ser arropada con un ritmo melancólico ideal para la pregunta clave de la historia: “Will I see you in the afterlife?”. Una cuestión que, a medida que transcurre nuestro viaje humano, supone en realidad la mejor declaración de amor posible. El vídeo, dirigido por Susu Laroche, empieza con los rostros de la banda en modo screen test warholiano, si bien la puesta en escena, nocturna y tan downtown, de una luminosidad extraña, nos devuelve escenas de camaradería y música. Sharon se ha vuelto chica de banda –como tantos artistas brillantes– y le sienta fenomenal. ∎