La noticia del fin de semana ha sido el fallecimiento el pasado viernes del colosal actor francés
Jean-Louis Trintignant, a los 91 años. Tuve la fortuna de entrevistarlo en persona en mis inicios en el periodismo profesional. Fue en noviembre de 2000, cuando el intérprete se acercó a Madrid para representar en el Teatro de la Abadía “Le valse des adieux” (“El vals de los adioses”), un monólogo de Louis Aragon en el que le acompañaba el acordeonista de jazz Daniel Mille, con quien colaboró en varias ocasiones. Por entonces, el protagonista de “Y dios creó a la mujer” (Roger Vadim, 1956), “La escapada” (Dino Risi, 1962) “Un hombre y una mujer” (Claude Lelouch, 1966), “El hombre que miente” (Alain Robbe-Grillet, 1968), “Z” (Costa-Gavras, 1969), “Mi noche con Maude” (Eric Rohmer, 1969), “El conformista” (Bernardo Bertolucci, 1970), “Vivamente el domingo” (François Truffaut, 1983), “Tres colores: rojo” (Krzystof Kieślowski, 1994) y “Los que me quieren cogerán el tren” (Patrice Chéreau, 1998) sostenía que estaba harto del cine, que no iba a hacer más. Tenía 70 años y la obra de Aragon que estaba presentando encerraba una pulsión demoledoramente elegíaca, fatalista. Casi un presagio de la frase que más se ha citado en sus obituarios:
“Iré de mal en peor y luego se acabará”. La escribió Michael Haneke para su personaje en “Amor”, su regreso a la gran pantalla en 2012 y, probablemente, la interpretación más recordada de su trayectoria, en una película sobrecogedora que miraba de frente al fin de todas las cosas. En realidad, Trintignant murió varias veces antes del 17 de junio de 2022. Una fue en ese filme y otra anterior –según él, la definitiva– en 2003, cuando su hija Marie fue asesinada de una paliza por su novio, Bertrand Cantat, vocalista de Noir Désir. El actor volvería a trabajar con Haneke en “Happy End” (2017) y finalizaría su trayectoria con un inesperado remate de la trilogía de Lelouch de “Un hombre y una mujer”: “Los años más bellos de una vida” (2019). Otros dos títulos que anticipaban una despedida que, al final, fue más larga de lo que él pronosticaba y engrandeció aún más una trayectoria que ya era excelsa a finales de los años 60.