Quien ahora escribe estas líneas desde Madrid hasta hace no tanto lo hacía desde Barcelona. Para alguien nacida y criada en un lugar sin mar, haber probado el veneno de ese privilegio que es vivir cerca de él tiene como resultado echarlo de menos. Hay veces que no se puede escoger ni evitar sentimientos ni renunciar a ciertas emociones. Pero gestionar la tristeza pensando en la alegría que dará volver a pasear cerca de la brisa salada y de los iones negativos aligera el peso del asfalto sobre los hombros.
Hoy es 2 de julio y este mes ya confirma que el verano –con su correspondiente veraneo– también es un estado mental capaz de materializarse si se toman las decisiones adecuadas. Como, por ejemplo, releer “Cadaqués” (1964), de Josep Pla, o repasar con fervor las instantáneas tomadas por Xavier Miserachs en aquel fotolibro (que ya es objeto de coleccionista) llamado “Costa Brava Show” (1966).
Quienes han querido contribuir con pasión a esa fabulosa afición que es ver cine son los responsables de In-Edit Festival, que en este verano vuelve a la sede estival en el Empordà que inauguró en 2024 en Torroella de Montgrí. Desde ayer 1 de julio hasta el próximo 19 de agosto en el Cinema Montgrí –en colaboración con Fundació Vila Casas y la cerveza condal Moritz–, se podrá ver una selección de documentales –entre ellos “Niños somos todos” (2019), “Dispararon al pianista” (2023), “La marsellesa de los borrachos” (2024) o “Banda sonora para un golpe de estado” (2024)– y seguro que se goza de efecto de stendhalazo que se experimenta al estar en presencia de la belleza y la excelencia.