El interés por las distintas músicas folclóricas que enriquecen nuestro erario cultural no deja de crecer entre los creadores más jóvenes. El dúo murciano Maestro Espada es buen –y brillante– ejemplo de ello. Y ya tiene un primer disco largo para documentar su paso de la teoría a la práctica.
Al poco tiempo de empezar, se sumó al proyecto Raül Fernandez, Refree, como productor y tercer miembro emocional de la banda. Hecho clave que sirvió para cimentar la ambición creativa de Maestro Espada. “Queríamos intentar alejarnos de la parte más de tendencia de la música y encontrar un territorio sonoro que nos pareciera estimulante. En ese sentido, el modo de trabajo ha sido el de prueba y error, con muchos descartes. Hasta llegar a un punto en el que hemos dicho OK, pues hasta aquí’”, explica Álex.
Un rompecabezas, entonces, construido por tres piezas: “Exacto, fue así”, continúa Álex. “Aunque también es cierto que a nosotros nos gusta mucho producir y eso ha provocado que no hubiera tanta distancia entre el productor y los músicos. Todo ello generó una confianza bestial, valoramos mucho su criterio y su manera de trabajar. En el estudio había cosas que llevamos y que estaban OK, pero también mucha magia espontánea, incluso pequeños errores como un ruido o un acorde mal puesto que hemos conservado para crear una belleza extraña”.
En “Maestro Espada”, el disco, conviven preguntas sobre la raíz con arreglos puramente contemporáneos, combinación subyugante que se completa con letras que por momentos parecen impresionistas.“Se mueven entre la fantasía y la realidad”, explica Álex. “Hemos cogido estampas y descripciones sobre Murcia del siglo XIX que ya no son reales porque han dejado de existir. También hay una parte irreal cuando hablas de un lugar del que te has marchado. En la memoria puede ser un lugar idílico, pero luego llegas y te puedes hartar a los tres días. Es en esa tensión entre la imaginación y los recuerdos, que muchas veces son de otras personas –pues es la tradición oral–, donde se mueve este álbum. Nosotros lo llamamos folclore flexible o soñado”.
La creación de ese sustrato cultural sobre el que edificar las canciones la definen como “informal”. Es decir, no es el fruto de una investigación académica, sino la recepción de numerosos impactos: “Nos hemos encontrado con mucha gente y hemos compartido veladas con artistas”, desgrana Álex. “También nos han pasado grabaciones, pues tampoco hay un archivo oficial y cuidado. Así que nos han ido alumbrando por el camino. Recuerdo escuchar a El Patiñero, un trovador que tenía una voz increíble…”. Víctor, a su vez, lo describe como “una aventura”, en cuanto muchas de las fuentes son personas fallecidas.
A medida que avanza el elepé, se vislumbran dos caminos sonoros en Maestro Espada: uno más abstracto o deconstruido y otro con formato más de canción habitual. La razón, explica Víctor, fue trabajarlas canción a canción:“Se trataba de encontrar un universo particular para cada una de ellas. Después nos hemos dado cuenta del hilo conductor que las unía. Por eso, hay temas más abiertos como ‘Trilla’ o ‘Tres gotas de rocío’, también a capela, que conviven bien con, por ejemplo, ‘Mayos’, que tiene una batería”. “Se trata de conseguir una chispa particular que dé una energía interesante. Es un disco con varias capas de escucha”, insiste Álex.
En ese aspecto formal y creativo hay un elemento fundamental que cimenta la diferencia y la personalidad artística del dúo: el acento murciano. “Lo hemos adoptado de una manera natural e intuitiva. Añade una crudeza vital que al principio incluso nos llegaba a chirriar: como si fuera algo que no se pudiera hacer”, apunta Álex. “La cuestión es que tenía que ser así, porque era la única manera de que fuera real”. Otro detalle importante era la textura de la voz: “Habitualmente, en el folclore español se grita mucho, pues eran canciones interpretadas al aire libre o, al menos, sin amplificación. En nuestro caso, hemos preferido conservar nuestro registro más calmado y susurrado, que era de donde veníamos y donde nos encontrábamos más cómodos”, afirma.
Continuando con el asunto del murciano, los hermanos llegan a señalar que se trata de un acento“proscrito”. Desde luego, no es fácil encontrarlo en medios de comunicación y hay bastantes bromas al respecto. “También hay palabras que se supone que están mal dichas y que se usan en el dialecto panocho, como si fuera mal castellano. A nosotros nos parecía interesante recuperarlo”. Por el camino hacia “Maestro Espada” –del que empezamos a hablarles aquí hace ya un año y medio– también ha ocurrido el paso de una discográfica independiente, La Castanya, a una multinacional, Sony, donde se encuentra ahora el dúo.
Aquellos que en este tiempo desde la fundación del grupo hasta la publicación de su primer disco hayan podido asistir a alguno de los directos del dúo se habrán dado cuenta de la potencia de sus conciertos, utilizando el menos es más como política básica y la fascinación visual que producen las castañetas murcianas, instrumento tradicional de percusión de la región. Sobre el escenario, Víctor y Álex parecen dos samuráis con espadas. Al menos, hasta el momento ha sido así. “Ahora las sacamos menos”, explica Víctor. “Llevamos un batería y eso también nos ayuda a estar un poco más liberados”. ¿Amenazaba en algún momento el tema de las castañetas con convertirse en protagonista de los directos y desviar demasiado la atención? Contesta el propio Víctor: “Sí, nos lo decían. Los tíos de las cañas (risas). Pero está guapo, ¿no?”. El batería en cuestión es Raúl Frutos, de Crudo Pimento. “De esa manera, la parte más brutalista de la música queda cubierta por él”.
La segunda derivada de ese cambio es una mayor libertad de movimiento y tranquilidad mental. “Nos permite conectar un poco más con la gestualidad, con estar más pendientes de transmitir. Cuando éramos dos, lo queríamos tocar todo y podía llegar a ser demasiado. Ahora es más divertido, tanto para el público como para nosotros. También llevamos un buen show de luces”, desvela Víctor. Coge el testigo su hermano: “Al igual que el disco está compuesto por una suma de pequeños momentos y tensiones con mucha dinámica, en el directo queremos recuperar eso y expandirlo todavía más. Que haya instantes de intimidad susurrada a dos voces y escenas de bastante caña y voces guturales que son igualmente emocionantes. Ni siquiera nos planteamos si es un espectáculo para gente sentada o no, solo queremos intentar que las llevemos al vivo de la manera más emocionante posible”.
A la hora de afrontar el futuro y una eventual evolución del proyecto, se trata de encontrar horizontes abiertos y sin límites: “No se sabe por dónde iremos”, afirma Álex. Su hermano toma el testigo: “Al no ser abanderados del folclore, ni innovadores en ese sentido, lo que queremos es hacer música juntos, como hermanos que tienen una conexión especial. En ese aspecto, le tenemos muchísimo cariño a la melodía, a las dobles voces… Creo que esto ha sido un comienzo y a saber a dónde iremos”.
Un poco más sobre el hecho de ser hermanos en la música, condición que tradicionalmente ha creado dinámicas digamos… complicadas entre ellos. Durante toda la conversación, lo que exuda de la relación entre Álex y Víctor es justo lo contrario.“Creo que la base es que nos tenemos una gran admiración”, sostiene el primero. “Hay muchas cosas que no hace falta ni que hablemos. Aparte, la sensibilidad melódica que tiene Víctor, su criterio… Sale solo. Hasta damos por hecha la magia que puede surgir. Al mismo tiempo, ambos somos muy obsesivos, le damos muchas vueltas a cómo podría ser mejor esto… Lo cual puede ser desquiciante, porque tampoco hay peor o mejor en la música. Podemos discutir, pero siempre en favor de la canción. Además, llevábamos tanto tiempo trabajando solos que esto también sirve como terapia”, finaliza, antes de prepararse junto a su hermano para realizar la sesión de fotos que acompaña a este texto. ∎
Le pedimos a los dos integrantes de Maestro Espada que eligieran sus cinco aspectos favoritos de la cultura murciana. He aquí el (telegráfico) resultado.
El carácter colectivo de la tradición musical
“En el folclore murciano, la mayoría de canciones se tocan en grupo”.
La huerta y las acequias de la Era Alta
“Allí, en los carriles entre limoneros, es donde jugábamos de niños”.
El festival La Mar de Músicas
“Por la capacidad de generar un cartel excepcional y no guiado por la tendencia”.
La cultura alternativa
“La diversidad de una escena underground nutrida y afilada que compensa las programaciones oficiales”.
El cante minero
“Sobrecogedor, con historias sobre el solitario y oscuro trabajo en la sierra minera de Cartagena”. ∎
La reivindicación de sonidos tradicionales por parte de artistas actuales y de corte vanguardista ha visto una explosión en los últimos diez-quince años, pasando de ser moda pasajera o música de nicho a elemento central de la cultura musical española. Aquí recopilamos cinco obras esenciales del movimiento, eligiendo otros folclores habitualmente no situados en el centro del discurso.

El que a la postre sería el último trabajo de la banda de Zarautz fue quizá el trabajo más sorprendente y a su manera revolucionario de una formación siempre impredecible. Un homenaje a Mikel Laboa (1934-2008), personaje clave de la cultura vasca, en el que se llevaban la música del donostiarra a su terreno, creando un todo subyugante que resultó necesario. Si alguien tiene que despedirse de una manera, que sea así, sin nostalgia, siendo creativo y poniendo el foco en otro. Un ejemplo.

La sobrecogedora mezcla de sonoridades jondas, influencia árabe y latina y electrónica de vanguardia situó a Le Parody (su nuevo álbum, “Remedios”, se publicó el pasado viernes) en un universo aparte. Nadie ha sonado nunca como en “Porvenir”, disco compuesto por mil capas que tan pronto tienen un componente telúrico como corporal. La demostración de que el folclore será bailado o no será.

Hubo un momento en el que la palabra “jota” era un término prácticamente proscrito. Lorena Álvarez la reivindicó en un trabajo mágico que se abría con el sonido de unos cencerros como declaraciones de intenciones: la música independiente (o alternativa, si alguien lo prefiere) podía hacer el camino de vuelta al campo. En forma de jota, con la guitarra y la voz como protagonistas, amén de otros arreglos minimalistas, la asturiana conectaba pasado y presente, tradición y modernidad.

El tercer álbum de Quique y Roberto Cubero fue una pequeña revolución en el mundo cultural español. Un ejercicio lleno de verdad y emoción que partía de los sonidos tradicionales de Castilla –específicamente la Alcarria de Guadalajara– y de alguna manera lo conectaba con Estados Unidos a través de la mandolina y la guitarra. Un soplido de aire fresco y la demostración de que la sonoridad del interior también tenía un hueco en el siglo XXI.

En el caso de la banda ourensana, la recuperación sonora de la tradición gallega se filtraba tanto en los arreglos musicales como, sobre todo, en las letras y una actitud vital comprometida al 100% con su tierra. El verdadero nexo de unión entre la escena de música de raíz con la independiente. Escuchado con la perspectiva del tiempo, queda como un documento impoluto de trémula belleza de un momento y un lugar. Como dicen ellos: “todo medre”. ∎