Norman Blake, al frente de las esencias pop de los ya veteranos Teenage. Foto: Pilar Morales
Norman Blake, al frente de las esencias pop de los ya veteranos Teenage. Foto: Pilar Morales

Concierto

Teenage Fanclub: nada dura para siempre. ¿O quizá sí?

Teenage Fanclub comenzó el sábado 7 de octubre en el Teatro Circo de Murcia la gira española de nueve citas –ayer tocaron en Granada– que va a protagonizar durante las dos próximas semanas. La profesionalidad y el oficio de los escoceses hacen aparentemente sencillo lo más difícil: la excelencia del pop. Las próximas fechas: Madrid (10), Gijón (11), Ferrol (13), Alcudia (14), San Sebastián (15), Valencia (17) y Barcelona (18).

Arrancaron con “Home”, uno de los tres temas de su cancionero que supera los siete minutos, algo llamativo en grupos como este, que suele manejar la mitad de tiempo como perfecto estándar de canción pop. Si hubieran escogido “I Will Love You”, la preciosa balada escrita por Raymond McGinley que cierra “Nothing Lasts Forever”, su duodécimo álbum de estudio, quizá todo habría sucedido en crescendo. Pero ¿por qué eligieron una canción compuesta por el siempre sonriente Norman Blake, justo la que abría “Endless Arcade” (2021), su anterior trabajo? Sería malpensado fijarse en que fue el primero sin Gerard Love, su hasta entonces bajista y cantante –tan cofundador como fundamental compositor–, porque también fue el de la inclusión del provechoso Euros Childs como apoyo a los coros y teclados. Un músico certero que una década antes ya había sido socio del propio Blake en la banda Jonny. Desde entonces, el multinstrumentista Dave McGowan pasó de estar sentado a las teclas a responsabilizarse de bajo y coros. Por cierto, seguramente Gerard Love esté a punto de mostrarnos la continuación de su propia carrera, quién sabe si como Lightships o a su nombre.

Pudiera ser cruel comenzar con lo que ya no se verá en Teenage Fanclub, aunque aún hay quien –olvidándose en este último lustro de la marcha de Love– sigue echando de menos títulos como “Star Sign”, “December”, “Radio”, “Hang On”, “Sparky’s Dream”, “Ain’t That Enough”, “I Need Direction”, “Fallen Leaves”, “Thin Air” u otros. Y no es un hecho menospreciable, ya que aquel cuarteto cuasi perfecto fundado en Glasgow en 1989 se ha tenido que ir agrandando hasta resultar un sexteto bien engranado para parecerse a lo que fueron. “The best band in the world”, según dicen que dijo Kurt Cobain durante la gira europea de Nirvana con el mítico “Nevermind” (1991). “Han flipado cuando al llevarles el catering les he pedido que me firmen la entrada del 2 de julio de 1992 en Valencia”, comenta Mikel J., sentado en la butaca contigua. Me arrepiento de haberme quedado celebrando mi cumpleaños aquel día”, le responde otro espectador, admirando con cierta nostalgia el pequeño tique ahora autografiado y compartiendo la retórica “al final no pudieron tocar los Surfin’ Bichos como teloneros, ¿verdad?”.

El pop canónico de los escoceses sigue vivo y coleando. Foto: Pilar Morales
El pop canónico de los escoceses sigue vivo y coleando. Foto: Pilar Morales

Retomando lo importante de las voces en la marca Teenage Fanclub, entre el abuso de vocales arrastradas siempre habremos de tener presentes aciertos como “About You”, el último single de “Grand Prix” (1995), que garantiza los primeros hurras de seguidores que siguen sintiéndose como adolescentes y que fue única representación de aquel gran disco. También nos percatamos por primera vez del saxo, soplado por otro multinstrumentista, el galés de nombre Stephen Black que ejerce en esta gira como dignísimo telonero bajo el seudónimo Sweet Baboo. Un experimentado cantautor a quien descubrir, que se mostró tan discreto como magnético, recordándonos a Ron Sexsmith o a un Jonathan Richman contenido. Formal, en segundo plano, atento a sus notas en libreta minúscula y alternando piano eléctrico, guitarra acústica, saxofones y maracas pero sin micro para la voz, pues de eso van sobrados los jefes.

Es bastante habitual que el único que hable sea quien ocupa el centro de la formación, pero lo de Norman Blake tampoco es regalar anécdotas y se llega a excusar por romper la profesional continuidad al dedicar unos segundos para ponerse de acuerdo con lo de ir ajustando en el setlist un 60% del nuevo álbum. Casi un tercio del repertorio seleccionado durante la casi hora y media de concierto, que disfrutaron alrededor de 400 personas cómodamente sentadicas. Gira en recintos tipo teatro elegidos premeditadamente y anunciada como tal, que en lo sónico no les hace justicia pero que seguramente su afición agradecerá, porque su propuesta musical desde hace años ya no es para estar todo el rato con el índice al aire y balanceándose. Tanto valdrá la excepción que hagan en las fechas programadas en Leeds y Bruselas, con público en pie, como la reacción vivida ante el himno “The Concept”, del icónico “Bandwagonesque” (1991): imposible aguantar con el culo liso tras habernos reprimido las ganas de botar con “What You Do to Me”, tercer single de esa álbum de portada rosa con la amarilla bolsa de dinero impresa.

Colores y actitudes que han ido dando lógico paso al tiempo del blanco y negro, con engañosa estética retro pero con temas tan bonitos como “I Left A Light On”, de Blake, donde el piano adquiere protagonismo. Es precisamente Blake quien abandona la guitarra para sostener un pequeño xilofón con el que acompañar “Your Love Is The Place Where I Come From”. Una debilidad de título que se encuentra en el mismo disco que “It’s A Bad World”, en “Songs From Northern Britain” (1997), sobre la que Blake bromea con algo que quizás solamente entiendan los músicos coetáneos: “Fijaos en el efecto wah-wah de Raymond”. Por citar las representaciones escogidas de otros títulos: “I’m In Love”, la canción que abría su antepenúltimo trabajo, “Here” (2016); la gema de larga duración titulada por McGinley “My Uptight Life” y escondida en “Howdy!” (2000), su proyecto más americana; así como “Everything Flows”, de su debut “A Catholic Education” (1990), que cerró a conciencia el bis tras la solemne “Tired Of Being Alone” y la esperanzadora “Back To The Light”, con la sala entregada y de pie. Un grato reencuentro, en buen estado de forma, resultando tan equilibrado como equitativamente repartido. La profesionalidad y el oficio del tándem Blake-McGinley se encargan del resto: hacer aparentemente sencillo lo más difícil del pop. ∎

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