Libro

Alfonso Cardenal

Vidas perras. Cuentos musicales del Sofá SonoroSílex, 2023

Rescatar a viejas leyendas que hubiesen merecido mejor suerte en su etapa activa, o que tuvieron una tardía y segunda oportunidad cuando ya nadie lo esperaba, ni tan siquiera ellos mismos, es el bonito motivo argumental utilizado por el periodista Alfonso Cardenal, director del programa de radio ‘Sofá Sonoro’ (Cadena SER), para otorgar un halo de justicia poética a vidas ilustres sin, tristemente, mucho lustre.

Objetivo: novelar y certificar la última redención inesperada, casi milagrosa, de personajes que ni inventados se hubiesen hecho con un marchamo (no mediático pero sí efectivo) tan de película. Aventuras propias de un telefilme de sábado por la tarde pero, en este caso, ajustadas a una increíble verdad. Mejor que la ficción es seguir la pista, cual detective involucrado en el proceso de airear los trazos de un montón de injusticias musicales, de unos artistas modestos que, entre la mala suerte y la mala vida, hicieron todo lo posible, ellos o sus circunstancias, por poner trabas a su (efímero o supuesto) reinado (casi siempre menor).

Que no falte la buena música –lo primero es lo primero– en estos relatos cortos con final más o menos feliz por lo que tienen de revancha histórica, aunque sea póstuma. Son veinte semblanzas que, explicadas un poco a lo novela negra, orbitan alrededor de la derrota y de la redención. Artistas marginales, la mayoría de ellos, que llegaron a tocar la gloria con la punta de los dedos, aunque fuese efímeramente, al encontrar finalmente un público (o, en su defecto, una especie de reconocimiento) que, de algún modo, quizá simbólicamente, les pudo servir como tabla de salvación de su –digámoslo así– fracaso vital. ¿Éxito? No exactamente; no nos confundamos. La vida es dura y después te mueres. Y aquí están las pruebas, señoría.

Leyendo “Vidas perras” se genera automáticamente una corriente de empatía con los protagonistas que nos impele a querer escuchar sus canciones presos de un cierto coraje reivindicativo. Es este un trabajo de rescate emocional, de labor filantrópica, de caridad musical, también de fe y esperanza, que pone en valor el talento de unos maravillosos perdedores que vieron cómo la vida, por lo que fuese, los arrollaba.

A pesar de su invisibilidad, su poca fortuna o su mala salud, tuvieron su circunstancial momento de oro, y eso los ha perpetuado en el recuerdo de unos cuantos connaisseurs y algunos melómanos más. Y este libro deja constancia de ello con una voluntad también didáctica. Así pues, los supervivientes a su propia muerte en estas “Vidas perras” son los siguientes ilustres (des)conocidos: T-Model Ford (incendiario blues-rock añejo), Jim Sullivan (folk acancionado), The Shaggs (delirante garage outsider lo-fi), Alberta Adams (blues canónico), Doug Seegers (heartland country), William Onyeabor (afro-electro-disco-funk), Tom Wilson (el productor negro de Dylan y de la banana de la Velvet), Betty Davis (carnalidad funk), Little Willie John (el “Fever” original), Arthur Alexander (lindo soul eterno), Magín Díaz (dicharachero bullerengue), Ernie K-Doe (delicioso rhythm’n’blues), Sweet Georgia Brown (blues de Harlem), Patrick Haggerty (pionero gay-country en Lavender Country), Andre Williams (voz con vitaminas), Leo Welch (turboblues con solera), Tammi Terrell (dulce soul), Vera Hall (góspel-folk terrenal), Abner Jay (excéntrico folk-blues) y Jackson C. Frank (frágil vozarrón folk). En pie, señores.

“Vidas perras”, escrito con gracia y documentado con dosis de ficción no mentirosa, saca brillo a esa otra cara de la música que casi siempre pasa desapercibida. Un homenaje que es tierno tributo y que brinda por la buena suerte que no tuvieron estos veinte entrañables artistas (conocerlos es amarlos), particular ejemplo de otros miles y miles ocultos por el peso de la historia y el pragmatismo del mundo cruel. Va por todos ellos. ∎

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