El mayestático mono de vinilo diseñado para David Bowie por Kansai Yamamoto en la época de
“Aladdin Sane” (1973), de abombadas perneras, impacta al visitante en la primera sala de “David Bowie Is”, una exposición que se inauguró en el Victoria & Albert Museum, de Londres, en 2013, y que ha pasado hasta ahora por Chicago, São Paulo, Toronto, París, Berlín, Melbourne, Groninga (Holanda), Bolonia y Tokio. Con sus trescientos objetos procedentes en su mayoría de The David Bowie Archive, la muestra depara un rotundo asalto a los sentidos a través de su sucesión de salas por las que te mueves conectado, mediante auriculares, a las sucesivas fuentes de sonido con las que te vas topando: conciertos, apariciones televisivas, entrevistas, testimonios, escenas de películas. Severa y disfrutable inmersión.
Se desprende el retrato de Bowie como creador integral más allá de la música, como un todo plástico y conceptual. El dibujo juvenil en el que se sitúa a sí mismo en un plano futuro, donde aparecen un astronauta y el arlequín en el que se transformará años después con “Scary Monsters” (1980), es revelador de su fantasía desbocada y de su idea total de la expresión artística. Como los bocetos de la película nunca rodada, que él planeó dirigir, en torno a “Diamond Dogs” (1974), o ese cuaderno en miniatura que muestra cómo llegó a imaginar el
artwork de “Young Americans” (1975). Objetos que no se circunscriben a la mera
memorabilia, sino que definen al personaje.
“David Bowie Is” (más información,
aquí) no se queda en el amontonamiento de reliquias ni en la anécdota
fashion, y del mismo modo que deja clara la confluencia de disciplinas y que pasa revista a las amplias influencias estéticas (del expresionismo al teatro kabuki) y a las sucesivas mutaciones –los trajes de la era Ziggy o de la gira “Stage” (1978), la “fantasía colonial” del “Serious Moonlight Tour” (1983), la levita con la bandera británica de la portada de “Earthling” (1997)–, en ningún momento se llega a olvidar que estamos, sobre todo, ante un creador de música. Verlo cantando “Starman” con Mick Ronson, ambos veinteañeros, ambos desaparecidos en la actualidad, a tamaño real, en ‘Top Of The Pops’, llega a emocionar, y la última sala, destinada a actuaciones en directo, con cuatro paredes convertidas en
videowalls, deja un efecto final imponente y culmina de un modo espectacular la experiencia Bowie.
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“David Bowie Is”.
Museu del Disseny de Barcelona, hasta el 15 de octubre.