Resulta inevitable referir la envergadura de los libros de la colección francesa La Totale que la editorial Blume continúa incorporando a su variopinto catálogo. Son voluminosos objetos-regalo de contenido monográfico sobre el cancionero de los astros pop –de Michael Jackson a Bruce Springsteen, pasando por The Beatles, Led Zeppelin o David Bowie– que rozan el formato A4 y suelen pesar un par de kilos. Están diseñados para darle alegría a los fans, hacen quedar la mar de bien a quienes los eligen como obsequio y su relación entre calidad y precio –alrededor de 60 euros– es razonable. Los últimos en llegar a esta serie de traducciones españolas están dedicados a dos iconos de la música y la cultura pop tan distintos entre sí –al menos en el aspecto formal de sus prolíficas obras– como Taylor Swift y Prince (1958-2016). Y tras su lectura no es difícil concluir que por mucho que difieran los contextos y tonos de sus respectivos trabajos, también tenían algunas cosas en común.
La diva de Pensilvania, níveo metro ochenta el suyo, de acomodada extracción social sin turbulencias familiares conocidas, lleva más de un decenio dominando la zona alta de las listas pop, generando un culto que impresiona por el largo alcance y saludable transversalidad del mismo. Su propuesta creativa no es rompedora en sentido estricto, aunque Swift ha tenido el coraje de tomar desvíos estéticos aventurados en más de una ocasión y ha abordado la gestión de su trabajo y su persona con valentía, exponiéndose en lo político y peleando por mantener su labor a salvo de la depredación industrial.
Prince, apenas metro sesenta de talento ilimitado con traumática infancia en Minneapolis, marcó el paso de la música popular anglosajona de ascendiente negroide durante la década de los ochenta con una serie discográfica mutante e imprevisible que generó un culto masivo de calado global. Desbordó cualquier molde estilístico y cuestionó muchas imposiciones, ya fueran raciales o de género, de estilo o de enfoque artístico. Su relación con el establishment disquero también fue borrascosa y en el último tramo de su vida buscó alternativas y fórmulas menos convencionales para llegar a su público.
De todo ello hablan, aunque profundizan hasta donde pueden, los autores de ambos libracos: recordemos que explicar tanto la raíz como el desarrollo de las canciones es el objetivo principal de esta colección, aderezada en cada entrega con un alarde gráfico de primer orden. La extensión de la obra de Swift –sin duda amplia, pero menos que la de Prince– permite a Damien Somville y Marine Benoit explayarse un poco más en cada pieza recogida por “Taylor Swift. La historia detrás de sus 248 canciones” (“Taylor Swift. La Totale, 2025; Blume, 2025; Traducción de Remedios Diéguez Diéguez), publicado el pasado mes de septiembre en Francia aunque escrito antes de que la estadounidense recuperase el control sobre sus seis primeros álbumes y lanzara “The Life Of A Showgirl” (2025), el único LP que no se examina en el tomo. Somville y Benoit son músicos –forman el dúo parisino de pop Slant– aunque no precisamente swifties, lo cual no les ha impedido aunar conocimientos y destrezas –ella es periodista especializada en arqueología e historia y redactora en la revista ‘Sciences et avenir’, él es productor e ingeniero de sonido– para dar forma e inyectar sustancia a sus textos. Quienes deseen ampliar perspectivas sobre la cantautora norteamericana pueden acudir a otros libros en castellano de publicación todavía reciente como “Fenómeno Taylor Swift” (Sílex, 2024), de Yerai S. Iborra, o la recopilación de textos, citas y memorias de la propia artista que recoge “Taylor Swift. En primera persona” (Libros del Kultrum, 2024). También acaba de llegar a Disney+ la serie “Taylor Swift. The End Of An Era” (Taylor Swift, 2025) y no está de más ver el documental de Netflix “Miss Americana” (Lana Wilson, 2020).
A Benoit Clerc, artífice de “Prince. La historia detrás de sus 684 canciones” (“Prince. La Totale”, 2022; Blume, 2025; traducción de Marcelo Chaparro Santana), ya lo conocemos por aquí gracias a “Metallica. La historia detrás de sus 180 canciones” (Blume, 2025). La obra analizada por el autor francés es gigantesca y pone a prueba su capacidad de síntesis. Con buen criterio, Clerc dedica más espacio al sector cardinal de la trayectoria de Prince en los ochenta y primeros noventa que a su producción posterior, y logra encastrar ese corpus desaforado, lúbrico y polirrítmico en poco más de 600 páginas que, huelga decirlo, da gusto ver gracias a la brillante galería fotográfica escogida por los editores. Si esta lectura nos supiera a poco, podemos complementarla con “Prince” (Alba, 2013), de Matt Thorne. ∎