Película

Kinds Of Kindness

Yorgos Lanthimos

https://assets.primaverasound.com/psweb/7b8u98ceulfzid6fpnfy_1719388516163.jpg

“Kinds of Kindness” (2024; se estrena hoy) es, a todas luces, una obra menor en la carrera de Yorgos Lanthimos. Todo parece concebido como una descompresión necesaria tras la mastodóntica producción de “Pobres criaturas” (2023), el proyecto de más larga gestación de su carrera, y antes de una feliz temporada de premios que le deparó el León de Oro en el Festival de Venecia, así como cuatro Óscar, incluyendo el de mejor actriz para Emma Stone (el segundo de su carrera). Descompresión desde su rápida puesta en marcha hasta la nutrida presencia en el equipo de viejos colaboradores del cineasta, tanto en un elenco donde repiten Emma Stone, Willem Dafoe y Margaret Qualley –se les añade Jesse Plemons, quien ganó el premio a mejor actor en el pasado Festival de Cannes por esta película– como en el guion, escrito junto a Efthymis Filippou, coautor de “Canino” (2009), entre otras, con el que Lanthimos no había trabajado en un largometraje desde “El sacrificio de un ciervo sagrado” (2017). Si bien la urgencia, ligereza y falta de expectativas inherentes a una obra menor han permitido al director reconectar con los fundamentos de su estilo, el resultado en su conjunto me parece más bien anodino.

https://assets.primaverasound.com/psweb/3we46e50pd23uh198jnf_1719388538015.jpg
El filme se compone de un tríptico de historias en las que los mismos actores interpretan a distintos personajes, con especial protagonismo de un Plemons que, en su modulación postural y gestual entre papeles, resulta lo más interesante de la obra. El primer episodio concierne a un hombre cuya vida –desde qué come hasta con quién se casa– sigue los dictados de su jefe, quien un día le pide que haga algo inasumible; el segundo, a un policía que está convencido de que su esposa, una superviviente de un naufragio, no es la misma que antes, y el tercero sigue a dos integrantes de una secta en busca de una persona con el poder de resucitar a los muertos. Todos presentan el mismo tono, entre la comedia negra y el absurdo, y conforman un universo en el que un acto de amabilidad oculta otro violento que se realiza con una sonrisa sanguinaria en los labios. Todos ellos, también, adolecen de una ejecución más bien mediocre y efectista, lastrada por la condescendencia con que Lanthimos y Filippou retratan a sus personajes, la cual impide que sus desgracias, por más crueles y arbitrarias que sean, tengan cierto poso emocional. El posible interés temático y conceptual de la cinta se esfuma ante la negativa de sus autores a interrogar los mecanismos psicológicos y afectivos por los que nos prestamos a ser cómplices de nuestra propia explotación.

https://assets.primaverasound.com/psweb/esykez4fz17ymo2i5x8f_1719388556405.jpg
Lamentablemente, es a este material inane y previsible al que Lanthimos ha decidido consagrar su ejercicio de puesta en escena más sólido y coherente de los últimos años, uno que sintetiza el rigor de sus producciones griegas con la expresividad de aquellas realizadas en el extranjero. La brocha gorda del argumento contrasta con la detallada construcción de una atmósfera malsana: destacan las interpretaciones, que se alejan de su hieratismo habitual en la búsqueda de nuevas estrategias de extrañamiento –con un mayor énfasis en la corporalidad e incluso en la indumentaria de los personajes–, así como la banda sonora de Jerskin Fendrix y la fotografía de Robbie Ryan, que conspiran para lograr la textura lúcida de una contagiosa pesadilla. Aunque esto permite que las casi tres horas de metraje puedan seguirse con un vago interés –al que contribuye la estructura episódica–, al final estas se me antojan alicientes más bien exiguos para su visionado, apenas unas pocas razones para no perder del todo el interés en la irregular trayectoria de un autor cuyos fracasos encuentro tan poco rotundos como sus éxitos. ∎

Demasiada brocha gorda.
Etiquetas
Compartir

Lo último

Contenidos relacionados