Se ha hecho esperar el quinto trabajo de la artista franco-chilena, casi diez años desde su último álbum con canciones propias, “Vengo” (2014). La crianza de sus dos hijos, el proyecto acústico de canciones populares latinoamericanas “Roja y negro” –con gira incluida– y la publicación de diversos singles no le habían permitido concentrarse en la grabación de un nuevo LP. El fallecimiento de su hermana Tania por cáncer en 2019 y las posteriores muertes de su bajista y de otro amigo cercano impactaron de lleno en las composiciones, pero en lugar de tomar la senda del duelo decidió –apoyada por su madre– titularlo “Vida” y llenarlo de pura energía vital sin ignorar las heridas.
La producción de su mano derecha desde su anterior trabajo, Andrés Celis, y la labor del laureado ingeniero de mezclas bermeano Rafa Sardina han dotado de músculo y lustre a toda la colección. Aunque aún se la conoce habitualmente como rapera, lo cierto es que desborda por todos los lados cualquier etiqueta. Bascula entre el rap, el funk, el R&B, el pop de baile y las músicas de América Central y del Sur; en definitiva, canta mucho más que rapea, con ese instinto melódico que tienen otros artistas chilenos como Gepe o Álex Anwandter, aunque lo suyo tenga poco que ver.
Las letras oscilan entre lo social y lo personal, a veces ambos contenidos se entrelazan. En el lado combativo tenemos “Óyeme”, en la tradición de Calle 13, contra el odio a los inmigrantes. O “Busco mi nombre”, una sentida balada sobre los desaparecidos con la colaboración de la puertorriqueña iLe, cuya intro –titulada “Busco”– cuenta con un recitado de la argentina Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
En el lado más íntimo, la emocionante a la par que bailable “Tania”, dedicada a su añorada hermana; “Niñx”, una lección de vida a sus hijos a ritmo de reguetón que también vertebra la declaración de principios que es “Bailando sola aquí”.
En otra tanda de canciones celebra las ganas de vivir; como en el poderoso R&B de “Millonaria” –en la que, al contrario que otros artistas superventas, ensalza la riqueza en amigos y familia y no la material–, en el animoso pop de “Cora” o en ese rap preñado de jazz y soul que es “Vida”. Colabora en esta última el elegante cantante de neosoul británico Omar. En la más rapera del lote –“Tu sae”– el aroma old school lo ponen nada menos que los ilustres Talib Kweli (Black Star) y Plug 1 (De La Soul), muy buenas compañías que aportan su maestría sin desviar el foco de la magnética Ana Tijoux.
Se despide por todo lo alto con el disco-pop –que haría buena dupla con la contagiosa “Free Will” del reciente “Hit Parade” (2023), de Róisín Murphy– de “Fin del mundo”, en la que tras citar las malas previsiones que acechan al planeta exhorta al personal a plantar cara a base de vitalismo: “Si se viene el fin del mundo / Bailemos desnudos juntos”. Y a fe que, con ese contagioso poder de convicción que ha ido tejiendo a lo largo del disco, más de un mortal la seguiríamos danzando al viento con poco o nada que nos tapase. ∎