La separación de Daft Punk fue anunciada hace un año, con toda la solemnidad que se puede esperar de un grupo que, desde el mismo momento de su creación, hace ya casi tres décadas, quiso tener un control total de su narrativa. Un milimétrico extracto de su película “Electroma” (2007) con los robots explotando aguaba las esperanzas de los millones de fans que ansiaban poder celebrar una discografía de (casi) todo éxitos en algún macrofestival o concierto de estadio dispuestos a pagar una morterada. La separación fue lamentada, claro, pero al mismo tiempo sobrevenía una sensación de que se habían ido antes de arriesgarse a perder la dignidad, de que era la mejor decisión posible. Hubo sectores de opinión que sugirieron que ya con “Discovery” (2001) se habían alejado en exceso de la cultura de club, o que “Random Access Memories” (2015) tenía más de disco de autohomenaje que de propuesta creativa. Pero pocos se atreven a cuestionar “Homework” (1997), un debut que nació con la certeza del éxito –dos años antes de salir, “Da Funk” ya era un éxito en clubes de todo el mundo– y que superó, aun así, todas las expectativas.
¿Cómo funciona “Homework” en el contexto de una reedición, con su tonelada y media de extras y su inequívoca vocación museística? A los Daft Punk les ayuda el hecho de haber funcionado desde mediados de los 90 como grupo puente entre la cultura de club y el canon del rock. Ya desde “Daftendirekt” (contenida pero hipnótica) se ve que van un paso más allá de los Chemical Brothers, con los que fueron obsesivamente comparados en el primer tramo de su carrera. Si estos habían definido el big beat un par de años antes en su histórico “Exit Planet Dust” (1995), los Daft Punk enriquecen la fórmula acercándola al house de Chicago, a ciertas producciones R&B, al electro primitivo o al funk más marciano. “Fresh”, por ejemplo, suena en retrospectiva como la base sobre la que fundaron “Discovery”, como “Teachers” anticipa la lección de amor por la historia de la música que fue “Random Access Memories”. “Around The World” y “Da Funk” siguen siendo hits tan obvios como imparables. El gran éxito del álbum es unir pasado y presente de forma ingeniosa y funcional, de remitir a sonidos que en el 97 eran anatema y hacerlos (aún más) eternos. Daft Punk tenían mucho, ya en este primer álbum, de fantasía casi infantil, de grupo de dibujos animados, naturaleza que exacerbarían a partir de “Discovery”. Las canciones funcionan no porque remitan a toda la imaginería retro del funk, disco y electro, sino porque están construidas con una mirada tan consciente como juguetona, un acercamiento a la electrónica amable, divertido y desprejuiciado.
Cabe cuestionarse, eso sí, la aportación de las novedades que aporta la reedición. Ocho remezclas de “Around The World”, cuatro de “Burnin’”, un par de “Revolution 909” y una versión extendida de “Teachers” resultan un botín más bien escaso, tanto para entusiastas del dúo como para los que se introducen en una obra capital de la electrónica de baile de los 90, particularmente siendo algunos de estos casi totalmente continuistas con las versiones originales de los temas. Destaca, por juguetona y sorprendente, la versión de Motorbass, el proyecto de Étienne de Crecy y Philippe Zdar que compartió escena y cabinas con el dúo en los 90 parisinos. Es una lástima que los Daft Punk, que siempre han cuidado su producto al milímetro, y que tienen buenas razones para querer mantener viva la llama de una obra que ha trascendido las generaciones y los géneros musicales, hayan despachado la oportunidad de dar algo más en la reedición, que pese a estar publicada en plataformas de streaming no llegará a las tiendas en formato físico hasta el 25 de abril. Esperemos que en las reediciones que se esperan del resto de álbumes hagan mejor los deberes. ∎