Reedición

Daft Punk

Random Access MemoriesDaft Life-Columbia-Sony, 2023
Después de diez años, la ligera controversia en torno a “Random Access Memories” (2013) de Daft Punk continúa. ¿Estamos ante un resbalón retrógrado y plomizo de un proyecto que un día marcó el futuro? ¿O ante una emotiva extravaganza de melomanía y audiofilia? Como muy a menudo cuando se enfrentan posturas radicales, la verdad seguramente esté en medio, aunque si hubiera que elegir bando, este cronista se situaría en el segundo, el que cree en la misión de excelencia del proyecto, y quizá en 2023 incluso más que en 2013. Hoy en día, estar al día de lo que se hace supone, en demasiados casos, escuchar música sin depurar en archivos digitales comprimidos. Lo opuesto a un sueño.

Para recuperar la ilusión por hacer música (llevaban sin publicar disco desde 2005, cuando lanzaron el diametralmente opuesto, por sucio y brusco, “Human After All”), Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo acudieron a la inspiración de todos aquellos álbumes de los setenta, primeros ochenta, con los que se probaban equipos de música en aquellos días: del “Rumours” (1977) de Fleetwood Mac al “Thriller” (1982) de Michael Jackson, al que se rinde claro homenaje con la fuente tipográfica usada en la portada.

Se trataba de ignorar los plug-ins y buscar sus fuentes analógicas; de pasar de samplear para hacer, en cambio, la música que alguien samplearía algún día. De pisar los mejores estudios (Electric Lady en Nueva York, Capitol Studios en Hollywood), fichar a los mejores músicos de sesión y contar con estrellas (Nile Rodgers, Giorgio Moroder, Julian Casablancas) que dieran lustre de blockbuster a un álbum que sería promocionado, después, como un gran estreno de superhéroes. O un superálbum de otro tiempo.

Diez años después, “Random Access Memories” suena igual de bien; tiene los mismos ligeros problemas (esa secuenciación algo discutible, ligeramente anticlimática en su primer tercio), y sigue sorprendiendo y, al menos a oídos de este cronista, abrumando por su ambición casi siempre bien entendida. La entrada del arpegio en la odisea italo-disco “Giorgio By Moroder” aún puede cortar la respiración, igual que la posterior entrada de las cuerdas o esa percusión tan Gainsbourg. “Get Lucky” todavía no cansa. “Instant Crush” era y es ídem. El tema de musical imaginario “Touch” ha ganado en emoción tras convertirse su outro en la banda sonora del vídeo de despedida del dúo de 2021.

Precisamente ese edit de la recta final de “Touch” usado en “Epilogue” es uno de los nueve cortes extra incluidos en la reedición de 10º aniversario. Antes suena “Horizon” (el bonus track del CD original japonés, con Greg Leisz aportando steel a una composición muy Pink Floyd), precedido por su preludio orquestal y coral. La maqueta de “Infinity Repeating”, otra colaboración con Casablancas, merecía quedarse en eso, en maqueta, pero el inacabado “Prime” de 2012 suena a hit by Moroder. Lo más curioso es poder escuchar elementos o cortes completos conocidos en versiones previas a las definitivas: unos redomados perfeccionistas abriéndonos la puerta a sus procesos. ∎

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