Disco destacado

Everything Is Recorded

TemporaryXL-Popstock!, 2025

El inglés Richard Russell está detrás de Everything Is Recorded. Tiene actualmente 53 años, dirige el sello-santuario XL Recordings –antigua casa de Gil Scott-Heron, Bobby Womack, Adele, Radiohead, Vampire Weekend, Prodigy, The White Stripes, FKA twigs o, actualmente, de bandas como Fontaines D.C. o The Smile– y dispone de un currículum insuperable en asuntos varios de la industria musical: dependiente en tiendas de discos en las décadas de los ochenta y noventa, promotor de fiestas durante la era rave, pinchadiscos, A&R –busca talentos– y productor. Junto a Nick Halkes, su socio en XL, también dio un pelotazo de techno británico old skool con “The Bouncer” como Kicks Like A Mule en 1992.

La pandemia se va alejando como un iceberg en el Atlántico y el curso de las cosas han vuelto a su cauce habitual, pero en aquella época de distópicos aplausos sanitarios Russell percibió que la gente hablaba mucho de mortalidad. Este es el tema que ha inspirado el tercer álbum de Everything Is Recorded –el anterior, “Friday Forever”, salió en 2020–. Un proyecto de cocción lenta y muy especial, como todo lo que hace su enigmático conductor, al que podrían asignarse adjetivos como colectivo, irrestricto, conceptual, ecléctico, sampledélico, contextual y casi jazzístico al haberse fraguado como improvisaciones colaborativas desde su bonito estudio londinense, The Copper House.

Los discos de Everything Is Recorded suelen contener sorpresas como “Firelight”, donde se aprecia la voz de Molly Drake –madre de Nick Drake, icono del panteón británico más pastoral y autolítico– cantando I remember firelight and you remember smoke, de un hit privado de los Drake titulado “I Remember”. En este corte colaboran Florence Welch –de Florence + The Machine–, BERWYN –reincidente en el plantel de Russell– y Alabaster DePlume –saxofonista, activista y compositor–, combinando locamente hip hop y melancolía años cincuenta. Ese diálogo entre pasado y presente –también futuro, pero que nadie se inquiete– es el leitmotiv basal de “Temporary”, donde Jackson C. Frank, otro héroe malparado del folk, la cantante góspel Edna Gallmon Cooke y Camille Yarbrough –Fatboy Slim sampleó su tema “Take Yo’ Praise” en 1999– también asoman secretamente engarzados entre los surcos de este viaje sonoro que atraviesa el tiempo y los géneros. La clase de este inglés, que no duda en tildarse de “no-músico”, queda automáticamente acreditada desde la primera pieza del álbum, la miniatura otoñal “October”, donde un coro de conversaciones entrecruzadas –que culminan con la frase I’m more than myself– se funden pacíficamente en los mismos trinos de pájaros que le sirven a Russell para cerrar el disco con “Goodbye (Hell Of A Ride)”, donde el rapero Marcus Brown –Nourished By Time– versiona su propio tema “Hell Of A Ride”, trasmutando por medio de una sencilla guitarra acústica y algún efecto adicional una de sus canciones más conocidas.

Richard Russell, maestro XL.
Richard Russell, maestro XL.

Entremedias nos encontramos con el country cósmico de “Porcupine Tattoo”, conmovedora canción del día en estas mismas páginas el pasado mes de octubre, que cuenta con la participación de Noah Cyrus y Bill Callahan. Este reaparece más fantasmal si cabe con el trip-folk de “Norm”, tributo al actor norteamericano Norm MacDonald, fallecido en 2012, sobre el cual Russell ha sobregrabado uno de sus famosos gags de humor negro donde el gallináceo alter ego del comediante le rogaba a la parca: “¡a mí no, llévate a mi nieto!. Florence Welch reaparece en Never Felt Better” junto a Sampha –partícipe en los tres discos de Everything Is Recorded–, y en la más lúgubre “The Meadows” lo hacen la vocalista Roses Gabor, Kamashi Washington –otro repetidor– y su padre, Rickey Washington, cuyos arreglos de viento se encuentran entre lo mejor del disco, especialmente en el góspel susurrado de “My And Me”, que también cuenta con Laura Groves, de nuevo Sampha y DePlume. Maddy Prior canta en “Ether” una letra de Ezra Koenig, de Vampire Weekend, y la inquietante “You Were Smiling” cuenta con la polifacética Samantha Morton, a quien Russell produjo “Daffodils & Dirt” (2024). Ninguno de ellos son temas menores en este disco excepcional.

Pero no todo en “Temporary” es memento mori del que mete miedo. Más bien todo lo contrario: su sentimiento neto es de esperanza. O como diría un conocido aprendiz de sabio sufí: la muerte no es la muerte, sino las nupcias de la eternidad. La bailable “Losing You”, con un plantel integrado por Sampha, Groves, Yazz Ahmed y Jah Wobble –ex P.i.L.–, combate el pesimismo a pesar de su título y de sus arrepentimientos existenciales. “The Summons” es un pequeño collage de voces que dibujan un torrente de pensamientos ambivalentes sobre los que se fueron para desembocar en el vals elegíaco guiado a piano y arreglo de trompeta de “No More Rehearsals”, de nuevo con Wobble, Ahmed y Gabor –cuya voz remite a la felicidad agridulce de Saint Etienne–, a quienes se les une el inclasificable Jack Peñate, también fichado por XL en solitario. “Swamp Dream #3” entraría en esta misma categoría optando en esta ocasión por las encantadoras voces de mary in the junkyard como estrellas invitadas.

Gracias a un sincretismo contemporáneo donde entran folktrónica, soul, ambient o glitch, “Temporary” reelabora con delicada crudeza esa cuestión eterna que tantos sentimientos desata –dolor, añoranza, remordimiento, separación, trascendencia– y que tantas músicas ha inspirado, probablemente menos que el amor –ese consuelo de nuestra especie que el aguafiestas de Arthur Schopenhauer se empeñó en desacreditar–. La de Russell es música gentil, compartida, milagrosa, meditativa y sin más jerarquías que la alta factura en la que se inscribe. ∎

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