Álbum

Indigo De Souza

PrecipiceLoma Vista-Music As Usual, 2025

Tras algunos años haciendo música con amigos de siempre, algunos hoy tan reputados como MJ Lenderman, que tocó en el grunge-pop “I Love My Mom” (2018) y el ecléctico “Any Shape You Take” (2021), Indigo De Souza se ha decidido a colaborar con hitmakers menos cercanos para (tratar de) saltar a las grandes ligas pop. Era una aspiración que se veía venir, o se oía, en “All Of This Will End” (2023), sobre todo a la altura del dramático crescendo de “Younger & Dumber”.

Su primer aliado en ese viraje hacia un pop personal pero persuasivo hasta lo masivo, intento de seguir los pasos a Charli XCX o Caroline Polachek, es el productor Elliott Kozel (Lizzo, SZA, el Yves Tumor más accesible), con el que ha construido el sonido a veces abrasivo pero casi siempre cristalino de “Precipice”, disco menos al límite y más seguro de lo que se puede intuir por el título. Si los referentes son realmente figuras como las citadas, De Souza debería empezar a buscar más ideas potentes o fricciones interesantes.

En la inicial “Be My Love”, intro de sonido atmosférico, todavía no se intuye claramente ningún cambio. “No soy las cosas que tengo en mi casa”, canta la artista, quizá en referencia a la destrucción de su hogar por el huracán Helene el verano pasado. “Crying Over Nothing” ya es un estimable banger (synth)pop, a pesar de (o, mejor, gracias a) esa letra sobre una pena amorosa que no se quiere marchar, que supera todo lo racional. Las voces de delfín de la outro remiten bastante al Justin Bieber de “Where Are Ü Now”. Pulso aún más uptempo (y, esta vez sí, sentimientos a juego con esa vitalidad) en “Crush”, cuya referencia inevitable no es tanto Jennifer Paige como la Tove Lo de “Habits (Stay High)”: escúchese ese “oh-oh” en el estribillo.

Pasado el ecuador, ritmo e interés descienden ligeramente: “Dinner”, “Clean It Up” y la country-folk “Heartbreaker” suenan a típicos séptimo, octavo y noveno temas de un disco con alrededor de diez piezas. Inteligente, De Souza reserva para casi el final “Pass It By”, dos minutos y 22 segundos en un cielo krautpop, o algo así como Imogen Heap liderando vocalmente a The Postal Service.

Cambios en el apartado sónico aparte, este es otro disco de Indigo De Souza, lo que significa letras de carácter confesional y escritas a veces en el lenguaje de la terapia y la autoayuda. En la cruda “Hearthrob” rememora un episodio de abuso (“me engañó / le dejé tocarme donde quería / no sabía la diferencia entre querer y acosar”) pero se propone que aquello no la defina de por vida. “Be Like The Water” es su gran llamada a la autoestima, a ser coherente con uno mismo y protegerse de las energías tóxicas: “Puedes irte si quieres / y no tienes que decir por qué”, nos recuerda De Souza. También suena tranquila, nueva, en “Not Afraid”, reflexión sobre la futilidad de negar la muerte, la vejez, el tiempo, en fin. “Ya no tengo miedo de morir”, canta. Pero aún mejor: “Tampoco tengo miedo de vivir”. ∎

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