Si alguien no sabe a estas alturas quién es Javiera Mena, probablemente viva debajo de una roca o en un sótano sin wifi. Mena no es solo otra artista que escuchas de fondo mientras revisas Instagram: es una absoluta crack, una figura esencial del electro pop latinoamericano con más de veinte años de carrera y siete discos, siempre con estilazo y descaro. Su anterior álbum, “Nocturna” (2022), lo dejó claro: beats pegajosos y suficiente ritmo como para desgastar varias suelas de zapatillas en una noche.
Pero ahora Javiera se pone más íntima con su nuevo lanzamiento, “Inmersión”, y, ¡spoiler alert!, funciona de maravilla. Su música es más volátil, intensa, cruelmente maravillosa y, sobre todo, nos mantiene siempre en guardia. Eso no lo ha perdido. Aquí no hay luces de neón ni bases de techno tan agresivas. Javiera baja las pulsaciones, pero sube las revoluciones emocionales. Nos regala canciones que podrían escucharse igual de bien en una cena íntima que en un domingo de resaca emocional. Y como las buenas ideas necesitan su tiempo para crecer y Javiera es de las que prefiere cocinar sus discos a fuego lento, nos ha hecho esperar tres años. Todas las canciones de “Inmersión” llevan la firma conjunta de Javiera Mena y Luichi Boy, integrante del grupo español Cupido, y cuentan con la producción compartida entre Isidro Acedo, Pablo Stipicic y la propia Javiera.
Los primeros tres tracks te enganchan por completo: abre con “Palacio de hielo”, una balada delicada que te susurra al oído que, para curarte, primero tienes que aceptar, algo así como terapia gratuita en formato pop. Pero, además, entre líneas surgen reflexiones más duras sobre la realidad actual, como cuando dice: “Acuérdate, amor, el mundo está perdido”, una observación genuina sobre el estado actual del planeta. El tono suave del inicio continúa con “Na Na Na”, centrada en la melodía y con la repetición del título funcionando casi como un mantra. Un guiño elegante a los años sesenta con cuerdas impresionantes, pegadizo sin esfuerzo y sin rodeos, que además habla sobre poner límites claros en una relación donde no se acepta ser segunda opción: “No ser tu amor de noche, también ser por la mañana”. Y con “Pez en el agua”, la cosa se pone deliciosa: sintes minimalistas y un ritmo que acaricia suavemente las caderas (y también el corazoncito), recordándonos a algunas de las canciones más emblemáticas de Julieta Venegas.
En el corazón del disco, Javiera demuestra que aún sabe fabricar hits sin despeinarse. “Reina de la selva” recupera ese electro-chic que la hizo famosa: un tema totalmente eurovisivo, conectado con la fuerza femenina y con múltiples capas que elevan el ritmo. Perfecta para aficionados a los clubes, repleta de golpes –¡bum!– y electroshock, que, como ella misma canta, “distorsionan el mood”. Mientras, “Claro de luna” aparece como un chupito de pop delicado tras la intensidad. Incluso en canciones como estas, puedes sentir el clima: “Me pongo tan oscura acariciando la locura”. “Volver a llorar” reitera este melodrama estiloso, con un toque dark muy de diva melancólica. La canción es una obra maestra de ambivalencia, con un puente de anhelo que se asienta suavemente entre la introspección pausada del inicio y la irresistible invitación final al caos luminoso de la pista de baile, a veces dolorosa, otras resiliente. Y “Esta ciudad” es la pieza perfecta para caminar por Madrid con las gafas de sol puestas, para seguir llorando, anhelando la continuidad.
El cierre es para los más intensitos, esos que disfrutamos sufriendo un poquito por amor: no nos escondemos y no estamos solos. “Mar de coral” es un precioso dueto con Santiago Motorizado, relatando esas relaciones que duelen pero gustan, totalmente inmersiva. “Absurda” debería venir con advertencia por nostalgia extrema: retro, envolvente y super-classy. En ella también nos presenta a su gata. Para terminar, “Entropía” lanza un último guiño al caos existencial y, sí, te acaba sacando a bailar aunque ya estés en pijama. La seducción y la agitación de la canción se ponen de relieve de forma escalofriante cuando Mena canta “Ven y siente la entropía, no es una fantasía”.
Que sí, Javiera Mena ha cambiado de mood con “Inmersión” y lo ha hecho sin pedir permiso. ¿Nos gusta? Nos encanta. “Inmersión” es eso, sumergirte en aguas diferentes para salir renovado, más ligero, y convencido de que puede hacerlo todo. Menos glitter, más corazón y toneladas de estilo. Brava, Javiera. Brava. ∎