Álbum

Jim White + Trey Blake

Precious BaneFluff And Gravy, 2025

Desde que debutara en 1997 con “The Mysterious Tale Of How I Shouted Wrong-Eyed Jesus!”, arropado por David Byrne (y su sello Luaka Bop), Joe Henry, Bill Elm y Victoria Williams, Jim White ha practicado un country rugoso y áspero con elementos de folk, americana y gótico. Su manera de concebir los discos es siempre curiosa, pero nada como este último trabajo acreditado a medias con Trey Blake, “Precious Bane”. La primera pregunta es obligada: ¿quién es Trey Blake?

La génesis de este álbum doble es casi más atractiva que su resultado. “Precious Bane” es, según el bandcamp de White, el título de una poco conocida novela del siglo XIX. Existe un libro del mismo título, escrito por Mary Webb y publicado en 1924, relato sobre una joven con labio leporino y una gran fuerza de superación interior traducido al español el pasado año como “Perdición”; desconozco si se trata de la misma obra, aunque todo parece indicar que White se refiere a la novela de Webb, ambientada en el siglo XIX. Durante una estancia en Londres, una admiradora de White llamada Trey Blake le regaló un ejemplar de dicha novela. Desde entonces mantuvieron correspondencia. Con el tiempo, White descubrió que Blake es neurodivergente y vive en situación precaria en Brighton. De pequeña no se le diagnosticó el autismo que padece, tuvo varias adicciones e intentó vivir en su propio mundo y establecer comunicación con los demás a través de la música, escritura y fotografía. White habla de una obra que va de la luz a la oscuridad. Fruto de esa relación epistolar y del interés en las canciones y textos de Blake ha surgido este disco a medias. La misma curiosidad ejerció Blake en Joseph Watson, teclista de Stereolab, cuando la conoció en una cafetería de Brighton. Watson ha grabado la voz y la guitarra de Blake y White se ha encargado de registrar al resto de músicos e instrumentos desde su estudio estadounidense.

Si quisiéramos entender este disco como un intercambio de golpes, Blake vencería a los puntos. No es porque la descubramos a ella cuando ya sabemos lo que hace él. La compenetración es admirable, pero como el disco combina temas de una y de otro en cuanto a liderazgo vocal, los de Blake resultan más variados y sugerentes. La entonación lánguida de “Midnight Blue”, por ejemplo, o la voz castigada que recuerda un poco a la de la fallecida Marianne Faithfull en “Ballad Of The Gunfighters”, un folk westerniano lleno de melancolía, y “One Last Love Song”, una auténtica y delicada maravilla. Porque su voz lo llena todo en las canciones que le pertenecen, y canta con una hondura y precisión emocional que resulta difícil de entender que haya pasado desapercibida hasta ahora. White no ha ejercido para nada de Pigmalión, sino de catalizador. Los temas suyos son más bruscos o misteriosos e irónicos, como “My Time With The Angels”, contrapunteado con un banjo disidente, pero se convierte en otro cuando acompaña con la melódica y la armónica el desenlace de la citada “Midnight Blue”. En “Down The River We Go” y “His Lady” intercalan sus frases o cantan a la vez con estima mutua. La tarjeta de presentación del disco, “Rushing In Waves”, es una pieza de folk británico que no desentonaría en el temario de Incredible String Band, cantada por Blake y con coros de White. En su correspondiente vídeo, en blanco y negro, él aparece en un violento claroscuro y ella como heroína frágil de una época pretérita. ∎

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